La pequeña Michelle.

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Paul nos fue a buscar al hospital. Después de arreglar todo y hacer todo el papeleo nos marchamos a casa.

—Mírala que linda se ve durmiendo —le dije a Paul mientras caminábamos al auto—. ¿Quieres llevarla?

—Está bien —vaciló—. Es tan pequeña que me da miedo lastimarla.

—¿Verdad que sí? —lo apoyé.

Él la tomó con delicadeza mientras la observaba. Continué caminando, Paul me seguía a un paso más lento.

Nos marchamos a casa.

Cuando llegamos, llevaba a Michelle en brazos. Paul abrió la puerta y me encontré con una hermosa sorpresa. Una pancarta que decía en grandes letras “Bienvenidas”, y a mis padres y hermanas observándonos.

—¡Mamá! ¡Papá! —dije feliz.

Ellos se acercaron con cautela de no despertar a la pequeña. Paul la tomó para que yo abrazara a mi familia.

—Paul nos avisó y nos consiguió unos boletos —dijo mi madre.

—Gracias,  amor —lo besé.

—Quiero ver a la pequeña —dijo Jessica.

Paul se la acercó para que la tomara.

—Mira que preciosa es, Julie. —Se la enseñó.

—Tiene la nariz de Paul —dijo Juliette.

—Se parece a Caroline cuando era bebé —añadió mi madre.

Abracé a Paul y le di un beso.

—Esta niña será muy consentida —dijo mi padre mientras tomaba a su nieta.

—¿Por qué? —pregunté.

—Primera nieta niña en nuestra familia, hija única...

—Primera sobrina —añadió Jessica.

—Primera nieta en mi familia, también —agregó Paul—, y la primera niña en los hijos Beatles —bromeó.

—La pequeña Michelle recibirá mucho cariño —sonreí.

—¿Michelle? —preguntó Juliette con un brillo en sus ojos—. Que hermoso nombre.

*

El frío ha llegado antes. El invierno no quiere esperar a que se marche el otoño. Sólo es noviembre y hace muchísimo frío. Me había dormido hace poco cuando escuché nuevamente el llanto.

—Es tu turno. —Escondí mi cabeza bajo la almohada.

—Pero si recién la dormiste —alegó Paul.

—Lo sé... —dije casi llorando.

Las noches de estos dos meses han sido terribles. Apenas dormimos. La pequeña es muy callada durante el día pero en la noche pareciera que saca todo su llanto. Paul se levantó a regaña dientes. Miré la hora, eran las 3 de la mañana.

Paul mecía a Michelle mientras caminaba por la habitación.

—Amor —dije con los ojos medios cerrados—. Ve a dormir, yo me encargo.

—Tranquila —bostezó—, tengo todo bajo control.

Solté una pequeña risa. Me acerqué a él y tomé a la bebé. Le di un beso en los labios.

—Ve a descansar.

Él se fue sin renegar.

—Muy bien pequeña, hora de dormir —susurré.

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