Una segunda oportunidad.

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Tenía una inmensa necesidad de aterrizar de una vez en Birminghan y abrazar a mi pequeña.
Anunciaron que aterrizaríamos dentro de unos minutos, así que abrochamos nuestros cinturones. Miré por la ventanilla y noté que descendíamos. Esto y el despegue eran mis partes favoritas del vuelo. Por una parte sientes que el avión se estampará contra el suelo, y por otra sientes la adrenalina subir hasta tu garganta y bajar nuevamente al tocar tierra. Es como una montaña rusa, al igual que ocurre al despegar.
Tomaríamos enseguida un vuelo a Londres, por lo cual mis padres nos esperaban junto a Michelle en el aeropuerto.

—¡Mami! ¡Papi! —gritó abriéndo sus pequeños bracitos mientras una sonrisa se expandía por su rostro.

Corrimos y nos encontramos en un abrazo los tres. Llenamos de besos su rostro y su castaño cabello. Me levanté y saludé a mis padres. Intenté resumirles en 20 minutos como había sido la experiencia en la India. Les entregamos unos regalos, nos despedimos y nos marchamos a  nuestro hogar.
Un auto nos recogió en el aeropuerto de Londres y nos llevó a casa.

—Iré a buscar a Martha  —anunció Paul después de haber subido las maletas a la habitación.

—¿No quieres descansar un poco antes? —pregunté peinando su cabello y arreglando un poco su ropa.

Él negó con una sonrisa, depositó un pequeño bedo en mi boca, y uno en la mejilla de Michelle.

—No tardaré —aseguró antes de salir.

Debía subir a desempacar, sin embargo, había estado un mes lejos de mi niña así que me senté junto a ella en el sofá y escuché atentamente lo que me contaba con su dificultosa habla. Era un verdadero encanto. Recordé cuando era apenas una pequeña bebé que sólo balbuceaba y reía alegremente. Cada día era más grande y nos llenaba de felicidad. Sentí mis ojos algo llorosos, estaba un poco sensible al parecer con la llegada.
Puse un poco de música y bailé rock n' roll con Michelle. Ella reía fuertemente. Luego ella quiso escchar algo de The Beatles, y era adorable escucharla cantar las canciones.
Paul tardaba mucho así que decidí preparar la comida en ese rato. Tenía muchas ganas de comer algo dulce, para ser específica, tarta de manzana. Así que preparé una.
Michelle jugaba en el salón, le di un vistazo y regresé a la cocina a observar que no se quemara la tarta. Paul no llegaba y yo moría de hambre, a pesar de que era temprano y había comido en Birmingham unos cacahuetes que nos dieron en el avión, y me comí los de Paul de camino a casa.
Sentí la puerta abrirse, y fui a ver. Martha  entró corriendo y moviendo su cola de un lado a otro.

—¡Miren a quien más traje! —exclamó cruzando la puerta con Julian en sus brazos.

—¡Principito! —dije abriendo mis brazos.

Paul lo bajó y él corrió a abrazarme. Le di un sonoro beso en sus mejillas. Lo abracé fuertemente.

—Hablé con Cyn antes de venirnos, a ella le acomoda más que lo cuidemos nosotros por este tiempo.

—Y a nosotros nos encantará cuidarlo. —Deposité un beso en su frente.

Jules bajó a jugar con Michelle. Miré a Paul, me observaba con una sonrisa, lo cual me incomodó un poco.

—¿Comemos? Estoy hambrienta. —Entré a la cocina intentando ocultar mis mejillas coloradas.

Él llegó tras de mí y absorbió el aroma. Servimos la comida. Él se ocupó de Julian y yo de Michelle. Paul tenía un don para los niños, y sobretodo, se entendía a la perfección con Jules, más que John con el pequeño.
Después de comer, salimos al jardín a jugar con los niños. Paul corría de un lado a otro con Julian y Michelle. No podía pasar por alto un momento como ese, así que subí corriendo a buscar la cámara fotográfica.
Click. Julian y Michelle corriendo. Click. Martha. Click. Paul junto a Julian. Click, click ,click. Michelle y Julian sobre Paul tirado en el suelo, era una secuencia, los pequeños le hacían cosquillas y reían mientras él suplicaba. Los cargó a ambos en brazos. Me acerqué un poco y click, una hermosa foto más.

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