En el entrenamiento al día siguiente, Harin fue más sádico de lo normal. Seleccionó ejercicios tan difíciles que no tardé en estamparme de cara contra el barro. Estaba enojado, pero me negaba a creer que fuera por mi culpa. Si descubría que me estaba haciendo pagar mis preguntas de la noche anterior, entonces le daría verdaderas razones para estar molesto conmigo.
Cuando cometí un error en mi combinación de juego de pies, el elfo siseó a través de sus dientes, exasperado. Le lancé una mirada asesina, entendía que me exigiera, pero nunca podría hacerlo bien si me presionaba de esa forma. Para concentrarme, debía estar tranquila, sin sentir sus ojos turquesa quemándome la espalda.
―No, estás inclinando el cuerpo cinco centímetros más de lo que deberías―Bramó, señalándome―
―¿Qué importa?―Pregunté, exasperada―
Tal vez tendría que haberme mordido la lengua, porque su rostro se crispó de rabia. En apenas dos zancadas cruzó el patio y se plantó a mi lado. Su mandíbula estaba apretada y sus pasos eran amenazantes. Si no lo conociera bien, su actitud me habría amedrentado, pero ya tenía experiencia con sus cambios de humor.
Harin separó mis piernas en la posición correcta, luego apoyó una mano en mi estómago, justo encima de mi vientre, para enderezarme en aquellos cinco centímetros que estaban mal. El calor de su mano extendida traspasó la tela hasta mi piel.
―Importa, porque esos cinco centímetros podrían hacer la diferencia entre la vida y la muerte―Indicó, mortalmente serio―
Una vez que corrigió mi postura, él simuló un ataque por la espalda. Rápidamente reaccioné, inclinándome al costado. Dando un paso hacia atrás, esquivé el golpe. El movimiento resultó fluido, como si lo hubiera hecho sin esforzarme. Funcionó porque lo había practicado miles de veces hasta perfeccionarlo.
―Las mujeres tienen su centro de gravedad más abajo que los hombres―Indicó, cruzando los brazos―
―¿Cómo lo sabes?―Interrogué, frunciendo el ceño―
―Su cuerpo está diseñado de esa manera para mantener el equilibrio durante el embarazo―Prosiguió, encogiendo un hombro―
―Tiene sentido―Comenté, acalorada―
―Con esos cinco centímetros adicionales, habrías perdido el equilibrio y caído hacia adelante. Si tu oponente fuera un Vrag, te habría cortado por la mitad con su hacha―Explicó, apretando las manos en puños―
Tragué saliva, consciente de mi descuido.
A pesar de que asentí con la cabeza, reconociendo mi equivocación, Harin apartó la mirada en otra dirección. Me preparé para continuar con el resto de los ejercicios, pero lo escuché soltar una maldición por lo bajo. Cuando lo miré por el rabillo del ojo, vi que sacudía la cabeza como si hablara consigo mismo. Una vez que se alejó del punto donde solía supervisar mis movimientos, supe que algo andaba mal.
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Corazón Etéreo
Fantasy¿Los monstruos nacen o son creados? A todos los niños les han leído el mismo cuento antes de ir a dormir. En tierras lejanas, caballeros de brillante armadura y princesas de corazones nobles se enfrentan al villano, derrotan el mal y viven felices p...