Capitulo 16

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Aquella oscuridad aterradora puede convertirse en luz y una luz hermosa en oscuridad.

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16

Paso saliva intentando controlar las enormes ganas por salir corriendo y encerrarme en mi habitación para no ver aquellos pares de ojos que me veían con total desaprobación cada que levantaban la mirada. Evadí toda mirada mal intencionada y a como pude me mentalice para terminar el desayuno que seguía casi intacto sobre el plato. No podía probar sin sentirme extraña, podía sentir la tensión por todo el comedor.

Mis padres por alguna razón que desconozco prefirieron quedarse en casa a descansar. Nunca habían hecho algo como esto durante mi infancia, era algo lejano para mí este tipo de situaciones. Disfrutaría de su compañía si no fuera por la molestia que aún parecían tener, a pesar de que ya habían transcurrido tres días. Tres días totalmente aburridos, por la ausencia de Darwin no tenía ningún motivo para salir de casa. Y el quedarme encerrada solo me hizo sobre pensar en escenarios en dónde él me odiaba.  Desde su partida no le había mandando un mensaje, sentía que si lo hacía, lo molestaría. Me sentía culpable y no tenía la fuerza para lidiar con su rechazo.

—Nisha —me llamó mi madre sin alguna pizca de amabilidad.

Levanté mi mirada con duda, encontrándome con los ojos castaños de mi madre que me observaban con cansancio. Analicé aquel lunar bajo su nariz para no tener que verla a los ojos.

—¿Qué necesitas? —respondí dejando el desayuno de lado.

Ni siquiera puedo probarlo.

—Quiero hablar de tu futuro —comentó, dejando sus manos por encima de la mesa —¿Qué es lo que quieres estudiar?

Nuevamente esa pregunta.

Desde que tengo conciencia esa pregunta había dado vueltas en mi cabeza cientos de veces. Ambas personas frente a mí se habían empeñado por recordarme lo importante que era estudiar algo como lo suyo. Scott era el que más me llevaba a la agencia para mostrarme los lugares en dónde podría trabajar si elegía lo mismo que él. Y a pesar de que elegí ser un agente como el, no lo había hecho solo por presión, si no, por que me gustó de verdad.

Considerando que lo había elegido desde pequeña. ¿Por qué volvían a preguntarme si ya lo sabían?

—Ambos son conscientes de lo que quiero hacer —contesté sin entender su pregunta.

—No lo parece —se entrometió mi padre, golpeando el tenedor contra la mesa —. No creo que quieras ser un agente como tanto te la pasas diciendo.

Claro, el problema era mío por no poder enfrentarme a más cien asesinos al mismo tiempo.

Me tragué esas palabras sarcásticas, no quería empezar una discusión, pero mi poca paciencia no iba a funcionar con las personas frente a mí.

—¿Cómo podrías saberlo siquiera? —pregunte dándole una sonrisa lo bastante falsa para que se diera cuenta —¿A caso te la pasas conmigo para ver si solo finjo que me agrada ir por pueblo a buscar peligros junto a él agente Darwin?

Su mandíbula se vio completamente apretada.

—¿Hablas de esos peligros en los que tu no te entrometías? —indagó con la misma falsedad.

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—¿Cuándo vas a entender que no sólo podía enfrentarme a eso?

—No pienso discutir contigo —Se levantó de la mesa, mostrando su altura —Ya me demostraste tu nula capacidad, un error más y te voy a mandar con Frederick para que veas otras opciones.

Un escalofrío me invadió al escuchar eso ultimo.

No podía ser cierto.

—¿Cómo qué con Frederick? —pregunté levantándome de la silla con espanto.

—Tu padre y yo hemos hablado sobre eso —comentó mi madre con una calma que sólo me dio otro escalofrío —Pensamos que sería mejor que fueras con él, quizás te guste ese trabajo.

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Le doy un golpe a la mesa con la palma de mi mano con la sangre hirviendo.

—No iré con él —me negué al instante —Todo mi entrenamiento se irá a la basura solo por qué ustedes creen que no puedo.

—¡¿Entonces que es lo que quieres?! —Scott perdió la paciencia —No pienses que no tendrás un castigo por lo que sucedió en los últimos días.

—¡Pero no pueden llevarme con él solo por qué ustedes creen cosas sobre mí que ni saben!

—¡Esto ya no depende de ti! —Exclamó —¡Si tanto te quejas, entonces sólo has lo que te ordeno! ¡No voy a tener una hija débil, ni mucho menos a alguien que dependa de los demás para ser fuerte!

—¡Todo tu problema es que no me enfrente a ellos! —levanté más la voz —¡Pero no podía, por que son personas y no sólo podía matarlos!

Me doy un pellizco en cuanto me doy cuenta de la tremenda barbaridad que acabo de decir el voz alta. El arrepentimiento llega tan rápido como la cara de horror de mi padre. Doy un paso atrás por instinto antes de que suelte un grito que me arda los oídos. Una cosa es pensarlo para mí misma y otro es decirlo frente a dos personas que odian a esas personas.

—Cada día me decepcionas más —habló poniendo una mano sobre la mesa —Esto que acabas de decir es una completa estupidez.

Me abrazo a mi misma con un nudo en la garganta y los ojos nublados. Me niego a llorar, pero el dolor en mi pecho arde tanto, que tengo que mantenerme jugando con mis dedos para distraer el dolor.

Mierda.

—Alístate —lo escucho decir a lo lejos —En veinte minutos van a venir por ti y no tienes decisión para negarte.

Y con eso dicho, ambos se alejaron del comedor hasta desaparecerse de mi vista. Me siento de vuelta en la silla y dejo caer mi frente en el vidrio de la mesa. Sus palabras rodaban en mi cabeza como si fuera una grabación que se repetía una y otra vez.

Lo decepcione... A ambos.

Sin muchas ganas y a rastras salgo de la cocina y me voy directo a mi habitación. Mientras subo las escaleras la pregunta de quién es la persona que vendrá por mí ronda mi mente. ¿Quizás era Frederick?

Frederick es mi hermano mayor, trabaja como médico forense justo en el departamento al que habían cambiado a Darwin. Nunca veía a Frederick, jamás venía a casa y con justa razón. Si yo tuviera mi propio trabajo, ganara dinero y tuviera mi propio hogar, no regresaría a este lugar.

Además de que trabajar en ese departamento no era mi agrado, tampoco lo era mi hermano. Scott había hecho una copia exacta de él. No solo se parecían físicamente, también compartían ese mismo comportamiento tan desagradable. La única diferencia era que Frederick se comportaba de aquella manera cada que Scott estaba compartiendo el mismo lugar en dónde él se encontrará.

Mientras termino de acomodar la blusa manga larga, alcanzo a escuchar un grito potente que viene desde abajo por parte de Scott. Soltando un par de quejas por lo bajo, salgo de mi habitación y bajo de las escaleras sin comprender nada. A mitad de las escaleras me doy cuenta que la puerta principal está abierta, y no hay nadie en la sala. Con una ceja alzada salgo de casa y me detengo bajo el umbral de la puerta en cuanto me encuentro a mis padres dándome la espalda, mientras conversan con alguien a quien no alcanzaba a ver.

¿Quién es?

Ladee la cabeza intentando ver a la persona, pero era imposible.

—¿Me llamaste? —pregunte, ya sin saber que hacer.

—Acércate —ordenó Scott sin voltear a verme.

Hice caso a su petición y con pasos dudosos me detuve a su lado. Justo frente a nosotros estaba un hombre de cabello castaño y barba, bastante atractivo. Era alto, vestía un uniforme azul, que tenía una placa de lado izquierdo de su pecho. Tenía una correa en su mano, en dónde un hermoso pastor belga color negro se encontraba moviendo la cola a los lados. Levanté mis cejas al darme cuenta que el animal tenía heterocromia.

Al instante fui la atención de los ojos castaños del hombre qué tenía un rostro serio.

—Buenos días —saludé con educación. Le di un vistazo rápido a mi padre para que me diera una explicación, pero este me ignoró por completo.

—Buenos días —saludó de vuelta. Su voz era bastante ronca. —¿Es ella su hija, comandante?

Scott lo observo sin ninguna mueca.

—Sabes para que te llamé, ¿cierto? —ignoró su pregunta y dio un paso al frente —Haz algo con ella, le servirá de algo verte trabajar en el caso que tienes.

—Si, señor —contestó al instante, como si fuera soldado —¿También quiere que participe en las misiones?

—Exacto.

¿Participar? ¿En qué? 

Me quedo con las palabras en la boca ya que no tiene sentido preguntarme o negarme. No les veo ninguna intención de explicarme, nadie me observa, es como si mi palabra no contara.

—¡Cierto, señor! —se exalta el hombre como si hubiera recordado algo. Palpa sus bolsillos y en cuanto siente algo, mete la mano y saca algo del lugar —Encontramos esto en el automóvil 406, le pertenece a su hija.

¡Mi celular!

Se voltea en mi dirección y tomo el teléfono con una sonrisa. Lo inspecciono esperando que nada le haya pasado, y en cuanto me doy cuenta de que todo está bien, levanto la mirada.

—Gracias.

El hombre asiente con la cabeza y regresa a su lugar con las manos por detrás de su espalda.

—Pueden irse  —anuncia mi padre dando un paso atrás, me observa de reojo antes de añadir —: Esta es tu última oportunidad, no lo arruines de nuevo.

Y sin más se dio media vuelta, seguido de mi madre.

Por un momento quise ir y detenerme delante suyo para expresar mi molestia por el haberme dejado con un completo extraño. Pero nada serviría, tenía que acostumbrarme a que ahora esta persona era la encargada de mí, en lugar de Darwin.

—¿Nos vamos? —preguntó, moviendo la cabeza a la dirección en donde se encontraba el auto.

Asentí sin nada más que decir. Caminé detrás suyo en cuanto empezó ir en dirección al auto estacionado. El perro lo seguía obedientemente, por supuesto, ya estaba entrenado. Tanto que en cuanto le abrieron la puerta que daba a los asientos de atrás, el animal subió y se sentó tranquilamente. Sonreí divertida en cuanto me subí en el asiento de copiloto. El desconocido entró al auto en cuanto lo rodeo y una extraña sensación de incomodidad me invadió al instante.

Ambos nos quedamos en silencio. No tenía ni idea de que decir, era muy extraño.

Quiero regresar.

—Seguro deberíamos conocernos primero antes de empezar con los entrenamientos —comentó el hombre encendiendo el auto —Sera incomodo para ambos si no lo hacemos, ¿Qué te parece la idea?

—Esta bastante bien —agradecí mentalmente. Me acomodo en mi asiento para verlo a la cara —¿Cuál es tu nombre?

—Soy el agente Arthur Gardnerd —contestó haciendo una mini reverencia que me saco una sonrisa —¿Cuál es el tuyo?

—Mucho gusto, agente Arthur —copie su gesto —Soy Nisha.

—El gusto es todo mío —sonríe de medio lado —Por cierto, ¿Cuántos años tienes? Me sorprende que el comandante te integre si aún no eres un agente especializado.

—Si, he estado practicando desde niña —respondo, metiendo un mechón por detrás de mi oreja —El comandante quiere que me convierta en experta antes de entrar a la agencia. Así que ahora que tengo dieciocho años me integra en cosas más peligrosas.

—¡¿Desde niña?! —se asombra apretando el volante, gira su cabeza hacia mí, y nuestros ojos se encuentran por un momento breve. Su expresión era algo para recordar —Joder, haz estado viviendo todo esta locura desde tan pequeña, ¿Cómo es posible que lo soportes por tanto tiempo? Yo solo llevo tres años en la agencia y, para ser honesto, he estado pensando en dejarlo.

Si, solo que abandonar todo lo que he hecho no es una opción.

—Supongo que no fue tan difícil por la ayuda que me brindó él agente Darwin —me lo pienso un poco. Bajo la mirada al recordar todos los momentos que pasamos juntos, y una sonrisa se forma en mi rostro —Creo que hubiera sido mas difícil sin su ayuda.

—Es una buena persona —comenta el agente a mi lado —Gracias a él, pude quedarme con Taranis.

—¿Taranis?

El ladrido del can me ensordece al instante. Volteo a ver al hermoso animal que tiene la lengua de fuera y espera una caricia que no tardo en hacer.

—¿Fue por sus ojos? —pregunto admirando la belleza de sus colores. El izquierdo era azul y el derecho miel.

—Si, querían sacrificarlo —responde por lo bajo —Es un maleficio que asusta a la gente.

—¿Y por qué te lo quedaste?

Se queda en silencio con la mirada atenta en las calles.

—¿A ti te agrada o te desagradan ellos? —ignora mi pregunta.

¿Debería ser sincera?

—No me desagradan del todo —respondo —Ciertamente hay personas malas, pero…

—No crees que todas son así. Te entiendo completamente. —me interrumpe. Se detiene en un semáforo y se toma ese instante para mirarme a los ojos —Antes les temía mucho, Nisha. Pero un día fui salvado de morir asesinado por uno de ellos, y mi salvador fue de su misma raza —sonríe de labios cerrados —Desde entonces dejé de temer. Nadie creyó mis palabras cuando lo contaba, así que deje de hacerlo y solo quedó como un recuerdo.

¡Fue salvado por uno de ellos!

—¿No recuerdas quién te salvó?

—Fue hace muchos años —regresa su mirada al frente en cuanto el semáforo cambia de color —He estado dudando sobre ese recuerdo, y como si intentara buscar respuestas, me uní a la agencia esperando encontrarme con otra persona como mi salvador, pero no parece haber nadie mas.

Debe ser difícil.

Quizás, así como Jen, estaban viviendo en este lado del pueblo camuflados. Era lo más viable, si el agente a mi lado quería verlos de nuevo nunca lo haría, ellos no se harían ver por que se meterían en muchos problemas.

—Así que ahora estoy cuidando a Taranis para que no sufra como los demás —prosigue —Ya que esta clase de particularidad en mascotas nacen cada ciertos años, me siento más tranquilo de saber que él es el único por ahora —vuelve a detener el auto en otro semáforo —Lo rescaté cuando era cachorro y solo pude esconderlo un par de días hasta que me descubrieron. Tuve que rogarle de rodillas a Darwin para que me ayudara con él comandante y con una amenaza de que si Taranis se comportaba mal me harían daño a mí, aceptaron.

Suspire levemente.

—¿Entonces, Taranis siempre está contigo?

—Si —respondió —No puedo dejarlo en casa ya que se siente solo y aúlla en mi ausencia, lo que molesta a los vecinos. Así qué me acompaña al trabajo, aún que a veces preferiría no traerlo.

—¿Por qué?

—Las personas son muy malas, Nisha —responde con un semblante bastante serio —Cada vez que lo miran, noto esas miradas juzgonas, me gritan e incluso quieren golpearnos. Pero sé que se resisten porque soy un agente, saben que fácilmente podría encerrarlos.

Se me hizo pequeño el corazón. Miré a Taranis con un semblante triste. Esté me veía con la lengua de fuera.

—Nunca voy a entender por que las personas son así —dije tocando la nariz de Taranis —No merecen ese trato.

—Lo sé —responde rascando su barbilla —Pero mientras hayan personas que no los juzguen y los quieran, con eso podrán ser felices.

Asentí comprendiendo.

Ojala todos entendieran que lo diferente no siempre era algo malo.



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Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora