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Louis Tomlinson

No sé en que momento me quedé dormido, ni siquiera lograba recordar algo de lo que hice.

La cabeza me daba vueltas y mis piernas dolían como el infierno.

En mi mente giraban recuerdos borrosos de Harry desnudo, Harry durmiendo en mi pecho, Harry con la camisa rota...

Harry, Harry, Harry.

Lo único que podía ver nítidamente y sentir en la piel de mis labios eran sus besos, tan suaves, lentos, únicos.

Busqué los ojos verdes que tanto me gustaban por toda la habitación, pero cuando no los encontré a mi lado, me preocupé demasiado.

Por primera vez en cinco años.

Tuve miedo.

Me levanté de un salto y comencé a abotonar mi camisa, pudiendo ver las marcas rojas en mi pecho y algunos flashbacks de lo que había pasado hacía un rato me inundaron la cabeza; su rostro con mejillas sonrojadas y pupilas dilatadas quedó grabado para siempre en mi mente, en mi alma, en mi corazón.

Hasta después de haber sido usado era un ángel.

Caminé por entre las sombras de los pasillos que me guiaban al bar, revisé detrás de la barra, fui al depósito, todo con la idea de encontrar una cabellera rizada y ojos verdes como dos esmeraldas.

Nada. No encontré nada.

Volví a mi pequeño rincón en el subsuelo, respiré profundo prendiendo un cigarrillo y me dejé caer en el sillón en U. Saqué la botella de whisky y la estampé contra la mesa para luego llenar un pequeño vasito.

—El primero del día.—susurré y levanté la copa al aire antes de beber de un sólo trago el líquido amarillento.

Sentí el alcohol quemarme la tráquea mientras bajaba y sonreí con los ojos cerrados, dejándome caer aún más en el sillón.

Aspiré la nicotina, sintiéndome viajar a otra dimensión, dejando que el whisky hiciera efecto en mi sistema. Deseando irme, intercambiar mi cuerpo con el de cualquier otro mortal.

Me perdí en mis pensamientos por milésima vez. Ahogándome en mi soledad, esa que, cuando todo parecía estar bien, golpeaba contra mis pensamientos, me dejaba sin aire. Sin fuerzas. Sin ganas de seguir.

Porque, ¿quién querría acercarse a alguien que sigue aferrado a su pasado? ¿a alguien que no puede dejar de echarse la culpa? ¿a alguien que se encuentra en medio de un mar de promesas rotas, de recuerdos heridos?

Yo no quería lastimar a nadie, por eso había comenzado a alejarme de a poco, a ocuparme simplemente de mi trabajo. A organizarme y a llevar el negocio familiar lo mejor que podía. Porque sabía perfectamente que mis padres estarían mirando hacia abajo, observando cada paso y acción que tomaba, juré hacerlos sentir orgullosos.

Volví a llevar el cigarrillo a mi boca y aspiré con fuerza, pensando en los momentos con Alex, sus ojos verdes, tan parecidos a los de Harry.

Harry.

Ahora la cabellera rubia y rizada de mi ex prometido había sido reemplazada por unos rizos chocolate y sonrisa de conejo.

Esa sonrisa que me cautivó, esa con hoyuelos y ojitos achinados.

Me arremangué la camisa y pensé que ya era hora de un nuevo tatuaje. Uno en el brazo quizás. O uno en el pecho. Tendría que preguntarle a mis hermanos que opinaban. Ernest y Fionn me darían una buena idea.

Peaky Blinders.  [L.S] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora