Capítulo 9

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Todo siguió normalmente luego del encuentro entre Kaelin y Bestia. El Doncel regresó a sus deberes en el taller con las mujeres mientras el salvaje volvía a desaparecer para cumplir coma sus actividades, las cuáles Kaelin desconocía. Tampoco le dio muchas vueltas, pues admitir que sentía interés sobre la vida de los salvajes era algo indignante en su mente.

Bastaba con ver las miradas burlonas y escuchar las risitas de las otras mujeres para que Kaelin supiera que su pequeña escapada a la cascada con el salvaje no había pasado desapercibida para el resto de la tribu. Todos los días tenía que controlarse a sí mismo para no saltarle encima a las mujeres y golpearlas con todas sus fuerzas. Detestaba ver la burla silenciosa entre todas ellas, como si él no fuera más que un rumor, un chisme que les causaba gracia cada que lo escuchaban. Su odio hacia los salvajes estaba empezando a regresar.

Ese día, Kaelin descubrió por qué los hombres de la tribu parecían estar ausentes la mayor parte del tiempo. Todos viajaban en la época de sequía para cazar animales y conseguir los suministros que surtían a la tribu durante el invierno. Cuando Leynai le explicó eso, a Kaelin le pareció ilógico que solo los hombres pudieran salir a cazar mientras las mujeres tenían la obligación de quedarse en el campamento. Leynai terminó de decirle que lo hacían de ese modo porque la mayoría de los Donceles entraban en celo con las temperaturas altas de sequía, y era mejor que hubiera mujeres en el campamento para protegerlos.

Esa era otra cosa extraña que tenían los rebeldes. Las mujeres eran consideradas superiores a los hombres, y tenían el derecho de reprimir a cualquier hombre si lo consideraban necesario. En caso de que un Doncel entrara en celo, las mujeres podían someter a cualquier hombre lujurioso que se acerque hasta que el doncel tome un supresor para ocultar su olor.

En cuanto a los Donceles de la tribu, Kaelin seguía sin entenderlos por completo. A veces parecía que no existía ninguna división entre ellos y los demás habitantes de la tribu, pero en raras ocasiones se veía como si estuvieran apartados del resto. Eran ciertas cosas, como pequeños detalles casi imperceptibles si no prestara atención suficiente.

Los Donceles podían hacer todo lo que hacían los demás. Incluso los veía entrenar con el resto de los hombres, algo que en su Reino habría sido imposible. En el Reino Kaelin tuvo que entrenarse a sí mismo con ayuda de una sola persona, la única persona que consideraba su familia. A pesar de ello, Kaelin había tenido que escabullirse todas las noches en absoluto silencio si no quería que lo encarcelaran por actitud violenta. Sin una licencia o permiso especial, los Donceles eran encarcelados cuando mostraban señales de agresión. La gente del Reino creía que los Donceles solo podían ser dóciles y suaves, por lo que cualquier doncel con una actitud menos que complaciente debía someterse a un tratamiento de manipulación psicológica que los volvía blandos.

Kaelin sentía asco cada vez que pensaba en los ideales que tenía el Reino sobre los Donceles. Su constitución física no tenía nada que ver con su personalidad, pues era la persona menos frágil en cualquier lugar que visitara. De quererlo, Kaelin podía destruir a cualquier persona usando solo sus manos. No era por su cuerpo, sino porque alguien se había dedicado a enseñarle generaciones de conocimiento en pelea sin importar que fuera un Doncel.

Con la tribu, Kaelin podía ver una gran diferencia entre ésto y todo lo que había vivido en su vida. Aquí no importaba si eran hombres, mujeres o Donceles. Todos tenían los mismos derechos.

Aunque Kaelin lo negaría, sus ojos buscaban a Bestia cada vez que salía de la tienda. Era un acto completamente involuntario, del que no era consciente hasta que empezaba a preguntarse dónde estaba el salvaje que tanto lo irritaba. Durante los últimos días casi no lo había visto debido a que siempre salía a cazar con el resto de los hombres antes de que el sol saliera. Kaelin sentía una pizca de desagrado cada vez que fallaba en encontrar al notorio salvaje en los terrenos de la tribu.

La Bestia Y Su Doncel. (primera Parte Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora