29. Adrian era fantástico.

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—lo siento tanto...— Narcissa se sentó en la cama y le dio un abrazo.— mi pequeña niña...

Narcissa se sentía horriblemente culpable por lo que había pasado, y es que no lo podía evitar. Sabía hace años lo que había pasado, sin embargo contuvo todo por órdenes estrictas de su esposo.

—tranquila Narcissa.— Amelie se separó soltando un suspiro.— todo está bien ahora.— su madre sintió una punzada en el pecho. Sabía que Amelie la dejo de llamar mamá por no hacer algo al respecto. Eso le dolía en el alma, pero lo merecía. Se digno a servir dos tazas de té, una para Amelie y otra para Mattheo.

Amelie suspiro al verla irse y se echó dos cucharaditas de azúcar. Sintió los pasos cerca y estuvo feliz al saber de quién se trataba.

—¿Y? ¿Cómo se me ve?— hizo una pose que hizo carcajear a la chica, quien palmeo a su lado. Mattheo se sentó y la miró contagiandose con su sonrisa.

—se te ve bien...— revolvio su té.— ¿Quieres té? Narcissa te sirvió.

—dame.— dijo sonriendo. Observó la delicadeza con la que Amelie sirvió su té, es que era tan linda que no entendía como alguien fue tan malo y cruel con ella. Ella era luz para él, algo gruñona, pero una excelente persona.

—¿Tú crees que...?— se quedo callada unos momentos y se arrepintió al pensar bien lo que le iba a preguntar.

—¿Que?

—nada, olvídalo.— sonrió poniendo unas cucharadas de azúcar al té de Mattheo y lo dejo en sus manos.

—vamos, no me dejes así, dime.— pidió con incertidumbre. Se acerco a ella y bebió un sorbo de té. Más curiosidad sintió cuando Amelie se sonrojo.

—nada Mattheo, si era una loca idea que se me cruzó por la mente. Nada importante, en realidad.— se acerco a besar la mejilla del chico, ya que seguía con el ceño fruncido.

—lo siento por lo de la cena, no quería que eso pasara, te quería proteger... Juro que si. No pude intervenir más o... Me iba a golpear más fuerte, pero-

—fuiste valiente, gracias.— lo abrazo.— tenía tanto miedo... Si no hubieras ido a abrazarme no me levantaba, lo juro.— se separó acariciando su mejilla.— lo bueno es que ya pasó, aunque debo admitir que me asusté horrible, esa serpiente era asquerosamente horrible, lo juro.— soltó una risilla al igual que él.

—lo se, es que es muy grande. Cuando ví tu cara... Juro que nunca había visto a alguien tan pálida.— soltó con una pena risa.

—es que casi me lame el rostro.— un escalofrío que la hizo temblar la recorrió. Aún podía recordar el miedo que le causó.— jamás quiero volver a tu mansión.

—tenemos que...— Amelie nego y Mattheo decidió no insistir más. Había sido un día muy duro para los dos, lo mejor era terminar el día descansando y con cariño.— ¿Ya terminaste de tomar tu té?— ella asintió. Mattheo tomó su taza y la dejo e el carrito, seguido de esto se levantó para empujar el carrito hacia una esquina de la habitación. Cuando llegó a la cama se deslizó en las sábanas y rápidamente acurrucó a Amelie en su pecho. No tenía nada de sueño después de tales sucesos.

—¿Que ocurre?— Amelie llevo su mano a la mandíbula de él, es que era tan marcada que le encantaba.

—se me quito el sueño.— intento respirar lento para dormir, sin embargo el sentir las caricias de Amelie suspiro con una sonrisa. Amelie se subió a su pecho con una sonrisa.

—tengo una idea increíble.— Mattheo se acomodo para quedar más inclinado y así poder tener contacto visual.— juguemos a las preguntas, una tú y una yo, empieza.— le dijo acariciando su pecho.

𝐌𝐢𝐚 𝐎 𝐃𝐞 𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞- 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐞𝐨 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 [+18] «En Edición»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora