Capítulo 26.

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¡Estamos bajo ataque!

Oír esas palabras tan pronto como el sueño abandonó su cuerpo fue aterrador. Kaelin apenas había salido de la inconsciencia cuando empezaron a sonar los tambores, unos que nunca había escuchado durante toda su estadía en la tribu salvaje. Confundido, tardó cerca de un minuto en comprender la situación.

Alguien estaba atacando la tribu. Por instinto, Kaelin se volteó y extendió una mano para avisarle a Bestia, solo para encontrarse con un espacio vacío al otro lado de la cama. Soltando un gemido de frustración, Kaelin se levantó y cojeó hacia la mesa, apretando los dientes cuando el dolor en sus caderas le impidió una movilidad completa. Las actividades de la noche anterior tenían repercusiones inesperadas en su cuerpo. Caminar era doloroso, mas sus determinación no flaqueó ni una sola vez.

Vistiendose con prisa, Kaelin tomó la daga que mantenía oculta bajo su alfombra y se preparó para salir de la tienda. En su condición era imposible saber qué sucedía afuera, por lo que debía salir sin conocimiento alguno del entorno. Odiaba aquella desventaja, pero debía salir de todos modos. Estaban lastimando a su tribu, y no lo toleraría.

Antes de salir, tomó una respiración profunda y se acarició el abdomen levemente. Luego abandonó la seguridad de su tienda para enfrentar el ataque en el exterior. No estaba preparado para lo que vió.

Salvajes tirados en el piso. Sangre corriendo por el suelo como agua. Niños llorando. Armas ensangrentadas rodando lejos de sus dueños. Era una masacre, sin importar a dónde mirara. Todas esas personas que conocía, que había llegado a apreciar, estaban muriendo frente a sus ojos como lluvia que cae del cielo. Gritos, llanto, sangre, putrefacción. Era la visión más horrenda que Kaelin tuvo, mucho más aterradora que su peor imaginación. Nunca saboreó el toque metálico de la sangre tanto como en ese instante, rodeado por salvajes que morían.

Luchando contra las náuseas, Kaelin avanzó por la tribu en busca de las tres personas que debía proteger a toda costa. Su amiga, Leynai. Su hijo, Enkirl. Y su compañero, Bestia. Su seguridad era lo más importante para Kaelin, aún en medio de tanta destrucción y tragedia. Ellos no podían morir, no. Kaelin se negaba a permitir que ellos murieran.

Llegó al centro de la tribu dónde muchas semanas atrás habían realizado la hoguera. Allí había salvajes peleando, y Kaelin se horrorizó al reconocer quienes eran los atacantes. Tuvo que obligarse a sí mismo a avanzar, y no detenerse a mirar a quienes solían ser sus compañeros. Kaelin ya no era del Reino, no les pertenecía. Tampoco era un salvaje; Kaelin simplemente era alguien criado en el Reino, que decidió quedarse en la tribu de los salvajes.

Kaelin fue consciente de los gritos e insultos que eran lanzados en su dirección por los policías. Para ellos, era un traidor y un cobarde al alejarse sin ayudar.

Todo se hacía más grotesco a medida que avanzaba. Buscó a Bestia y a Enkirl, fallando en encontrarlos. Tampoco pudo vera Leynai. Estaba cada vez más frustrado por no encontrar a quien quería. Buscar a su familia sin éxito era muy frustrante, y le hacía sentir enojado.

Mientras más caos veía, unas imágenes extrañas se repitieron una y otra vez detrás de sus párpados. Sentía que estaba viendo algo, pero no podía recordar claramente qué era lo que veía. Sobre todo cuando estaba esforzándose por hallar a tres personas en una tribu inmensa. Sin embargo no pudo evitarlo, y pronto se vio envuelto en un recuerdo que desconocía.

Kaelin era un niño pequeño otra vez, apenas seis años de vida. Estaba de vuelta en esa rara tribu, con una hermosa mujer salvaje que por alguna razón identificó como su madre. Había mucho ruido, haciendo que el pequeño niño se cubriera las orejas con miedo, sus labios temblando mientras combatía la necesidad de llorar. Su madre lo abrazó, depositando un gentil beso en su cabeza. Para Kaelin, aquel simple gesto le hizo sentir seguro y protegido de todo el mal. Saber que su madre lo quería era suficiente para calmar sus nervios.

La Bestia Y Su Doncel. (primera Parte Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora