5. Un poco de suerte.

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Narra Amber: La noche de los museos había terminado siendo la noche en la que Amber se pone borracha frente a su amor primero y hace el ridículo

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Narra Amber: La noche de los museos había terminado siendo la noche en la que Amber se pone borracha frente a su amor primero y hace el ridículo.

Estoy consiente de que estoy diciendo un montón de estupideces, que estoy haciendo cualquier cosa y que ni siquiera parezco una persona que está en sus cabales.

Pero de todas formas, no encuentro una forma de de detenerme y además, Alex solo me está dejando ser, lo que me dificulta volver a ser la Amber estructurada que se supone soy.

Alex me estaba abrazando, sí, abrazando, algo completamente nuevo, pues no creí que este joven, guapo, increíblemente sexy y presumido bad boy fuera capaz de cuidar a una chica ebria y además dejarse abrazar.

Mis brazos estaban al rededor de su cintura, mientras él rodeaba mis hombros y se siente tan cálido, se siente calentito a su lado, un gesto tan simple y tierno, me hace sonreír, me hace sonreír porque este es el Alex que yo recordaba, aquel que me compartía de sus alfajores y que me contaba lo mucho que le fascinaba armar puzzles.

—Eres tan cálido— dije, a la vez que mis pies tropezaban un poco, pero Alex me estaba sosteniendo muy fuerte como para que yo pueda caer.

No sé ni cómo, pero llegamos a las escaleras y de pronto me parecieron tantos escalones que tuve que contarlos mientras subía y no podía dejar de reírme, a pesar de que se muy bien que es una estupidez, creo que me estoy riendo de mi misma.
Cuando terminamos de subir las escaleras noté que Alex abrió una puerta, pero no logré ver que había adentro, lo que realmente frustró a mi lado curioso, pero mi frustración duró lo mismo que Alex demoró en cerrar la puerta con un suspiro de alivio.

Seguimos caminando hasta entrar a su habitación, tan impecable como la recordaba o al menos así me parece.
Vi a Alex cerrar la puerta y no se que impulso del mal me dio, pero cuando me enfrento no dude en tomarlo por las mejillas y besarlo.
Dios, sus besos me resultan tan hermosos, sus suaves labios encajan perfectos con los míos, como si los hubiesen diseñado para mi, como si ellos hubiesen sabido que en cierto punto de su existencia serían mi primer beso y que alguien les pagaría por hacerme caer a sus pies.
Unos labios tan dulces no pueden romper un corazón ¿o si? Tal vez ellos no, pero su dueño sí que puede.

—Amber...— mi nombre suena tan diferente cuando él lo dice —No hagas eso, se buena chica y acuéstate— me dijo.
¿Buena chica?
Ya he sido demasiado buena durante toda mi vida, no quiero serlo más, no lo seré más, le mostraré lo que una buena chica puede hacer.
Mordí su labio, pues se lo mucho que eso le gusta, cree que soy tonta, pero noto cada detalle de su cuerpo cuando exploro algo nuevo, tanto en él como en mi.

—¿Estoy siendo una chica mala?— le susurré y no reconocí mi voz, sonaba más delicada y hasta algo perverso podría decir yo.

—Sí, mala, muy mala— había resistencia en su cuerpo, pero se que puedo vencerla, lo he hecho antes ¿por qué no lo haría ahora?
Se lo que a él le gusta y lo sé porque a mi también me gusta.
Hundí mi rostro en su cuello, mientras lo besaba, sacando la lengua y probándolo como si él fuera mi caramelo favorito.

Amber's head Donde viven las historias. Descúbrelo ahora