Adiós Eppy.

501 46 8
                                    

Lo peor de aquel día , sin duda alguna, fue visitar a Queenie Epstein. Solo pensarlo me producía un nudo en la garganta. Yo estaba destrozada, y a decir verdad , a diferencia de los chicos no le conocía de hace tantos años. No podía ni imaginar como estaba Queenie, su madre. El dolor más grande que puede sufrir una madre es la muerte temprana de un hijo. Nunca debe morir un hijo antes que su madre. A pesar de que sabía que me dolería lo que vería, debía ir a apoyarla, ahora más que nunca ella lo necesitaba.

Dejé a Michelle con Anna, Lucy me acompañó de copiloto, ella no estaba en condiciones para conducir, realmente estaba mal.

Abrimos el gran y negro portón. Entramos. Lucy se limpiaba las lágrimas, no quería poner peor a la Sra. Epstein. Tocamos y nos recibió un muchacho, tenía unos rasgos similares a Brian, después de unos segundo logré recordar que era su primo.

Nos invitó a pasar, le seguimos al salón. Ella estaba en un sofá mirando por la ventana mientras unas lágrimas corrían por sud mejilla. Me acerqué a ella.

- Queenie...- dije con voz serena  y compasiva.

Ella me miró, sus ojos estaban algo hinchados, rojos y su rostro muy pálido. Sus manos temblaban y las  lágrimas le brotaban en silencio.

- Se...ha ido.- dijo con voz tenue y temblorosa.- Mi Brian...ha...

No terminó la oración, explotó en llanto. Llevó sus manos a su rostro. Dio el primer alarido en mi hombro, no sé en que momento la abracé y comencé a llorar con ella. Queenie daba unos grandes sollozos. Sentía también el llanto de Lucy, que se encontraba a mis espaldas.

Dije muchas cosas intentando consolarla, pero entre mi llanto y el de ellas dos, no se entendía nada. Queenie lloraba a lágrima viva, por un momento pensé que se quedaría sin lágrimas, pero no, seguían saliendo descontroladas de sus ojos.

Páramos tras sentir que llamaban a la puerta. Intenamos secar nuestras lágrimas. Queenie tomó mi brazo y se llevó la otra mano al pecho. Agachó la cabeza, no logró decir nada.

- Lo siento, Sra. Queenie.- fue lo único que logré decir pues el maldito nuedo en mi garganta había vuelto.

Escuchamos pasos acercarse. Ellos habían llegado. Los cuatro se encontraban mirando en nuestra dirección. Hacía mucho tiempo que no veía a John tan serio. Todos estaban con lágrimas en los ojos, en silencio y observando. Ringo se acercó a Queenie de los primeros y la abrazó. Fue un largo abrazo. Balbuceó algunas cosas entre sollozos. George se limpió unas cuantas lágrimas y pasó su mano por su cabello.

Paul y yo nos acercamos a paso lento. Lo miré, sus ojos caídos que tanto me gustaban estaban llenos de lágrimas. Una de éstas se escapó de sus ojos. No resistí y lo abracé con todas mis fuerzas. Él correspondió a mi abrazo de la misma manera y comenzamos a llorar.

Besé su barbilla con dulzura. Me rompió el alma ver a Paul y a los a los chicos así. Sequé las lágrimas de sus mejillas. Acaricié su cabello.

- Deberías ir con Queenie...- sugerí.

- Está devastada.

Yo asentí, él se encaminó hacia la mujer. Miré a John, estaba de espaldas, lo vi lanzar una patada al aire con rabia y luego se llevó las manos al rostro. Me acerqué en silencio. Posé mi mano en su hombro. Él dio un pequeño salto

- John...- dije calmándolo.

Me miró. Había visto llorar a John, pero muy pocas veces lo había visto con aquella mirada. Una mirada muy triste, desesperada, desconcertada. Secó con fuerza sus lágrimas.

- John...- repetí para captar su atención.

Me miró bruscamente. Retrocedí un poco. Pero una lágrima cayó por su mejilla y sin pensarlo dos veces me abrazó. Con mucha fuerza, incluso me lastimó un poco. Me quejé débilmente y  él relajó un poco su abrazo.

I will. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora