𝐌𝐢𝐚 𝐎 𝐃𝐞 𝐍𝐚𝐝𝐢𝐞- 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐞𝐨 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 [+18] «En Edición»

36. eres muy especial.

—¡Eso fue horrible!— carcajeo Amelie caminando por el salón de arte que tenían. No podía dejar de ver las costosas pinturas que tenían.

Mattheo cogió su cintura con una gran sonrisa.

—no esperaba a que te preguntarán eso, aunque debo confesar... Me encanta el proceso de hacer hijos sin que los tengas.— beso su mejilla.

—a mi también. No sabía que decirle a tu padre...— mordió su labio.

—le dijiste que querias hijos conmigo.— se burló caminando con ella entre sus brazos.

—¡Fue la presión! No sé si quiero tenerlos.— miró una pintura y él la abrazo por atrás. Amaba estar con ella.

—yo tampoco, y menos se cómo decirle a papá que todo esto es una farsa.

—no todo lo es...— se dió vuelta y lo abrazo más fuerte con una sonrisa. Mattheo sabía exactamente a qué se refería, sin embargo quería escucharlo.

—¿Ah no? ¿Y que no es una farsa?

—mi amor por ti.— respondió avergonzada. Mattheo noto su sonrojo y suspiro bajando sus manos hasta sus muslos.

—que linda... ¿Quieres terminar lo de esta mañana?—

—no.— se separó para caminar hasta un sillón y se sentó. Mattheo no demoro en llegar a su lado.

—¿Por qué no?

—porque no todo es follar, follar y follar.— se apoyo en su hombro.— me gustan también las cosas más románticas.

—ah, es una lástima.— Amelie se separó para golpearlo y Mattheo carcajeo abrazándola.— sabes que es broma amor. Me encantas.— la tomó y acostó sobre él.

—tú más...— bostezo sobre su pecho. Su cuerpo recordó el cansancio que sentía al descansar tan pocas horas.— quiero tanto... Dormir. Estoy con una resaca horrible.— se quejo cerrando los ojos. No había bebido nada contra la resaca.

—vamos a almorzar en muy poco tiempo, no creo que alcances a dormir una siesta amor. ¿Puedes aguantar el almuerzo y te llevo a dormir? Te daré una poción mientras.

—si, claro...— cerro los ojos y Mattheo nego al sentir sus suspiros y respiración lenta.

—amor, vamos. No puedes dormir ahora, debemos esperar a mi padre al menos cinco minutos antes de que llegue a la mesa.— beso su frente y Amelie se quejo.

—no...— lo abrazo llegando su cara a su cuello. Mattheo sonrió comenzando a besar y ella sonrió.— justo ahí.— susurro perezosa. Mattheo no paro con sus besos húmedos, es que a Amelie le encantabas demasiado. Eran tan calentitos que deseaba quedarse ahí para siempre.

—hueles delicioso.— susurró en su cuello.— ¿Te he dicho que me encantas Amelie?

—hace unos minutos me lo dijiste.— carcajeo.

—me encanta cuando te ríes por algo que dije... Nunca sueles reír tanto, con ninguna persona, sin embargo haces parecer que todo lo que digo es interesante o tan bobo que da risa. Te amo.

—¿Y por qué te encanta tanto?

—porque me haces notar que eres diferente conmigo. Amo cuando haces cosas que no le permito a nadie más.

—¿Me debería sentir especial?— bromeó.

—eres especial, eres muy especial.— confirmo acariciando su rostro.— siempre lo has sido, desde el primer momento.

—tú eres muy especial para mí Mattheo. Ya llevamos más de tres meses y aún así no puedo dejar de enamorarme más de ti.— beso su pecho.— es harto, ¿No?