Tres días después de mi espectáculo de magia, llegó el tan esperado día de mi boda, supuestamente el día más feliz en la vida de una mujer. Yo no me sentía ni remotamente parecido a eso, pero no podía compartirlo con nadie.
Mi mente estaba inundada de ruido, no me permitía pensar en otra cosa que no fuera el último informe de mi escolta. Lo revivía una y otra vez en mi memoria, los eventos de la noche anterior que me dejaron helada.
La conversación estaba fresca en mis oídos, podía recitar cada diálogo.
Todo ocurrió cuando estaba a punto de irme a dormir, era muy tarde y debíamos salir por la mañana temprano a Indis, pero accedí a recibir a mis hombres porque insistieron en que era urgente. Tenían noticias relacionadas con la misión que les encomendé hace casi un mes. En esa ocasión, los autoricé a que investigaran a Caesar y su comitiva, reuniendo cualquier información sospechosa sobre mi candidato.
Fue hace tanto tiempo que lo había olvidado, desde entonces no habían encontrado nada relevante que me hubiera dado razones para retroceder. Debido a la falta de reportes negativos, había dado por hecho que Caesar era un hombre digno con el cual era seguro contraer matrimonio. Sin embargo, ellos no dejaron de investigar e indagar, hasta que finalmente se enteraron de algo que podía cambiarlo todo.
Ocho horas antes...
―Supimos... que el rey está preparando a su ejército para marchar tan pronto como él dicte la orden―Expresó Fionn, tragando saliva―
La resistencia de Fionn a explicar cómo averiguaron eso, me indicó que recurrieron a la tortura para obtener información de los planes secretos de Caesar. Quizás a cuántos habían tenido que sacrificar para apoderarse de los detalles. No era necesario que lo admitieran abiertamente, los que estábamos en esa habitación entendíamos que era mejor no mencionar sus métodos.
―¿Marchar a dónde?―Pregunté, escandalizada―
―A cualquier lugar, poco importa, hasta el último reino caerá si tú estás a su lado para ayudarlo―Respondió Calum, apretando la mandíbula―
―Eso es terrible, no puede ser―Murmuré, cubriéndome la boca―
―Alanys, tienes que cancelar la boda―Afirmó Darren, mirándome suplicante―
―Él solo quiere utilizarte por tu magia, jamás te amó―Agregó Leif, sin piedad―
―Sus deseos son convertirse en emperador de cada rincón del continente y cuando lo logre, va a deshacerse de ti―Insistió Fionn, brutalmente honesto―
―Valoria será el primer reino que absorberá―Ejemplificó Calum, cruzando los brazos―
Pensé que iba a estar furiosa, pero lo único que sentía era una traición tan grande que la temperatura de mi cuerpo descendió varios grados. Cuando apoyé las manos en mi escritorio, la superficie entera de madera se congeló al instante. Los segundos que me distraje y perdí el control de mis poderes, les mostró a mis soldados cuáles eran mis emociones en aquel momento.
Aparté las manos de la capa de hielo, esbozando una mueca por dejarme en evidencia.
Levanté la vista hacia el líder de mi escolta, mirándonos en silencio mientras el ambiente tenso me sofocaba. Andras era el único que no había hablado desde que llegaron a mi habitación, se había mantenido muy callado, escuchando y evaluando mi reacción. Estaba esperando a que su princesa decidiera qué hacer, esperaba mis órdenes.
Entendía la gravedad del asunto, pero me negaba a involucrar a más personas. Lo correcto sería despertar a mi madre y alertar al Consejo Real para detener la ceremonia. Pero eso sólo revelaría mi propia incapacidad a hacerme cargo de los problemas.
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Corazón Etéreo
Fantasy¿Los monstruos nacen o son creados? A todos los niños les han leído el mismo cuento antes de ir a dormir. En tierras lejanas, caballeros de brillante armadura y princesas de corazones nobles se enfrentan al villano, derrotan el mal y viven felices p...