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Una sonrisa dice todo cuando las palabras no dicen nada.
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17
Salgo del auto en cuanto nos estacionamos en la parte trasera de la agencia. Era un estacionamiento especial justo para los empleados. Por eso no me sorprendió encontrarme con varios agentes yendo de un lado a otro. Era común que los agentes tuvieran buen porte y apariencia, por ello la mayoría tenía una figura grande, que asustaría a cualquiera. Todos tenían excelentes físicos, la mayoría tenía tatuajes, algunos estaban rapados, otros con la cabellera larga y uno que otro con señales de que habían enfrentado algo peligroso, pero que también habían ganado la batalla.
Existía un reglamento en el que todo aquella persona que se uniera a la agencia debía tener un buen historial medico y por lo menos practicar algún deporte para su rendimiento. Aquel que incluyó esa regla tan importante había sido el comandante, Scott West. Por supuesto, había una razón para implementarla, mientras con mejores complexiones estuviéramos, ellos dudarían dos veces antes de enfrentarnos. Al inicio funcionó, solo que al pasar de los meses, ellos le dejaron de tomar importancia y atacaban sin pensarlo.
Y por eso mis entrenamientos debían de ser cada vez más constantes, tenía que aprender a mejorar mis habilidades no solo de luchadora, sino de estratega. Claro que esto dependía a qué departamento quería unirme, pero yo añoraba por actuar de ambas formas y no solo quedarme de apoyo a lo lejos.
Caminé con el agente Arthur a mi lado sobre el asfalto hasta detenernos frente al guardia de seguridad que estaba al lado de la puerta trasera. El hombre de cabello rapado y cejas gruesas, posó sus ojos castaños sobre mí y luego sobre el agente a mi lado.
—Agente Arthur —Habló él hombre con voz gruesa.
—Buenos días, Richard —saludó Arthur con una sonrisa.
El guardia, aún con aquel rostro sin emoción, asintió con la cabeza en respuesta y abrió la puerta metálica, dejándonos pasar. Camino por detrás del agente sin dejar de observar a mis alrededores, estábamos en una de las habitaciones de entrenamiento. Las paredes eran grises y de ellas colgaban armas y chalecos. Cruzamos otras de las puertas que daban directo a los pasillos de la agencia.
No parecía haber nada diferente a lo usual, realmente estaba justo como recordaba.
Caminamos por los pasillos angostos, hasta detenernos a mitad del mismo para acercarnos a dos agentes que se encontraban delante de las máquinas expendedoras. Ambas personas conversaban de lo más relajadas mientras consumían snack y bebidas.
—Pensé que estarían ocupados trabajando, pero ya veo que no —habló el agente Arthur en su dirección.
El primero en percatarse de su presencia fue un hombre de cabello rizado y unos enormes ojos castaños, de rostro redondo y una nariz puntiaguda y perfilada. Tenia esa clase de rostro al que no se podía adivinar los años.
El hombre abrió los ojos en sorpresa.
—Justo estaba pensando en eso —le da otra mordida a su snack —Pero te estábamos esperando.
—Además, necesitábamos tomar un descanso —comentó el otro agente. Su cabello negro era largo y le llegaba hasta el cuello, tenia ojos oscuros y labios delgados, pero era lo suficientemente atractivo como para parecer una estrella de rock —No he dormido nada. Me merezco un descanso de cinco minutos.
Sonreí de labios cerrados en cuanto me voltearon a ver. Hundieron el ceño y miraron a Arthur sin comprender.
—Soy Nisha —me presenté sin dejar de sonreír —La hija del comandante.
En cuanto termine de explicar, sus rostros se transformaron en sorpresa y como si fueran soldados, se plantaron firmemente delante de mí con los brazos pegados a su cuerpo.
—Es un placer conocerla al fin —se inclinó el agente de cabello largo, limpiándose las comisaduras de los labios, en dónde tenía migajas de lo que momentos antes estaba comiendo —Soy el agente Nicolás —me tendió la mano que por supuesto apreté en un saludo rápido.
—Soy Michael —se acercó el otro hombre en cuanto el agente Nicolás se hizo aún lado. Sus ojos castaños se abrieron en asombro en cuanto notó alto que yo no. —El agente Michael —se corrigió al instante, extendiendo su mano —Mucho gusto.
Le doy un apretón suave sin dejar de observar el cambio repentino de ambas personas. Antes de que me presentara, se veían bastante relajados y ahora… Bueno, parecían todo lo contrario.
—El gusto es todo mío. —doy un paso atrás con las manos detrás de mi espalda.
El agente Michael metió las manos en los bolsillos de sus jeans mientras carraspeaba su garganta y veía de reojo a su otro compañero.
—¿Y que la trae por aquí? —indagó. Evadía mi mirada como si estuviera incómodo.
—El comandante me dejó a cargo del agente Arthur.
Asintió lentamente con la cabeza, la frente le brillaba del sudor.
¿Por qué está así?
Ambos tenían expresiones como si hubieran visto un fantasma. No lo compendia. Y sin querer pensarlo demasiado, me volteo hacía Arthur con una duda en mi cabeza.
—¿Por qué estamos aquí? —me atreví a preguntar.
—El comandante pidió que te uniéramos temporalmente al departamento de inteligencia —explicó con voz tranquila —Estarás en dos departamentos por ahora, este y el de formación.
—¿Quién está a cargo del departamento de formación?
—Antes era el agente Darwin, ahora es el agente Gustav —responde tocando su barbilla —Pero estás a mi cargo, así que solo practicaras lo que antes te enseñaron. Lo importante es que conozcas este departamento.
Asentí comprendiendo.
—Dicho eso, acompáñanos al lugar de investigación —pide empezando a caminar por el pasillo.
Un par de miradas más a los agentes que dudan antes de ir tras el hombre y camino junto con ellos sin comprender demasiado. Me llevan directo a un enorme cuartel donde hay mesas y escritorios por todas las orillas, cientos de computadoras abundan sobre ellas y justo en el centro una mesa redonda que alumbra luz azul.
Así que, aquí es el departamento de inteligencia.
Nos detenemos frente a lo que parecía ser una mesa, y con dos pequeños toques que le hace el agente Arthur, el lugar se enciende y de él alumbran calles y casas en 3D de color azul. Paso mi mano por las imágenes realizadas y al instante se hace un pequeño movimiento en la imagen que regresa a su lugar en cuanto bajo mi mano.
Increíble.
Jamás había entrado aquí.
—¿Qué es lo que ahora están buscando? —pregunto, curiosa.
Los agentes encienden una de las computadoras y delante de nosotros se encienden cientos de pantallas donde muestran imágenes de un hombre en específico. En diferentes lugares, diferente vestimenta.
—Jasón Thames, ¿Lo conoces? —pregunta el agente Nicolás.
Niego con la cabeza.
—Es el asesino serial más peligroso del pueblo —explica apuntando a la pantalla —Lo hemos estado buscando por más de cinco años, no tenemos mucha información de su paradero, es bueno escondiéndose.
—Estas fotografías son de hace más de diez años, de la última vez que se vio fue en este lugar. —prosigue Arthur enseñando una imagen de una tienda comercial —Un hombre identificado como Sed Johnson le entregó una carta desconocida. Días después el hombre fue encontrado muerto en la tienda, con signos de asfixia y cortes en su cuerpo.
—Y pesar de lo sucedido, la tienda sigue abierta bajo el cuidado de Andy Patterson —el agente Michael hace zoom a una imagen donde se muestra a un hombre con bigote —Últimamente se ha visto ingresar a la tienda a un hombre identificado como sospechoso vestido con lentes y una gorra. No hemos podido actuar para que no sospeche que está siendo seguido.
—Entonces, ¿por ahora solo perseguirán al sospechoso?
—Por ahora si —respondió Arthur —Sin embargo, como es un caso especial, necesitamos comenzar con tu entrenamiento. Mientras tanto, el agente Michael y el agente Nicolás, serán los que se infiltraran y se harán pasar por compradores para ver por dentro de la tienda.
—Pero yo ya fui entrenada —moví la cabeza hacia aún lado, confundida.
—Es otro tipo de entrenamiento —responde yendo hacia las pantallas que estaban detrás de nosotros. Muestra la imagen de una de las habitaciones de entrenamiento donde hay una mujer observando más de diez fotografías en una pantalla —Es para aprender a reconocer, todas las imágenes son diferentes y debes memorizar cual es la que necesitas identificar primero.
Oh. Se ve bastante difícil.
—De acuerdo… —dudé un poco —¿Cuánto tiempo me llevará este entrenamiento?
—Podrías tardar un año o más.
¡¿Qué?!
—¿Un año?
—Es lo que podría tardar tu cerebro en encontrar las características y no equivocarte.
Suspiro por lo bajo en cuanto me doy cuenta de lo difícil que será este nuevo entrenamiento.
Debo hacerlo.
—Llévame al lugar.
El agente asiente con una sonrisa y me guía a otra de las habitaciones. En cuanto entramos puedo ver lo pequeño que es el lugar. Delante de mí se muestra una pantalla gigante que muestra imágenes al azar. Al menos hasta que Arthur escribe algo en una de las computadoras en dónde se fija en la pantalla diez fotografías de paisajes.
—Hay tres niveles: el normal, medio y difícil —explica deteniéndose a mi lado —Iniciaras con lo sencillo hasta que tus ojos se acostumbren. Tendrás una hora para lograr identificar diez distintos paisajes. Al finalizar apagas todos los equipos y te vas directo a casa. No necesitas excederte, este tipo de entrenamientos causan muy fácilmente dolores agudos de cabeza y ardor en los ojos —se cruza de brazos —Si sientes algún malestar no dudes antes de ir a servicios médicos.
Asiento nuevamente estando de acuerdo.
—Aquí será tu lugar de entrenamiento y si deseas entrenar para el otro departamento deberás entrenar en otro lugar —prosigue, haciéndome una seña para que lo siga fuera del lugar. Caminamos hasta llegar a otra puerta que abre y me muestra una habitación donde hay objetos para disparar —Aquí entrenaras tu puntería, si deseas entrenar cuerpo a cuerpo, podrías mandarme a llamar y estaré aquí en dos segundos.
—¿Sabes pelear?
—Una de las principales reglas para reclutarnos es aprender a luchar —asiente con una sonrisa —No importa el departamento.
Sonreí emocionada. Suelto la correa de Taranis y este mismo, mueve la cola a los lados sin dejar de mirarnos.
—¿Qué tan bueno eres peleando? —doy pasos atrás y comienzo a calentar mis brazos. —. No he practicado y siento que he olvidado todo. Necesito luchar contra algo.
Arthur sonríe de medio lado dándose cuenta de mis intenciones. Mueve sus brazos en círculo con aquella mirada sería.
—Soy bastante bueno.
Me posiciono en mi lugar con la guardia arriba.
—¿Lista?
Asiento rápidamente.
—¡Ya!
Corro en su dirección intentando hacer una de las maniobras que me enseñó Darwin, sin embargo, en cuanto posiciono mi pie por detrás de su pierna, me jala del brazo hasta chocar mi hombro contra su cuerpo y me levanta como si fuera un muñeco y me gira sobre su espalda hasta hacerme tocar el suelo en un golpe en seco.
¡Pum!
Suelto un quejido con el dolor punzante en mis extremidades. A cómo puedo me intento levantar del suelo con los brazos temblando. Arthur se agacha a mi lado para verme de cerca, con una sonrisa socarrona en su rostro.
—No podrás contra mí —negó dándome un empujoncito que terminó por tirarme al suelo —Necesitas practicar más para intentar ganarme.
Me dejo caer al suelo con las extremidades estiradas. Taranis corre en mi dirección y se queda observando mi rostro como si entendiera lo que estaba pasando. Rasguña mi cabeza en cuanto me ve cerrar los ojos y chillo en cuanto siento el ardor que eso me provoca.
—Vamos, levántate —pide Arthur, levantándose. Camina cerca de las paredes —Es hora de saber si eres igual de mala que con las armas de fuego.
Pongo ambos de mis codos sobre el suelo frío para medio levantarme. Presto atención sobre el agente que toca un botón rojo que está sobre la pared.
—¿Qué haces? —indago, confundida.
—Ya lo verás.
De repente, comenzaron a salir del dianas redondas que tenían marcas circulares dentro, color rojas. Eran varias que se movían de un lado a otro, unas más lentas, otras más rápido y se cruzaban entre sí.
Me levanto de un salto en cuanto lo veo entrar por una puerta que estaba en el mismo lugar, me asomo y era un mini cuartito en dónde habían armas pequeñas colgadas. El agente tomó un arma y como si fuera un simple juguete, jugó con ella sobre sus manos, antes de lanzarme unos lentes transparentes y unos audífonos del mismo color; que me pongo al instante.
—¿Lista? —pregunta en cuanto me ve seguirlo.
Niego al instante y eso le provoca una risa divertida. Pero yo no le encuentro el chiste, realmente tenía un problema con las armas. No me gustaba recordarlo. Pero ese momento vivía demasiado en mi mente.
Arthur se acerca a mí y me ofrece el arma que dudo en tomar, pero terminó por hacerlo. Paso saliva en cuanto aprieto la empuñadura.
Esta fría.
—Muy bien —subió el pulgar al verme con todo el equipo necesario —Ahora, dos cosas —enumeró con los dedos con una mirada fija —Agarra el arma con las dos manos a la altura de tu pecho, con un buena distancia para que no te golpees con ella. Y lo segundo, el arma tiene puesto el seguro. Puedes agarrar bien el arma.
Asentí sintiendo mis manos sudorosas. Bajo la vista a mis manos dándome cuenta que la tenía apuntando hacia abajo, sentía que en cualquier momento dispararía por error.
—Ponte aquí —apuntó a dónde él se encontraba —Párate derecha y respira hondo —sonrió dándome un apretón en el hombro —Tranquila, no podrás disparar si estas muy nerviosa.
Sentía que la mano me temblaba. ¿Por qué tenía que volver a hacer esto?
Me acomodo tal y como me estaba explicando. Subo el arma a la altura de mi pecho y con cuidado, le quito el seguro, el cual enseguida hace un pequeño “clic” que me avisa lo que ya sé.
—Vas bien.
¿Cómo voy a ir bien si ni he disparado?
Le apunto a una de las dianas que estaba quieta sobre la orilla. Sin embargo, cambio de objetivo por una de las dianas que estaban frente a ella, que se movía de lado derecho a izquierdo y cubría cada cierto tiempo la diana de atrás. Lo que significaba que si quería lograr atravesarla debía ser rápida y tenía que aprovechar el momento en cuanto encontrará una oportunidad.
Respira.
Saco el aire por la boca controlando mi pulso. A mi mente llegó aquella ocasión en dónde estaba entrenando con Darwin, aquel consejo que me había dado.
“Si te sientes nerviosa, cuenta hasta tres y una vez que llegues al tres, no pienses en nada y haz lo que debas hacer.”
Cierro los ojos, dejando que todo rastro de duda se vaya. En cuanto agarro el valor que necesito, comienzo a contar mentalmente.
Uno.
Respiro hondo.
Dos.
Abro los ojos para enfocar a mi objetivo.
Tres.
¡BAM!
La bala perforó rápidamente en el blanco de aquel objeto. El humo salía de la boca del arma, dejándome con un extraño alivio en mi cuerpo.
—¡Lo has hecho perfecto! —Se acerca a mí, dándome un apretón en el hombro —¡Fue justo en el blanco! No pensé que elegirías uno en movimiento. ¡Eres bastante buena!
Dejo caer mis brazos a los lados de mi cuerpo, sin poder creerlo del todo. Giro mi cabeza para verlo a los ojos.
—Gracias —sonrío de labios cerrados. —Tuve un buen maestro.
—¿Hablas de Darwin?
—Si.
Él asintió feliz.
—Tuviste un súper maestro —admite mirando algún punto del techo, se le veían los ojos brillosos —Aun recuerdo cuando fui su discípulo, fue increíble.
Solté una risa pequeña.
—Lo admiras, ¿eh?
—Soy su fan —asiente con la cabeza —Ojala volviera a la agencia. Su energía se extraña por los pasillos.
Una sonrisa agria pasó por mi cara.
—Ojala.
Arthur sonrió emocionado. No notó el cambio que había tenido, al menos eso era bueno, no quería dar explicaciones del porque aquel bajón de emoción.
—De acuerdo —aplaude una vez, lo bastante fuerte para sobresaltarme —Sigamos.
Asiento rápidamente y me acomodo sobre mi puesto, levantando el arma como momentos antes.
Va a ser un día largo.• • •
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Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientos
Mystère / ThrillerLos asesinos más peligrosos viven junto con los pobladores. Todos ellos tienen algo en común, y eso es la enfermedad que llevan en los ojos, lo que los hace más fáciles de identificar: la heterocromía. Sus víctimas son asesinadas a sangre fría y no...