Capítulo 32.

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La vida como padres no era sencilla. Desde despertar en la madrugada por el llanto a hacer muecas estúpidas solo para conseguir que se callara, realmente iban en contra de la personalidad arisca de la que Kaelin tanto se jactaba. Por más que odiara ser visto como débil gracias a su vida en el Reino, Kaelin no podía resistirse a hacer cualquier cosa tonta solo para tranquilizar a su hijo. El pequeño estaba siendo demasiado consentido por su madre Doncel, lo que sorprendió a Khaler casi tanto como al propio Kaelin.

Como un Doncel que nunca imaginó una familia o algo relacionado, tenía muchas dudas sobre su instinto materno sería tan fuerte como el de todos los otros Donceles. Lo comprobó, sin embargo, cuando vio al bebé y se vio abrumado por un inesperado sentimiento de adoración. El bebé que cargaba en los brazos cada día era ahora su más preciada posesión. Cuidarlo era lo que más le encantaba hacer en los últimos días, pues Alev era la razón de su más grande alegría.

Aún no presentaban al niño cómo hijo del líder. Debido a su rara anatomía, Khaler no había podido compartir la noticia de su nacimiento con el resto de los salvajes. Khaler quería hablar con los profetas y curanderos de la tribu antes de decirle a todos que su hijo poseía una condición única. De ser interpretado erróneamente, la tribu podría exigir la ejecución del niño. Aunque ninguno de sus padres lo permitiría, Bestia prefería asegurarse de que todo estuviera en orden para introducir a su especial hijo. Él sabía muy bien que los salvajes podían ser crueles con aquellos diferentes. No eran crueles por naturaleza, pero tampoco eran muy comprensivos con alguien diferente a ellos.

Kaelin todavía estaba en reposo, pues el parto realmente exigía demasiado de un cuerpo tan delicado como era  el suyo. Su abdomen y entrepierna dolerían por un tiempo antes de mejorar de cualquier modo, dejándolo limitado a un estado de reposo que apenas le permitía sentarse. A pesar de que era un increíble desafío mantenerse limpio y activo, Kaelin se las arreglaba para no dejarse limitar por un malestar que pronto se iría.

Ver a su hijo todos los días no paraba de entretenerlo. Alev era tremendamente hermoso en todos los sentidos, desde sus pequeños cabellos negros hasta las mejillas que nunca parecían perder su tono rojizo. Era un bebé sano por encima de todo lo demás, aunque lucía delgado por naturaleza. Kaelin no lo cuestionaba porque sabía lo difícil que era para un Doncel ganar peso. Sus cuerpos eran delgados en su mayoría, para agrado de muchos hombres.

Kaelin no dejaría que su hijo se acercara a ese tipo de hombres. Esperaría al momento exacto en el que Alev tuviera la obligación de seguir su destino el que lo llevaría al lado de un Rey. Pero esa profecía aún no estaba lista, así que decidió mantenerla para sí mismo. Bestia no tenía que saberlo, no aún al menos.

Alev empezó a retorcerse en su brazos, su débil voz informándole al Doncel que ya era hora de alimentarlo. Cada cuatro horas, el niño iniciaba sus pataleos y quejidos diminutos para ser alimentado por su madre. Kaelin no se sentía fastidiado por él, de hecho le agradaba sentir que era necesitado por alguien tan pequeño y frágil. Los constante lloriqueos de Alev llenaban su corazón de aquellos instintos maternos que jamás esperó sentir. Inesperadamente disfrutaba la maternidad y no sentía que iba a perder la cabeza, como supuso al inicio de su embarazo.

Kaelin se sentó, tomando al bebé de manera delicada entre sus brazos. Luego usó una mano para quitarse la camisa mientras mantenía al bebé abrazado. Al estar sin camisa, puso la cabecita de Alev contra su pecho y esperó, durante pocos segundos, a que el bebé empezara a ingerir su alimento. La leche acumulada en su pecho por ese breve período de tiempo fluyó rápidamente hacia la boca del bebé que succionaba su pezón con avidez, recibiendo todos los nutrientes que necesitaba tan solo con la leche materna de su madre. Ser un Doncel traía ventajas, como producir una leche que llevaba el doble de elementos necesarios para el crecimiento del niño.

La Bestia Y Su Doncel. (primera Parte Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora