Los asesinos más peligrosos viven junto con los pobladores. Todos ellos tienen algo en común, y eso es la enfermedad que llevan en los ojos, lo que los hace más fáciles de identificar: la heterocromía.
Sus víctimas son asesinadas a sangre fría y no...
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Lo nuevo es peligroso, la gente es peligrosa, ellos son peligrosos.
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Prologo
Desde que crecí, me inculcaron la idea de que lo desconocido era algo aterrador, algo malo, y que mientras más buscara, encontraría las peores respuestas. Por esas mismas razones, me dieron algunas reglas para vivir en el lugar en el que estaba:
“No te acerques a ellos, son peligrosos.”
“Cuidado, no son de confianza.”
“Aléjate lo más que puedas, y si ves a uno, corre y protégete.”
“Atácalos si crees que estás en peligro.”
Me contaron tantas cosas sobre esas personas, pero en realidad siempre pensé que todo lo que decían eran mentiras para alejarnos de ellos solo porque eran diferentes. Por eso me había tomado la tarea de indagar e investigar para encontrar la verdad, y al hacerlo, me di cuenta del por qué les temían tanto. Había encontrado una fotografía antigua de una página de un periódico de las noticias del lugar donde vivía, era del año 1981, y en ella hablaban del comportamiento y la forma de ser de esas personas:
Se han reportado más de cuarenta muertes de hombres, mujeres y niños. Hasta ahora se han tomado medidas preventivas para que ellos no logren pasar. El sospechoso es Malcome Thames, un joven de veinticinco años. Fue encontrado en la escena del crimen junto con diez personas más que hasta ahora no han podido ser localizadas. Un testigo dice que las personas y Malcome tenían algo diferente, como los asesinos anteriores.
¿A qué se referían con esa diferencia?
Antes no sabía a qué se referían, pero después de crecer, finalmente lo entendí.
Recuerdo que cuando tenía siete años vi a uno de ellos. Lo más sorprendente es que esa persona se comportaba como una persona normal y hasta habíamos tenido una pequeña pero bastante emocional conversación, como si no pasara nada. Yo estaba en un parque sentada en una banca cuando él llegó, lo recuerdo como si fuera ayer.
—¿Puedo sentarme aquí? —me preguntó con una sonrisa amable.
Lo miré asombrada, era la primera vez que veía a alguien como él.
