Capítulo 9

38 6 0
                                    

El día de mi cumpleaños finalmente llegó, aunque no me sentía diferente. En cuanto a mi magia, era como una llama constante que ardía en mi interior. Nada la podía apagar, tenía vida propia. En lugar de debilitarse, se tornó todavía más potente, igual que los rayos del sol. Ignoraba de qué parte de mí se alimentaba, pero esperaba que no se agotara nunca.

En los últimos días estuve ocupada preparando un espectáculo para mi pueblo. Si bien era un día para que me homenajearan a mí, en esta ocasión quería hacer algo diferente. Con un anuncio que fue proclamado en las calles y con panfletos, le pedí a hombres, mujeres y niños que se reunieran en el anfiteatro real donde los artistas ofrecían obras teatrales.

Observé detrás de las cortinas de terciopelo violeta cómo el anfiteatro se llenaba poco a poco, hasta que el último asiento en las graderías quedó ocupado. Entre los presentes había personas de todo tipo, desde ciudadanos pobres hasta los nobles de la corte. Los primeros asistían por verdadero interés, mientras que los últimos acudían solo para burlarse.

Mi escolta se removió a mis espaldas, inquietos.

No estaban acostumbrados a que decidiera ofrecer este tipo de espectáculos, siempre había sido una chica más bien introvertida que se refugiaba en su propio mundo. Esto definitivamente podía considerarse como salir de mi zona de seguridad.

Cuando les expliqué que quería realizar mi presentación en el anfiteatro, me enumeraron cien razones distintas para disuadirme. El hecho de que siguieran molestos por mi matrimonio tampoco ayudaba.

No desaprobaban mi magia, pero todos se sentían incómodos con ella. No porque pudiera hacerle daño a alguien, sino porque podía ocurrir un accidente y lastimarme a mí misma. Temían que algún hechizo saliera mal. Convencerlos de que estaría protegida y que sabía exactamente lo que hacía me costó días, pero al final lo logré.

Darren estaba con los brazos cruzados, mascullando para sí mismo.

―Ten cuidado en la función―Indicó Andras, muy serio―

―Así es, no intentes abarcar más de lo que puedes hacer―Agregó Calum, suspirando―

Perdí la cuenta de cuántas veces les aseguré que lo tenía todo bajo control, pero asentí con la cabeza una última vez. También les dediqué una amplia sonrisa con el objetivo de que estuvieran tranquilos. Quería que ellos disfrutaran del espectáculo tanto como los demás, si confiaban en mí, me sentía con la fortaleza para hacer cualquier cosa.

En lugar de aparecer con un vestido como los que siempre usaba, decidí atreverme a hacer algo osado y usar el atuendo que elegía para salir a montar. Pantalones de cuero, camisa de blanca de algodón y botas altas.

También me quité la diadema enjoyada, reemplazando mis elaborados peinados por una simple trenza que caía por mi espalda. Me maravilló lo cómoda que me sentía, podía moverme con libertad y lo más importante de todo: respirar correctamente.

―En su cumpleaños número dieciocho, la princesa ha decidido ofrecernos un obsequio, como muestra de cariño por su pueblo―Proclamó el presentador, también aplaudiendo―

El presentador abandonó el escenario luego de su introducción y yo emergí de entre las cortinas, mientras el público aplaudía emocionado. Una vez en el escenario, pude dimensionar la cantidad de gente reunida. Era un número muy superior de los que imaginé que vendrían. Con una reverencia profunda ante ellos, me quedé sola ante cinco mil personas.

Los ojos de cada uno me miraban fijamente, expectantes sobre lo que ocurriría a continuación. Los nervios hicieron temblar mis rodillas, pero tensé los músculos para no decaer. Ahora que estaba aquí, tenía que seguir, no podía echarme atrás como una cobarde. Mis amigos, Armant y Davi también estaban entre el público para darme ánimo.

Corazón EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora