Los asesinos más peligrosos viven junto con los pobladores. Todos ellos tienen algo en común, y eso es la enfermedad que llevan en los ojos, lo que los hace más fáciles de identificar: la heterocromía.
Sus víctimas son asesinadas a sangre fría y no...
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Los demonios también pueden verse buenos, al menos, hasta que su verdadera cara sale a la luz.
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19
Camine por los pasillos de la agencia hasta encontrar las escaleras que me llevarían al segundo piso. Iba detrás del agente Arthur, no sabía a dónde íbamos, así que solo necesitaba ser una persona totalmente paciente.
Mientras caminaba por el segundo piso podía notar aquellas miradas de odio de los demás agentes y no por mi persona, si no, por Tanaris.
¿Cómo pueden tenerle odio a un animal tan bello, que nunca le ha hecho daño a nadie?
Fue inevitable no hacerles mala cara. No me interesaba pensar en si me veía mala persona o si después terminaba por caerles mal.
Para mí, si odiaban a un animal o los trataban mal, era como si me hicieran el daño a mi.
Jodanse.
Pensé mientras veía a cada uno de esas personas mirando a Tanaris como si fuera algo horrible.
—¿Si sabes que podemos partirte la cara por hacernos esas muecas?
Me detuve en seco al escuchar aquella voz.
—No me interesa —me di media vuelta, quedando frente a frente, junto a una mujer de más de treinta años —Mas bien, deberías de respetar, no creo que una persona que trabaja en este tipo de agencia deba de ser todo una busca problemas.
—¡¿Que?!
Ví como aquella mujer levanto los puños y antes de que me lanzará algo, Arthur intervino.
—No es necesario tener esta clase de discusiones. —Se metió entre ambas —Si no quieres ser suspendida, es mejor que cuides tu vocabulario y regreses a tu puesto.
El rostro de la mujer cambio por uno serio. No le quedó de otra más que darse media vuelta y marcharse.
—Disculpa el inconveniente —Arthur se puso a mi lado —¿Podemos seguir? Ya casi llegamos al lugar.
