Lo primero que hice al despertar, fue tocar el corazón en mi pecho izquierdo, buscando el pulso latiendo constante en la arteria de mi cuello o muñeca. Una vez que me aseguré de que todo estaba en orden, analicé mi entorno con los ojos entrecerrados. Recordaba cada segundo de lo que sucedió en el coliseo, incluso la parte en que el emperador nos sacó de ahí con magia y nos trasladó a otra parte.
Necesitaba saber dónde estaba.
Me distraje cuando un mechón de cabello se deslizó por mi hombro y yo fruncí el ceño. Se supone que mi cabello estaba corto hasta la altura del mentón, entonces por qué diablos ahora estaba tan largo.
Después reparé en mi brazo izquierdo quemado por el ácido del basilisco. También estaba curado; el músculo, los tendones y la piel regenerados como nuevos. Deslicé las manos por encima de mi cuerpo, buscando los cortes de aquel fuego azul que no quemaba, pero cortaba como cuchillas y los azotes en mi espalda.
El resultado era el mismo donde sea que mirara, no tenía ninguna marca, herida o rasguño de los que antes decoraban mi piel. Las cicatrices que me gané escapando de los lobos en el bosque, entrenando con Harin y en el coliseo desaparecieron sin dejar rastro. Es como si me hubieran sumergido en una bañera de un elixir mágico y reparado todas mis imperfecciones. Las pruebas de mi corta, pero cruda vida ya no estaban.
Lo odiaba.
Quería mis horrendas y feas cicatrices de regreso en mi cuerpo, decorándolo como un mapa de aventuras. Ver mi piel inmaculada y perfecta era extraño, no lograba acostumbrarme. Me parecía insulso y carente de personalidad, no se supone que el cuerpo de los humanos sea impecable como la porcelana, sino que grotescos y testigos de las dificultades. Después de todo lo que he pasado, ya no era una frágil y delicada muñeca que teme romperse.
Ya era muy tarde para preocuparme por eso, puede que hubieran reparado el exterior dañado, pero en el interior seguía estando quebrada. Sentía que borraron mi identidad sin mi permiso, dejando intacto el cascarón que consideran hermoso.
Qué suerte que no pueden manipular el alma, porque estoy segura de que si les fuera posible sostenerla en sus manos, la esculpirían hasta que fuera una imagen celestial. Mientras más pienso en ello, sigo sin entender cómo alguien puede anhelar ese tipo de visión.
El único en todo el mundo con ese infinito poder de curación era el emperador. Si era capaz de traerme de regreso de la muerte; eliminar cicatrices y hacer crecer mi cabello era sencillo en comparación. No me sorprendía, sabía que con su magia él podía hacer esto y mucho más.
Mi pregunta era por qué Daemon no estaba aquí cuando desperté. Tal vez se haría de rogar y me obligaría a esperar varias horas o incluso días, hasta que hiciera una entrada dramática digna de un Vrag. Que los dioses me ayuden, ni siquiera he hablado con él y ya no lo soporto. Casi puedo imaginar lo que sucederá cuando estemos frente a frente.
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Corazón Etéreo
Fantasy¿Los monstruos nacen o son creados? A todos los niños les han leído el mismo cuento antes de ir a dormir. En tierras lejanas, caballeros de brillante armadura y princesas de corazones nobles se enfrentan al villano, derrotan el mal y viven felices p...