—¿Y bien? —preguntó Kathelyn apoyada en el marco de la puerta observándome mientras terminaba de hacer un diseño—. ¿Qué tal después con la señorita del restaurante?
—¿Cómo sabes qué...?
—Oh, vamos. Desde que has llegado tienes una cara de pánfilo que nadie te la quita. Venga, dime, ¿qué tal? ¿Por fin perdiste tu segunda virginidad después de tantos año? —Movió sus cejas de manera insinuante antes de que le diese la peor mirada de mi vida, esa que intentaba matar a alguien en el acto, pero que a ella le hacía el mismo efecto que si uno soplase a trescientos metros de distancia de ella—. Deja de ponerme esa cara, y dime de una vez.
—No pasó nada. Vino a casa porque Feli quería y ya está.
—De ya está nada. Dime.
Resoplé dejando mi rotulador sobre la mesa.
—Merendó y cenó allí. Vimos una película y después se marchó. ¿Satisfecha?
Entrecerró sus ojos y se dio golpecitos en los labios de ese rojo pasión con un boli.
—Demasiado aburrido. Vamos, dime, ¿acaso tengo que darte un empujón? Cuéntame al menos, de quién se trata.
Sabía que no iba a dejarme en paz, así que le conté toda mi historia con Eli mientras que intentaba terminar el diseño que llevaban apretándome para que lo entregase pronto al menos tres días.
—¿Y aún así has dejado que esa mujer se fuese de tu casa sin hacer nada? Jeff, por favor, cómo puedes ser tan tonto.
—No soy tonto —protesté antes de mirarla a ella en lugar de al papel—. Tan solo, no quiero estropearlo otra vez. Ella me dijo que no quiere nada y yo no quiero volver a perderla.
—No me vengas con tonterías o te juro que... —suspiró antes de quitarme el rotulador que tenía en la mano—. Mírame. Lo que te dijo es que no quiere volver a equivocarse, no quiere tener relación alguna que no sea contigo, cenutrio.
—No. Sé lo que oí.
—Pero es que no tienes que oír. Tienes que entender lo que dijo. Esa mujer te dijo de forma indirecta que lo único que hará en esta vida para tener una relación de nuevo es terminar contigo, que sino no quiere estar con nadie más —protestó Kathelyn mientras me daba un suave golpecito en el pecho con ese rotulador que me había quitado—. Te quiere. Te ha dicho que te sigue queriendo. Pero tienes que lanzarte a la piscina de una vez o la vas a perder. ¿Cuánto tiempo puedes creer que podemos estar esperando por un hombre?
No pensaba lo mismo que ella, pero reconocía que, de ser así, las ganas de intentarlo habían incrementado muchísimo. Si hubiese podido convencerme, seguro que la hubiese llamado en ese mismo momento y aunque sus palabras se quedaron en mi cabeza dispuestas a reproducirse una y otra vez; el miedo seguía siendo demasiado grande.
Días más tarde, Eli nos mandó una invitación a Feli y a mí. Venía a casa todos los días, pero la invitación había llegado por correo. Mi hijo me había pedido específicamente que fuésemos porque no quería perderse el cumpleaños de Eli y, por primera vez, creía que tenía una oportunidad de resarcirme de aquel cumpleaños en que todo se había torcido.
Eli también había invitado a la chica del restaurante, así que Kathelyn había venido despampanante a nuestro piso para acompañarnos a la celebración. Había que ir elegantes y como Kathelyn estaba acostumbrada a unos ambientes que yo no, se había puesto sus mejores galas. Podría haber cruzado la alfombra roja sin problema con ese modelito.
—¿Demasiado? —preguntó antes de darse una vuelta sobre sí misma en unos tacones que parecían imposibles de mantener a nadie en pie.
El escote de su vestido era tan pronunciado que podía verle medio abdomen aunque sus senos estaban perfectamente escondidos tras la tela que daba la sensación de tener el corte de una túnica griega muy provocativa, algo parecido a esas reveladoras túnicas de las musas de la película Hércules de Disney, por supuesto, venía con su raja para mostrar sus piernas torneadas.
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The good boy
RomanceEn todas las historias hay un chico bueno. Jeff tiene ese papel en su propia historia. Enamorado de toda la vida de la chica de enfrente, Sue, jamás ha podido pronunciar una sola palabra ni ha podido saludarla. Necesitaría un milagro que ni la impar...