Capítulo 11

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Kaelin descubrió, poco después de alcanzar los tres meses en la tribu, que los salvajes tenían una jerarquía mucho más complicada de lo que pensó. Ya que al principio sólo oyó que se referían con respeto a Bestia, pensó que eran guiados únicamente por la ley de obedecer a un líder. Pero hizo un descubrimiento cuando vio a una mujer anciana ordenandole a las demás que prepararan el almuerzo antes de que terminara el entrenamiento.

—Ella es la antigua Madre— dijo Leynai cuando lo atrapó mirando a la mujer.

—¿Madre de quién?— preguntó Kaelin con el ceño fruncido.

Leynai le devolvió la mirada con el mismo ceño fruncido, como si no entendiera la pregunta de Kaelin en absoluto. Finalmente habló después de unos segundos.

—Cuando el líder escoge una esposa, ella o él se convierte en la madre de nuestra tribu. Ella es la madre del líder, esposa del líder anterior. Cuando el líder tome a su esposa, la antigua madre se convertirá en una mujer igual a las demás. Así funciona nuestra ley.

Kaelin eligió no preguntar más, absorto en un recuerdo que hasta entonces no tenía ningún sentido para él.

»—Tu. Madre.«

Eso había dicho el salvaje un día después de que se conocieran. ¿Pero se refería a…? No, eso era imposible. No había manera de que Bestia quisiera convertirlo a él en la Madre de la tribu. Era ilógico, tonto…y extrañamente parecía algo que el salvaje haría.

Kaelin no prestó más atención a esos pensamientos, convencido de que eran tontos y salidos de una mente afectada por el calor. Él era un simple Doncel del Reino, no pertenecía a esa tribu y nunca lo haría. Pensar que Bestia planeaba elegirlo a él, de entre todas las mujeres y Donceles que habían en su tribu, era estúpido. Bestia no podía pensar en él como posible candidato para ser madre de la tribu.

Solo pensarlo era estúpido, y Kaelin se convenció de ignorar aquella idea.

El resto del día transcurrió con normalidad mientras Kaelin intentaba mantenerse ignorante sobre lo que Bestia había dicho tantos días atrás. La mujer anciana que hasta ese momento no había visto se quedó con ellos durante el día, ayudando a los más jóvenes cuando cometían un error. Nunca se acercó a Kaelin, pues el Doncel era un prodigio trabajando el acero. Casi parecía que había hecho ésto por toda su vida, no desde hace pocos meses.

Kaelin notó que aunque la mujer era, en su opinión, vieja e inútil, los miembros de la tribu le tenían bastante respeto. No era el mismo respeto que le tenían a Bestia, pues a él lo veían como si fuera un ser excepcional. Solo la trataban con un nivel de respeto más alto del normal, cumpliendo cada petición y orden suya sin rechistar.

Las mujeres que seguían a la Madre eran muchachas jóvenes de aspectos atractivo, quienes vigilaban a las demás con una mirada afilada. Ninguno miró a Kaelin después de que fulminara con la mirada a una de ellas.

Creció un aire de incomodidad entre Kaelin y la anciana. Kaelin era indiferente a su presencia, pero la mujer lo observaba con algo cercano al desagrado y él era incapaz de ignorar éste hecho. No podía hacer nada, sabiendo que ésta mujer tenía casi el mismo nivel que Bestia en la jerarquía de los salvajes y podrían decidir finalmente matarlo si lastimaba a su Madre. Tampoco quería llamar más la atención de Bestia, quien parecía estar bastante ocupado en su tienda ya que no había salido en un considerable tiempo.

Al pensar en Bestia, sus ojos viajaron de inmediato hacía la tela que cubría su mano. Esa quemadura estaba casi borrada, mas aún permanecían unas líneas rojas como evidencia de que estuvo ahí. El viaje a la cascada oculta de Bestia ayudó mucho a la cicatrización de su herida. Demostró una mejoría rápida tras esa pequeña escapada. Kaelin no quería admitirlo, pero le entretenía la idea de que un hombre tan grande e intimidante como Bestia mostrara tal preocupación por su herida.

La Bestia Y Su Doncel. (primera Parte Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora