Seis meses más tarde, Joey nos invitó a Sue y a mí a una cena en su casa. Acepté con gusto ya que él era el único amigo que tenía en esos momentos y siempre que salía con él lograba despejar un poco mi mente de todo lo que había estado pensando desde ese día en el parque. Me dio la dirección de su casa y cuando llegamos, me encontré en el interior que no estaba Joey solo sino que Eli estaba con él terminando de colocarle la corbata como siempre había hecho conmigo.
Nuestras miradas se encontraron y bajó la suya tan rápido como pudo para terminar de hacer su labor antes de separarse de Joey.
—Eli, vaya, qué sorpresa —dijo mi novia antes de darle un abrazo.
A mí ni tan siquiera me tocó, solo me sonrió tímidamente y se quedó junto a Joey que rodeó su cintura con uno de sus brazos.
—Os hemos invitado para contaros dos novedades —dijo Joey—, pero terminad de pasar, por favor. Estáis en vuestra casa.
No hacía falta que dijese una de ellas. Era evidente que había logrado enamorar a Eli y que esa complicidad que había entre ambos había llegado hasta el término de colocarle la corbata como siempre había hecho conmigo. Había sentido una punzada en el estómago y no podía negarlo, las ganas de desaparecer habían gobernado todo mi sistema, pero más aún cuando Eli ni tan siquiera se había acercado a mí.
—¿Sois novios? —preguntó Sue.
Ambos se miraron y sonrieron Joey con más felicidad que Eli.
—Nos habéis pillado, sí. Somos pareja. Hemos empezado a salir más formalmente y queríamos celebrarlo con vosotros.
Sue les felicitó con mucho entusiasmo mientras que yo me limité a abrazar a mi compañero con fingida alegría porque no, claro que no la sentía. Tenía ganas de mandarle al diablo, decirle que dejase a Eli porque no se la merecía ya que nadie era lo bastante bueno para ella, pero no podía hacerlo, así que fingir era la única posibilidad existente para mí.
—Enhorabuena —musité mirando los ojos de Eli.
—Gracias, Jeff —susurró antes de que me diese cuenta hasta qué punto era demasiado incómodo todo. Me moría por abrazarla, apretarla a mi cuerpo y alejarla de todos los demás para que nadie pudiese siquiera pensar en formar parte de alguien demasiado puro incluso para alguien como yo. Sin embargo, hacía demasiado tiempo que había dejado de ser el chico bueno de la historia.
Cenamos tranquilamente poniéndonos al día. Sue, quizá en un intento por demostrarme que no tenía nada en contra de ella, empezó a hacer preguntas que hubiese deseado que no hiciese.
—¿Y cómo fue? ¿Cómo os disteis cuenta que sentíais cosas el uno por el otro?
—Bueno, Joey me ayudó mucho en la mudanza y después, durante un problema familiar. Así que, eso nos unió bastante. A parte de que es guapísimo, ¿no? Eso saltó a la vista desde el primer momento —rio de ese modo en que su risa terminaba penetrando dentro de tu ser y haciendo que resucitasen toda clase de emociones—. Joey me lo pidió hace un par de semanas.
—Pues vaya que te tenías callada la gran noticia —dije mirando a mi compañero de trabajo y ahora enemigo aférrimo sin que fuese su intención ni la mía en un principio—. Sí que te vi muy feliz, pero pensé que habías mojado nada más.
Él se rio y Eli bajó la mirada avergonzada por mis palabras como si hubiese entendido bien lo que había pasado y es que seguramente había mojado. La idea de imaginarme a Eli entre sus brazos durante toda la noche, gimiendo, entregándose en todo el sentido de la palabra logró que se me revolviesen las tripas y se me quitase el hambre.
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The good boy
RomanceEn todas las historias hay un chico bueno. Jeff tiene ese papel en su propia historia. Enamorado de toda la vida de la chica de enfrente, Sue, jamás ha podido pronunciar una sola palabra ni ha podido saludarla. Necesitaría un milagro que ni la impar...