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De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas.
Eduardo Galeano.
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12
Minutos antes de los asesinatos.
Scott
Me muevo con sigilo por mi oficina, busco las carpetas en los cajones del escritorio sobre posibles sospechosos. Abro y cierro carpetas queriendo encontrar el papel donde venía la información sobre algunos de los sospechosos del ataque de el callejón. Buscamos algunas personas más cercanas, apuntamos nombres, direcciones, números de teléfono y los mandamos a vigilar, pero lamentablemente hasta ahora no ha habido nada sospechoso de ninguno de ellos. Era todo un problema que Thomas no haya podido observar a su agresor, eso nos atrasaba más de lo que pensaba. Lo único importante del caso hasta ahora era la información que el agente Darwin había mandado hace dos horas sobre la cámara de vigilancia que se encontraba frente al callejón en dónde habían ocurrido los hechos. Y ahora como un puto loco, estaba moviendo a mi gente para que lograrán buscar a los dueños de esa casa para obtener las grabaciones.
Lo más sospechoso de todo, era aquella información que Thomas nos había proporcionado en la entrevista. Ese disque testigo no había aparecido ni denunciado lo ocurrido. Incluso después de que mandara a anunciar en televisión que se presentará en la agencia.
Rechisto dejando de lado la carpeta con todo lo investigado, muevo la silla frente a mi escritorio para sentarme y empezar a leer las carpetas con papeles de los distintos casos que han surgido sólo en dos meses. Abro la primera carpeta donde el número del caso xx se encuentra, comienzo a leer un poco hasta que mi tranquilidad se interrumpe cuando tocan a mi puerta con insistencia.
Dejo la carpeta de lado. Levanto la vista a la puerta que estaba frente a mi, a unos cuantos metros.
—Pasen.
La puerta negra se abre de par en par, dejando ver a la persona que tocaba. Era el subcomandante Charlie, llevaba el uniforme azul puesto. Su rostro anciano se nota asustado, sus ojos castaños me observan con algo de pánico.
—¡Comandante! —me llama con desespero —Están atacando en el centro treinta y cuatro.
No hacía falta recalcar quienes eran los culpables, lo sabía a la perfección. Ellos siempre eran la noticia de día y noche, aquí no se descansaba por su culpa; de hecho, ya no era una sorpresa. El pueblo no estaría para nada tranquilo con estos ataques, pero saben que nosotros siempre iremos a ayudarlos sin importar que no durmamos en días, semanas o meses.
Me levanto dejando mi altura a la vista, hacer todo rápido es lo esencial.
—¿Cuantos de ellos? —pregunto levantándome del asiento. Camino con pasos rápidos hasta la puerta, pasando por su lado.
—Son cientos —explica caminando detrás de mi, apurado —Los mejores ya están en sus posiciones esperando sus órdenes.
Sigo mi camino con eso en mente. Sé que no debo darles tantas explicaciones, ellos saben que es lo que deben hacer. Cruzo por los pasillos de la agencia hasta llegar a la habitación de las armaduras donde todos están formados en filas con los brazos a los lados esperando por mí.
—Vayan y captúrenlos sin matarlos —les ordeno deteniéndome frente a los uniformados —Disparen lo menos posible, no queremos meternos en problemas por matarlos aún, pero tráiganlos vivos. Necesitamos cuestionarlos, y si creen que su consecuencia es la muerte deben darse cuenta que se equivocan. En este lugar la muerte no es un castigo y muy pronto lo sabrán.
Cruzo los brazos sobre mi pecho para mostrarme firme a mi palabra. Si algo hacia que me molestará era que esos seres repugnantes pensarán que sus actos no tendrían consecuencias además de la muerte; algo que para ellos era poco ya que por lo general asesinaban sólo por hacerlo.
Al terminar de hablar les hago una seña con la mano para que corran a las camionetas que están afuera estacionadas. Camino a la puerta de salida detrás de ellos sólo para observar como todos se alejan a su destino, sé que no necesitan que les diga que hacer, por algo son los mejores agentes que tengo. Enseñarles a los novatos la manera de ser de los agentes especiales es difícil al comienzo, muchos se arrepienten y lloran como gallinas, mientras que otros no les importa comenzar por cosas pequeñas hasta alcanzar lo más alto, ver como cada uno se exige por más, es lo mejor que sé puede ver en la agencia.
—Comandante, me han informado que el agente Darwin va en camino —suelta el subcomandante al ver que paso por su lado para ir a mi oficina. Me detengo al instante y volteo a verlo con una ceja alzada.
—¿Le dijeron si iba sólo? —pregunto con algo en mente.
El hombre encoge los hombros.
—No —responde dándose vuelta para salir, pero antes de hacerlo voltea la cara para verme con seriedad —. ¿Te preocupa que tú hija esté en peligro? Si quieres mando a alguien por ella.
Cruzo los brazos sobre mi pecho, pensativo.
—No me preocupa —contesto con la verdad —. Avisa a los agentes que quiero que me hagan un informe de lo que ella hizo para ayudar. No estoy criando a una inútil, necesito empezar a ver resultados de mis enseñanzas. Y si no puede con esto tan fácil, la sacaré de inmediato para que estudie en otra cosa.
Se queda anonadado por mi respuesta y en vista de que no abre la boca para contestar, lo ignoro y paso por su lado para irme directo a mi oficina a esperar los dichosos resultados. Sin embargo, horas después ya estaba en camino al centro comercial, me habían comunicado el número de bajas y sobre todo, que Darwin había salido herido y con el cuento que Nisha estaba desaparecida.
—¿Dónde está? —le reclamo a un agente que estaba a cargo de los demás.
El hombre, cansado, pasa una mano por su cara antes de responder.
—Lo están atendiendo en la ambulancia —apunta hacía atrás, en dónde a varios metros alcanzo a ver varias ambulancias estacionadas.
Fruncí el ceño con enojo en cuanto un grupo de camarógrafos se acercan a mí con las entrevistadoras. Mi rostro se llena de Flashes y el mal humor me gana en cuanto empiezan a estorbarme.
—Comandante, ¿Cómo se siente después de todo este incidente?
—¿Ya saben cómo lograron cruzar?
—¡Comandante, ¿Qué sucederá ahora que no estamos seguros en nuestro lado del pueblo?!
Me abro paso de mala gana en cuanto encuentro a Darwin sentado en la ambulancia, con el pecho al aire libre y una venda rodeando su estómago. Se levanta en cuanto nota que me acerco.
—¡Agente Darwin! —Lo llamo con voz autoritaria. Su mirada se abre en sorpresa al instante.
—Si me gritas de esa manera debe ser por que estas enojado —dice cuando me acerco. Cruza sus brazos mirando con algo de precaución a los lados —¿Qué necesitas?
Me le quedo viendo con furia por su forma de no hablarme como se debe.
Toco mi frente para no explotar.
—¿Dónde está Nisha? —pregunto entre dientes.
Su rostro pasa por uno preocupado. Noto como se tensa a la vez que desvía la mirada con total descaro.
—No lo sé —se pasa una mano por el cabello —La dejé en al auto y…
—¿Por qué carajos la dejaste ahí? —le recrimino apretando los puños —¿Crees que está de adorno como un puto muñeco?
—Ella aún no está lista para enfrentarse a toda esta basura —responde en un tono más alto que antes, con el ceño hundido —Es un puto infierno donde asesinan a diestra y siniestra como animales, ¿Por qué quieres que apoye en estas cosas sabiendo que no es un agente capacitado?
—Por que eso es lo que debe hacer —espeto de mala gana, me le acerco con la furia emanando de todo mi cuerpo —Por eso te la dejé a cargo a ti. Eres un agente especializado y uno de los mejores que tengo y se supone que te ordené que no la cuidaras como una mocosa y que le mostraras todo lo que conlleva ser uno de nosotros.
Su rostro enfurecido se tensa en respuesta en cuanto escucha mis palabras. Pero no puede importarme menos, siempre se toma atribuciones que no le corresponden como ahora. Todo por qué se deja llevar por sus estúpidos sentimientos de misericordia por las personas cercanas. Ha malcriado a Nisha, todo por creer en sus estúpidos cuentos de que es una hija para él. Pero ahora debía entender que su verdadero padre soy yo y aún que no le guste, yo soy el que da las ordenes y el solo uno más de mis subordinados que debe de obedecer aún así que no lo quiera.
—¡¿Te das cuenta que es tu hija?! —me reclama como si no pudiera creerlo —¡¿Que pasaría si le sucede algo?!
Permanezco sereno ante sus gritos y reclamos. No es como si jamás me hubiera tomado el tiempo de pensar en todo, pero ya no era mi problema las consecuencias que a ella le ocurrieran solo por ser una inútil en su trabajo.
—Sería su problema —Respondo totalmente tranquilo —Ha sido entrenada prácticamente desde que nació, y si es una incompetente ya no es mi responsabilidad. Nisha estuvo de acuerdo desde un principio de todo lo que conlleva ser una agente.
Niega con la cabeza como si no creyera lo que estaba saliendo de mi boca.
—Es tu hija, Scott.
—Y por eso sé lo que es mejor para ella —respondo, dejándole ver que no hay manera de que sigamos está conversación —Pero ahora por tus falta de responsabilidad no sabes en dónde está y ahí es cuando te das cuenta de lo poco ético que eres y solo me demuestras que no sirves para esto.
Rasca su cabeza con frustración, suelta un suspiro antes de verme con pesar.
—Admito que fue mi culpa por dejarla en el auto —Se lamentó —Antes la había visto en el centro comercial, pero llegaron los agentes y dispararon por todos lados.
Aprieto los dientes con una molestia tan grande que temo que se me quiebren. Las ganas de molerlo a golpes pasan por mi cabeza una y otra vez. Me tomo un respiro hondo que me termina provocando un ardor en el pecho por el aire frio.
—¿Ya la buscaron en el centro comercial? —pregunto tocándome la sien.
—Ya lo hicieron.
—¿Y las cámaras de seguridad?
—Fueron eliminadas todas las grabaciones…
Suelto un puño directo en la parte trasera de la ambulancia con la sangre hirviendo. Veo de reojo a Darwin antes de enderezarme con el cuerpo tenso y unas intensas ganas de partirle la cara de idiota que pone en cuanto nota mi molestia.
—¡Llama a los del noticiero ahora! —le ordeno dándole un empujón hacia atrás con brusquedad —¡Voy a hacer lo que tu no puedes!
Tartamudea varias veces y como imbécil da vueltas en su lugar, antes de detenerse y asentir rápidamente con la cabeza.
—Lo haré ahora.
Me doy media vuelta enfurecido, camino con rapidez al centro de el lugar y doy un grito lo suficiente potente para que todos me escuchen:
—¡Más les vale levantar sus culos para largarnos de una buena puta vez!
Y con eso ya dicho me espero a que la televisora venga para buscar a Nisha. Quedarme sin hacer nada no es una opción, todos entenderán el por que deben temerme a mi, el comandante y a mi familia.
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No sé les olvide dejarme un voto y un comentario, me ayudarían mucho para que más lectores lleguen a esta historia. Espero les haya gustado este capítulo, gracias por leer, nos veremos en los siguientes capítulos.
Bye ;)
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Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientos
Mystère / ThrillerLos asesinos más peligrosos viven junto con los pobladores. Todos ellos tienen algo en común, y eso es la enfermedad que llevan en los ojos, lo que los hace más fáciles de identificar: la heterocromía. Sus víctimas son asesinadas a sangre fría y no...