9. Otro día me lo dices

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Mi cabello quedó extendido a mi al rededor, mientras caía sobre mi cama y Alex se colocó encima de mi, como un acechador, mientras se acomodaba, hasta que su rostro quedó frente al mío y respire agitada, abrumada por la anticipación y casi por ins...

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Mi cabello quedó extendido a mi al rededor, mientras caía sobre mi cama y Alex se colocó encima de mi, como un acechador, mientras se acomodaba, hasta que su rostro quedó frente al mío y respire agitada, abrumada por la anticipación y casi por instinto abrí mis piernas, dándole paso.

Sus ojos estaban teñidos de deseo, oscuros y salvajes, me estaba devorando y eso que recién estaba empezando a tocarme de verdad.
Él observo mi cuerpo, observo cada parte que acaricio, mi cuello, mi mis clavículas, mis pechos y tuve un escalofrío cuando su dedo acarició mi torso hasta llegar a mi ombligo.
Alex volvió a levantar la vista ante mi reacción y levantó mi pierna, rodeando su cintura con la misma, sentí su erección y gemí, sujetándome con fuerza de su brazo.

—Tranquila, seré bueno— acarició mi nariz con la suya y luego me besó.

Sus labios se sentían como una seda sobre los míos, tan suaves e irresistibles, podría dejarme llevar al infierno si el quisiera.
Podía sentir sus manos acariciando mi cuerpo, dejando su rastro por cada parte de mi, marcándome, como si fuese suya y demonios, quiero ser suya.
Lo miré a los ojos, a la vez que acariciaba su mejilla y su perfilada mandíbula, lo miré a los ojos, viendo sus pupilas dilatadas y le sonreí.

—Tu no sabes ser bueno, Alex— susurré a la vez que él colocaba mi otra pierna también rodeando su cintura.
Alex soltó una risita malévola, para después bajar la vista, mientras ambos observábamos como él acomodaba su miembro en mi entrada.

—Tienes razón, Amber, no se— dijo para después deslizarse dentro de mi.

No pude evitar gemir, mientras tiraba mi cabeza hacia atrás, aferrándome con fuerza a sus brazos, clavando mis uñas en los mismos.
Era un dolor que llegaba a darme placer, una sensación que no cambiaría por nada, una cercanía que no conocía, algo extraño que daban ganas de explorar más y más.

—Mírame— Alex pidió, muy amable considerando que es el.

Abrí los ojos, encontrándome con su mirada hambrienta y volví a gemir, mientras él se movía despacio dentro de mi, causando que ambos nos movamos a su ritmo y no me molestaba en lo absoluto, quería más, más ritmo, más besos, más caricias, más todo.

Amber's head Donde viven las historias. Descúbrelo ahora