Capítulo 2

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Tener a Sue en la puerta de mi casa era igual que un sueño. Recordaba haberme dicho miles de veces que eso terminaría pasando, pero tan solo ocurría en mis sueños haciéndome saber que estaba demasiado lejos de una realidad factible.

—Hola —dije con una sonrisa intentando mostrarme confiado aunque no sabía qué era lo que tenía que decirle si es que me tocaba a mí decir algo.

—Hola. Verás... quería agradecerte por el favor de esta mañana. Gracias a ti he podido llegar a tiempo. —Su sonrisa iluminó su rostro y estuve a punto de dejar que mi baba cayese como si fuese el chico más idiota del mundo, pero igual que si Eli hubiese estado justo detrás de mí, sentí su colleja—. Así que me preguntaba si te gustaría cenar conmigo un día de estos.

—Claro... ¿Mañana?

—Por supuesto, mañana me viene genial —contestó de nuevo sin borrar su sonrisa y me di cuenta que por primera vez me estaba mirando de otro modo diferente al acostumbrado—. ¿A las ocho?

—Claro. Pasaré a recogerte —propuse señalando la puerta y ella terminó riendo una vez más.

—Espero que no te pierdas.

Cuando nos despedimos, la sorpresa y la alegría se dibujó en mi rostro mientras cerraba la puerta y me tuve que tragar un grito de júbilo que quiso escapar porque sabía que ella podría escucharlo. Me giré tan emocionado que podría haber iluminado un estado entero con la energía que me recorría el cuerpo. Al otro lado del pasillo estaba Eli con una sonrisa en los labios.

—¡Aleluya! —fue ella la que gritó levantando los brazos al cielo.

Durante las horas siguientes solo pude pensar en qué iba a ponerme para estar en esa cena con Sue. Soñé con ella y cuando finalmente llegó el momento, Eli se volvió a asegurar de colocarme la corbata.

—Espero que me cuentes todo cuando vuelvas.

—Sabes que lo haré —dijo antes de acariciar mi mejilla y colocarse a mi lado en el espejo antes de hacer una imitación de Sue que siempre la hacía quedar como una diva estúpida—. No hagas eso —pedí pese a que adoraba reírme con mi mejor amiga, pero había algo diferente cuando se metía con ella que no me terminaba de rematar. Sabía que lo hacía con todos, siempre los imitaba y las risas solían estar aseguradas.

—Solo me imaginaba la estampa. No me pegues —repuso alejándose de mí, pero hice que se quedase a mi lado. Intenté imaginarme con Sue en su lugar y suspiré porque parecía algo tan solo posible en sueños—. Vamos. No querrás llegar tarde, tortolito. Estás a un paso.

Se rio de mí como siempre antes de que saliese de la casa. Hablar con Eli siempre lograba que me sintiese más confiado, pero cuando la puerta estuvo entre ella y yo, supe que no podía seguir aferrándome a Eli durante el resto de la velada.

Llamé a Sue que no tardó mucho en abrir demostrando que con cualquier cosa estaba al borde de ser una diosa. Sus labios rosados enmarcaron una sonrisa de dientes perfectos cuando cruzamos miradas.

—Estás... impresionante —dije sin poder contenerme y pareció sonrojarse.

—Gracias. Tú también estás muy guapo.

Nos quedamos mirándonos unos segundos y le ofrecí finalmente mi brazo.

—Dime, ¿dónde piensas llevarme?

—Es una sorpresa.

La música nos invadía mientras que movíamos el esqueleto. Había encontrado el lugar perfecto para los gustos de Eli y los míos. Allí había llevado a Sue que parecía encantada. No era el lugar más elegante del mundo, pero la comida estaba exquisita y aunque la música era lo bastante llamativa, a esas horas aún nadie se había atrevido a ponerse a bailar.

The good boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora