Capitulo 26

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El misterio está fundamentalmente en el silencio, en lo que no se dice

Jesús Carrasco

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26

Estoy cansada...

Mis pies se arrastraban por la banqueta en la que venía caminando. Mis pobres piernas ya no podían con tanto sufrimiento.

Hasta entonces fue cuando me percaté que haber venido caminando había sido por completo uno de mis más grandes errores. Quizás no lo había pensado con claridad antes porque realmente no tenía idea, pero ahora lo sabía

¡Esa casa estaba super lejos!

Estaba segura de que apenas estaba a la mitad de camino. Llevaba una hora caminando y sabia que esa casa estaba lo bastante alejada, por algo se encontraba cerca de donde ellos vivían y hasta ahora era que lo pensaba. Antes no había puesto atención a ello, ya que cuando venia siempre era en un automóvil, pero ahora que caminaba al lugar se me hacía muy lejos.

¡Demasiado!

Solo a mi, Nisha West Freeman se me ocurría venir caminando por estos lugares, a estas horas.

Por suerte habia luz, pero no demasidada y creia que en menos de una hora oscureceria, ademas la neblina estaba más densa que antes.

¿Cómo ni si quiera me puse a pensar sobre el lugar al que iba?

Si hasta la casa que se quemó era una de las últimas.

Me detuve cuando mis piernas no dieron para más, la única forma de llegar si quería seguir caminando era entrar por..

¡No!

Estaría loca si fuera por ahí

Negué con la cabeza mientras me sentaba en la banqueta, puse los codos sobre mis piernas para recargar mi rostro en mis manos. Mire hacia el frente, no había más que casas y casas.

Maldecia ahora vivir en un pueblo tan grande, quizás maldecia el vivir casi que en el centro del pueblo.

Suspire cansada, mire a mis alrededores, había varios autos pasando por las calles, pero no veía ningún taxi.

Devolverme no era una opción, en lo absoluto.

Estaba a nada de rendirme cuando a lo lejos vi un auto amarillo, en el que en la puerta decía Taxi

Me levanté de donde estaba sentada y corrí a la dirección en la que se encontraba. Del taxi se bajó una mujer y sus hijos, me puse en la ventana del copiloto

—Buenas tardes —lo salude algo cansada ¿Sigue en servicio?

El señor era un hombre flaco y con bigote, tenía un rostro amigable

—¡Claro que si señorita! —sonrió de forma amable —Suba y yo la llevo.

—Gracias.

Abrí la puerta de atrás, me subí con rapidez y una vez cerré la puerta el hombre pregunto:

—¿A dónde la llevo?

Busque la dirección un momento.

—Lleveme a torned.

Guarde mi celular en la mochila que traía, al no ver que el auto se movía mire al señor con confusión

—No puedo llevarla hasta allá —habló el hombre con algo de ¿susto? Pero puedo dejarla cerca.

Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora