Capítulo 20

1.7K 208 16
                                    

El periodo de reproducción de Bestia duró poco. Kaelin no volvió a tocar al salvaje después de su percance, molesto de que Bestia lo hubiera rechazado cuando usó su boca para aliviarlo. Le había costado mucho dejar de lado su orgullo para hacerlo, y el salvaje respondió de una manera terrible después. Él seguía atendiendo sus heridas, pero ya no intentaba tocar a Bestia más de lo necesario.

Fue después de una semana que Kaelin pudo dejar la tienda del salvaje sin preocuparse por que la herida se abriera. Leynai lo recibió en el taller con un ceño fruncido, mas no preguntó la razón de su ira. Solo sabía que se había peleado con Bestia, los detalles seguían siendo un misterio. El orgullo de Kaelin le impedía admitir que el salvaje se había enfadado después de que lo ayudara con su erección utilizando su boca.

Estaba tan enojado (otra vez) que ni siquiera volvió a pensar en los malestares que habían atacado su cuerpo durante los últimos días. Solo lo recordó cuando una mañana, mientras estaba calentando la forja, sintió las inevitables ganas de vomitar todo lo que había desayunado. Se vio obligado a correr, encontrando un arbusto dónde vomitar luego de arrodillarse. Toda la comida salió, provocándole ardor en la garganta y lágrimas en los ojos por el esfuerzo que requería vomitar tan de repente.

Pudo oír a la gente de la tribu reunirse a su alrededor, todos curiosos ante el desastroso estado de aquel Doncel que nunca se había visto tan débil. No tenía las fuerzas para gritarles que se fueran con amenazas, así que simplemente ignoró su presencia mientras seguía regresando toda su comida. Terminó luego de unos minutos, asqueado por las respuestas de su propio cuerpo.

Kaelin se limpió la boca con el dorso de su mano, frunciendo el ceño al ver que sus manos temblaban. De hecho todo su cuerpo temblaba, como si tuviera mucho frío. También sentía que sus extremidades estaban débiles, no las podía mover de manera correcta. Se quedó sentado, su pecho subiendo y bajando con esfuerzo. Luchó contra el ardor de las lágrimas en sus ojos y logró contenerse frente a la tribu.

El Doncel intentó ponerse de pie, solo para caer sobre sus rodillas al primer intento. Estaba demasiado débil para moverse sin apoyo. Necesitaba ayuda, pero era muy orgulloso para pedirla.

—¿Kaelin?

Ignorar la voz preocupada de Leynai le hizo sentir mal consigo mismo, aunque trató de ignorar sus emociones más frágiles por el momento. Quería llorar con tanto ahínco que tenía miedo de abrir la boca, sabiendo que probablemente lloraría si lo hacía. Su amiga estaba allí, acariciándole el hombro de manera gentil y maternal.

Kaelin tuvo que enderezarse después de un rato y miró a Leynai con una advertencia clara en sus ojos. Sabía lo que ella -lo que todos- pensaban. Estaba vomitando varias semanas después de haber pasado su celo con el líder de la tribu; la conclusión de todos era obvia. Creerían que estaba cargando a un bebé en el vientre solo por que su estómago parecía odiar la comida. No, Kaelin estaba seguro de que no había ningún criatura en su vientre. No podía haber una vida tan frágil creciendo en su interior, dependiendo de él para existir.

No podía estar embarazado. Sobre todo cuando estaba molesto con Bestia.

Kaelin alejó las manos de Leynai con un manotazo, levantándose por su cuenta y alejándose de ese lugar a toda prisa. Si esperaba más, era probable que Bestia viniera al pensar que había un hijo suyo en el vientre del Doncel.

En su tienda, Kaelin se sentó tan pronto como estuvo lejos de la multitud que se reunía dónde antes había estado trabajando. El cansancio en su cuerpo era tan grande que casi se desmayó, pero se resistió cuando  oyó unas pisadas afuera de su tienda. Tuvo que reprimir una sonrisa cuando vio de quién se trataba.

Con un pescado asado en su mano, Enkirl le sonrió a Kaelin antes de adoptar la misma expresión preocupada que tuvo Leynai al verlo vomitando.

Rápidamente, el niño se acercó a Kaelin hasta sentarse junto a él. Miró su rostro con una mueca de preocupación genuina que casi disipó el enojo en el corazón del Doncel. Sólo ese niño podía hacer que bajara las defensas. Era en extremo adorable, además de muy inteligente para su edad.

La Bestia Y Su Doncel. (primera Parte Saga Donceles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora