Joey fue quien me abrió la puerta. Su sorpresa fue mayúscula, no me esperaba allí, era evidente.
—¿Qué...?
—Como no habías podido ponerte en contacto con ella pues había pensado que quizá podría intentar yo...
—¡Oh, no! No te preocupes. Todo está solucionado —dijo con una sonrisa antes de darme una pequeña palmada en el hombro invitándome en secreto a marcharme—. Gracias por preocuparte.
—¿Quién es?
Eli apareció de pronto sin darle oportunidad a despedirme o montar una excusa. Su rostro se iluminó con una preciosa sonrisa en la que había algo más que alegría, alivio porque hubiese cumplido mi promesa.
—Jeff, ¡pasa! Estábamos a punto de tomar algo para merendar. Unas galletas que he hecho —explicó sin importarle la expresión de su prometido o si para él yo podía estar molestando en esa ecuación.
Eso logró que me sintiese mejor. La presión en mi pecho se iba liberando antes de que la puerta se abriese del todo.
—Claro, pasa. Nos lo pasaremos bien —aseguró Joey que tuvo que cambiar rápidamente de planes ya que sabía bien sus intenciones, quedarse solo con su prometida como cualquiera hubiese deseado. No le culpaba aunque debía reconocer que no me hacía ninguna clase de gracia—. ¿Dónde te has dejado a Sue?
Que preguntase eso como si fuésemos en pack sin que pudiésemos separarnos me hizo perder toda clase de comprensión que pudiese tenerle. Ahora lo único que parecía querer era despertar ese recuerdo de mi esposa como si estuviese leyendo mi mente o mis miedos con completa claridad.
—Está con su madre. Me ha llamado esta mañana y parece que tiene que ir al médico con ella.
Eli me dedicó una mirada propia de quien se preocupa por la gente pese a que nosotros éramos los primeros que le habíamos clavado un puñal en la espalda. Era adorable hasta para eso.
—Espero que no sea nada grave —aseguró poniendo su mano en mi brazo y negué tentado a cogerla y besarla; pero tuve que contenerme—. ¿Ella está bien?
—No mucho. Me ha llamado llorando, pero no quiere que vaya. Prefiere que me mantenga al margen, solo... bueno, quería que supiese lo que ha pasado.
—Oí que sus padres dejaron de vivir por aquí hace mucho tiempo, ¿no?
—Sí, la madre se quedó hasta que ella se fue a la universidad, pero se marchó al igual que mis padres lo hicieron —aseguré porque esa historia ya me la habían contado varias veces—. Aunque a un barrio más caro, eso seguro.
Joey se sentó en el sofá y me invitó a que hiciese lo mismo.
—¿Sue vivía aquí?
—Sí. Verás, mi casa era la que está al lado de esta y justo enfrente, vivía Sue.
—Así que eternamente enamorado de la chica de enfrente, ¿no? —rio negando aunque el rostro de Eli había palidecido mientras traía lo necesario para la merienda—. No me habías contado eso.
—¿Ah no? ¿No te conté que siempre fue la famosa chica de enfrente? —preguntó sin que la sonrisa llegase a sus ojos.
—¿Te importa si voy a lavarme las manos? —pregunté justo antes que Eli recibiese un beso por parte de Joey.
—No. Ya sabes dónde está —musitó bajando la mirada a lo que debía hacer, colocando una taza con su plato delante de cada uno aunque aún no estaban llenas de café, té, leche o lo que fuesen a poner.
ESTÁS LEYENDO
The good boy
RomanceEn todas las historias hay un chico bueno. Jeff tiene ese papel en su propia historia. Enamorado de toda la vida de la chica de enfrente, Sue, jamás ha podido pronunciar una sola palabra ni ha podido saludarla. Necesitaría un milagro que ni la impar...