15. Hasta mañana, Alex.

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El pánico suele congelarme

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El pánico suele congelarme...

A mi y a muchas personas, por supuesto, pero hace mucho tiempo no veía un pánico igual que el que expresa Alex con su mirada ahora mismo.

Él se ha puesto como aquel día en casa de su madre cuando su otra abuela lo atacó, aún así, ahora era peor, porque se veía como alguien que quiere ayudar a otra persona pero no puede.

Además, de que no es cualquier persona, es su madre, de quien no quiere renegar, pero se ve tan cansado y la situación no parece ser nueva, Alex se está acostumbrando de a poco al dolor, a ver a su madre destruirse a sí misma y se está dejando arrastrar a un abismo de dolor infinito al cual yo caí hace años y no puedo dejar que él termine igual que yo.

La madre de Alex nos observó desde el piso, donde ella estaba de rodillas, con sus ojos rojos sabe Dios de que y respiraba agitada, causando que los mechones de cabello que caían sobre su rostro se muevan al compás de su respiración.

—¿Qué es esto?— ella se levantó del piso con dificultad y sus pies se cruzaron, causando que se tambalee.

Miré a Alex, buscando una respuesta, una orden, algo que me haga saber que debo hacer para sacarlo de esta situación, algo que me haga sentir que Alex no se va a derrumbar ahora mismo.

—¡Mi hijo se esconde aquí y tú no me lo dices!— Cleo gritó mirando a Grace y nos señaló como si fuésemos criminales.

—Mira, Cleo, aquí nadie se está escondiendo, solo vino a presentar a su novia, nada más— Grace explicó, manteniendo la calma, pero parece haberle echado gasolina al fuego.

—A ver, Amber, déjame levantarme— Alex me dijo, con sus manos en mi cintura, moviéndome un poco.

Me levanté junto a él y baje mi vestido, lo último que necesitamos es que se me vean los calzones.
Alex no quería enfrentar la situación, así que optó por el primer instinto: huir.

—Ya nos íbamos de todas formas— tomó mi mano, haciendo que le siga el paso hacia la salida de la habitación, pero alguien tomó mi otra mano y tiro de mi, alejándome de Alex.

—¿Viniste a presentarles a tu novia?— Cleo preguntó, sujetándome con mucha fuerza, haciendo que me duela y tire tratando de liberarme.
—A mi ni siquiera me la presentaste, lo descubrí un día y de casualidad?— me señaló.

Parece que nunca le dijeron que señalar es de mala educación.

En el rostro de Alex pude ver su cansancio, el mismo que se mezcló con enojo y el frunció el ceño con fuerza.

—¿Cual es tu puto problema?— Alex me preguntó, acercándose a nosotras.
—¡Suéltala!— le gritó a su madre, mientras tiraba de mi, llevándome a sus brazos y rodeó mis hombros, como si quisiese asegurarse de que no me volverán a alejar de él.

Amber's head Donde viven las historias. Descúbrelo ahora