Capitulo 8

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Sangre, sudor y lágrimas es lo único que sacamos al momento de estar en peligro.

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8


Mis piernas se encontraban débiles y adoloridas de tanto correr entre los enormes charcos de agua que se mezclaban junto con la sangre. La nariz me ardía por el aire frío que inhalaba y exhalaba a cada segundo. Mi pobre cuerpo no resistiría demasiado tiempo bajo la lluvia, no tenía la resistencia que se supone debía de haber tenido un agente especializado. Y por ello, ahora yo era la que estaba siendo arrastrada con la ayuda de Yannick.

Mi corazón latía anormalmente. Detrás de nosotros habían varios de ellos persiguiéndonos con armas en mano. Y por mucho que quisiera hacerme la fuerte, tenía miedo. Pero eso no me iba a derrotar. Además las heridas me ardían como el infierno, la herida que tenía en el brazo y en la pierna eran las mas dolorosas y lo molesto era que empeoraba cuando las gotas gruesas y frías caían en ellas, ya que la lluvia no se detenía; de hecho estaba más fuerte que antes y presentía que no iba a detenerse, al menos por ahora.

Al menos ahora podía saber lo que sentían los protagonistas en una película de terror.

Sonreí para mis adentros en cuanto observé a lo lejos lo cerca que se encontraban las puertas blancas y grandes del centro comercial. Apresuro mis pasos con las últimas fuerzas que me quedaban.

—¡Nisha, corre más rápido o nos alcanzarán! —su voz sonaba cansada y exaltada

—¡Eso hago!

Logré alcanzarlo, quedando a la misma par. Nuestros pies sonaban por los charcos de agua los cuales tenían una mezcla de sangre y tierra.

Cruzamos las puertas y en cuanto lo hicimos notamos todo el infierno que ahora estaba sucediendo dentro del lugar: Voces y gritos desgarradores se alcanzaban a escuchar por todos lados, lo que me provocaba un escalofrió por detrás de mi espalda. Me estremecí en cuanto el sonido de las balas se escucharon cerca de nosotros. Apenas y podía respirar, el lugar tenía un extraño aroma fétido, que me revolvía el estómago.

—¡No te detengas! —exclamó Yannick con espanto al ver que disminuía la fuerza de mis pasos.

Respire por la boca, controlando toda clase de sentimiento que tuviera. Sentía el estómago extraño y un dolor punzante en la cabeza.

—Yo no… —parpadeé con lentitud y disminuí el paso en cuanto sentí mi boca salivar; quería vomitar.

—Ya casi llegamos —informó con la voz entrecortada —No te desmayes.

Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora