13. Cuídalo mucho

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La pobre madre de Marco nos sirvió bebidas durante toda la tarde la vez que fuimos a verlo, en la época en que era novio de Keila, no puedo explicar lo enojada que me fui ese día, porque no soportaba la forma en la que él la humillaba y la trataba...

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La pobre madre de Marco nos sirvió bebidas durante toda la tarde la vez que fuimos a verlo, en la época en que era novio de Keila, no puedo explicar lo enojada que me fui ese día, porque no soportaba la forma en la que él la humillaba y la trataba como la mierda cundo ella solo quería ser amable con nosotros.

No estoy prejuzgando a Marco y diciendo que porque es un niño rico no tiene una vida difícil, pero es que no hay por donde agarrarle a eso, porque sus padres son amorosos, son atentos, no solo me dieron las cosas materiales que necesitaba, también lo cuidaron, no lo desampararon y además de todo, es como el príncipe de la secundaria, porque el rey siempre ha sido Alex, por el mismo morbo de qué es el más lastimado de los dos y lo quiera o no admitir la humanidad, el daño nos atrae.

Le eche en cara un millón de cosas a Alex y le conté cosas sobre mis amigas que él no debía saber, al menos no de mi, le conté sobre mi tía, algo privado que se ha mantenido entre mi familia y nadie más, me metí en la privacidad de la gente sin su permiso y para peor se lo conté todo a Alex en un momento de enojo.

Pero aún así ya no era hora de detenerme,  tenía que decirle un par de verdades a Alex, reventar esa burbuja que él mismo se fuerza a mantener con vida, como si eso le diese alguna ganancia, como si eso le ayudara en lo absoluto, cuando solo lo está llevando a un ambiente tóxico donde sus supuestos amigos compiten por saber cuál es el mejor, cuando en realidad todos son pésimos y casi que adrede.

—Y tú crees que el idiota de tu amigo tiene una vida difícil porque sale de fiesta todos los días, abusa de las chicas y lo peor, les ofrece dinero para acostarse con él, en serio Alex, despierta, el es un idiota— abrí la puerta lista para irme.

Mi paciencia había sido colmada por completo el día de hoy, además de que a eso se le suma la culpa de haber contado las cosas privadas de mis amigas y las ganas de mandar todo a cagar para irme a viví a una taberna en Europa.

—No te vayas— Alex tomó mi muñeca, deteniéndome y yo lo miré a los ojos una vez más.

Lo había despertado, al menos un poco, lo podía ver en sus ojos, pero aún así quería tomarlo por los hombros y sacudirlo, hacerlo reaccionar de una puta vez, pero me arrepentiría después, así que solo me aleje del caos.

—Estoy enojada, te recomiendo no abrir la caja de Pandora— salí del auto y me aleje lo más rápido que pude.

Cerré la puerta de mi casa, viendo a Dylan sentado en el sofá y eso me llamó la atención, yo sé que me fui una hora antes y porque, pero no lograba encontrar un motivo para que mi hermano se quiera ir antes del instituto.

Mamá salió de la cocina y también se sorprendió, apuesto a que no escucho a Dylan llegar, el siempre es tan silencioso, la mayoría de veces también se vuelve un fantasma dentro de nuestra propia casa.

—¿Se puede saber que hacen aquí? A ustedes aún les queda una hora de clase— mamá se colocó la mano en la cintura y nos miró.

No estaba de ánimos para dar explicaciones ahora, además de que no me quiero poner a discutir con nadie mas o me pondría a llorar como una niña pequeña, no estaba teniendo el poder de controlar mis emociones el día de hoy.
Aún así, mamá parece haber apago sus radares por hoy y estaba esperando una explicación, no nos dejaría pasar una más, entre yo que desaparezco y Dylan que cada dos por tres trae un reporte del instituto, estábamos volviendo loca a mamá y ella nos tenía en la plancha, lista para asarnos a la primera de cambio.

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