Capítulo 5

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Esa noche después de la cena, los nobles de Valoria e Indis se reunieron en uno de los amplios salones del castillo. Los músicos tocaban sus instrumentos en un rincón sobre una tarima elevada para separarlos de las parejas que bailaban. Aquellos que preferían conversar con una copa en la mano se mantenían junto a las paredes, contemplando al resto.

Las joyas brillaban bajo la luz de los candelabros, mientras que las ventanas estaban abiertas para que la brisa entrara. La última vez que celebramos un baile con tanta espectacularidad, fue hace ocho meses en honor al cumpleaños de la reina. Las personas estaban emocionadas de poder enseñar sus vestidos nuevos y peinados sofisticados.

Incluso en medio de la fiesta, Andras estaba junto con los demás a unos metros detrás de mí, analizando a cada persona que entablaba conversación conmigo

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Incluso en medio de la fiesta, Andras estaba junto con los demás a unos metros detrás de mí, analizando a cada persona que entablaba conversación conmigo. Los cinco lucían en todo su esplendor el uniforme de la guardia real. Este era distinto al que utilizaban de forma cotidiana, estaba reservado para los eventos importantes.

En ese instante, mi madre estaba al otro extremo de la estancia platicando con Caesar y algunos miembros de su reino. Dos gobernantes poderosos, no pude evitar preguntarme de qué estaban hablando. No pasé por alto el detalle de que cada mujer soltera del reino presente esa noche, estaba embobada mirando al rey. Incluso las casadas se reían como si fueran adolescentes otra vez, disfrutando del panorama.

Observarlo desde lejos me permitía pensar en nuestro primer encuentro, cuando paseamos por los alrededores del castillo. No había tenido tiempo de hacerlo antes, después de diseñar el plan con mi escolta, regresé a mi habitación y las sirvientas me atraparon para darme un baño. Finalmente, pasé horas frente al espejo mientras decoraban mi cabello.

Me sentí muy cómoda al lado del rey, pudimos hablar con normalidad dejando las formalidades y títulos para tratarnos como iguales. Realmente me escuchaba y preguntaba mi opinión, no intentaba pasar por encima de mí como hacían otros hombres.

Se mostraba atento conmigo sin pedírselo y era capaz de reírse de sí mismo por sus pobres habilidades al escribir. Como si eso no fuera suficiente, también era extremadamente atractivo. Sin embargo, todos tienen defectos y el hecho de que todavía no los hubiera encontrado, no significaba que Caesar no los tuviera.

Es cierto que era un mejor partido de lo que imaginé cuando recién empezamos a intercambiar cartas, pero todavía era muy pronto para dar el paso y aceptar casarme con él. Por ahora, todo iba muy bien, aunque eventualmente los problemas aparecerían. No se podía evitar, la vida jamás era estable y pacífica.

Nerom surgió en mi campo de visión, situándose ante mí.

―Buenas noches, querida sobrina―Saludó, sonriendo con inocencia―

―Tío, espero que te estés divirtiendo―Respondí, asintiendo con la cabeza―

―Magnífica fiesta, aunque debo reconocer que no entiendo qué estamos celebrando―Comentó, soltando un bufido―

Corazón EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora