Sólo diez días.

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Al llegar a casa, abrí la puerta y fui recibido por Martha , quien se abalanzó sobre mi. Acaricié su cabeza como sabía que le gustaba. Me adentré en la casa en busca de Caroline y Michelle. Por la hora, probablemente estuviese haciendo que Michelle durmiera su siesta.

Subí las escaleras evitando hacer ruido. Caminé por el largo pasillo hasta llegar a la habitación de nuestra hija. La puerta estaba entre abierta, miré a través del espacio que quedaba. Caroline tenía a Michelle en sus brazos, canturreaba delicadamente una canción para dormirla. Abrí con cautela la puerta. Caroline me miró y sonrió.

Se levantó en silencio con Michelle, me apresuré y la dejé en su cuna.

- Acaba de dormirse.- susurró ella, seguidamente me miró y me besó.

- Es hermosa, como su madre.- dije observando a la pequeña. Miré a Caroline ella me sonrió mientras negaba con la cabeza.

- Vamos...- tomó mi mano y en silencio salimos de la habitación.

Caminé de su mano por el pasillo. No quería soltarla. Se sentía tan bien tomar sus manos.

- ¿Qué tal te fue? - preguntó ella entusiasta.

- Bien.

- ¿Bien bien? ¿Bien mal? ¿Bien más o menos...?

- Bien...bi...más o menos...

- ¿Por qué? - se sentó en el sofá.

Aún no soltaba su mano. Esta vez ella tomó mi otra mano y me sentó a su lado.

- ¿No era lo que esperabas? - preguntó. Sentí su pulgar acariciar delicadamente mi mano.

- Si era lo que esperaba. Fue algo extraordinario, muy interesante...

- Pero...- espetó ella.- Hay un pero ¿verdad?

Yo asentí.

- Pero...nos iremos a Bangor...

- ¿Bangor, Gales?

- Si...a un seminario para aprender meditación trascendental.

- ¡Que bien, cariño! Eso suena genial.- meció mis manos con alegría.- ¿Por cuánto tiempo?

- Diez días... Y...-tragué saliva.- Viajamos mañana.

Caroline no emitió palabra. Su entusiasmo y sonrisa habían desaparecido. Recordé cuando le anunciaba que me marcharía de gira por varios meses. Aunque nunca le había anunciado de un día para otro.

- Yo...me hubiera gustado...que no hubiese sido tan espontáneo...- pronunció con la voz casi quebrada.

- Amor...

- Tranquilo, cariño...yo comprendo que nada es tu culpa...es solo que...- suspiró.- Contaba con tu ayuda estos días...tengo miles de cosas que hacer. Entrevistas, reuniones...

- Lo sé, cielo.- me sentía horrible.

Caroline dio un largo suspiro. Golpeó sus piernas con sus manos y me miró.

- Que le vamos a hacer.- se encogió de hombros.

Llevé mis manos a mi rostro.

- Me sabe horrible...Se suponía que yo me encargaría de ayudarte con Michelle y con tus cosas...

- No te preocupes.- se acercó y me besó.- Podré sola. Además sé lo muy interesado que estás con la meditación.

- Si...pero no es justo. Tú siempre me apoyas en todo. Siempre estás cuando te necesito.

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