Capitulo 5

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El mundo es cruel y horrible pero cuando te acostumbras es como si nada malo sucediera.

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5

El fuerte sonido de los truenos me despierta de golpe. Miro hacia la ventana, donde las cortinas se mueven de un lado a otro. Al ver un charco de agua debajo de ellas, abro los ojos de par en par y corro como si hubiera encontrado una rata en la cama, para cerrar la ventana. Antes de volver a dormir, miro el cielo, el cual está tan nublado que solo veo grises y más grises, junto con la fuerte lluvia. Afuera, en el pequeño parque, las ramas de los árboles se mueven de forma extraña y espeluznante por el fuerte viento. Hasta parece como si en algún momento pudieran salir volando.

¡Qué miedo!

Apartando esos pensamientos de mi mente, regreso y antes de que pueda poner un pie en el colchón, mi celular suena con el típico sonido de cuando me llaman. Abrumada y con pereza, lo agarro, dándome cuenta de que mi padre me está llamando.

—Bueno… —contesto, pegando el celular a mi oreja.

Pongo una rodilla en el colchón y gateo metiéndome entre las sábanas oscuras.

—Tienes cinco minutos para cambiarte — avisa la fuerte y ronca voz de mi padre. —Darwin está esperándote abajo.

Abro la boca para responder, pero me quedo con las palabras en la boca cuando escucho el “pip pip pip” de cuando me cuelgan.

Hundo el entrecejo enojada, dejando caer el teléfono en mis piernas. Paso una mano por mi cara, queriendo desobedecer a su orden, pero sé que eso saldría todavía peor.

Me quito la pijama de patitos y entro a la ducha. Tardo menos de tres minutos y salgo casi corriendo al armario. Busco ropa interior y me la pongo. Cuando termino, tomo un pantalón negro y un suéter rojo que me queda algo grande. De manera rápida, cepillo mi cabello y agarro mi teléfono para después correr a las escaleras.

Por suerte no resbalo en ellas y bajo con éxito. Tomo las llaves que están en la mesita de vidrio de la sala y corro hacia la puerta principal pasando por allí. Una vez afuera, la cierro con llave y al darme la vuelta, el auto está estacionado frente a mí.

Para no mojarme tanto, corro hacia él y antes de llegar, me abre la puerta.

Permanezco en silencio durante el trayecto a no sé dónde, prestando atención a lo que sucede en las calles donde la fuerte lluvia azota los árboles y otras cosas.

Brais: Un pueblo con seres oscuros y sangrientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora