¿Vale la pena?

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Los días siguientes fueron difíciles. El día del entierro, nos quedamos en casa. El grupo estaba preocupado por otras cosas a su vez, pero ninguno había dicho nada. Había visto a Paul algo estresado y cansado.

Fue una cálida tarde de septiembre, el clima estaba ideal para dar un paseo. Me encontraba sola en casa con Michelle. Intentaba concentrarme en la idea de mi libro mientras mi hija me hablaba sin parar. Quizás, a otros les pareciera molesto , pero para mi, aquellos momentos eran valiosos. Me gustaba que Michelle me acompañara mientras trabajaba, no cambiaría aquello por nada. Era pequeña y a pesar de todo hablaba bastante, incluso a veces hablaba demasiado. Nos dijeron que era por el hecho de que le leíamos continuamente y que Paul siempre le enseñaba canciones. Aquello mejoró bastante su vocabulario y fluidez para una niña de su edad.

Nos encontrábamos en la habitación de estudio. Adoraba aquella habitación, Paul la decoró especialmente para mi. Tenía un enorme ventanal con hermosas vistas. Grandes estanterías llenas de libros de todo tipo. Un rincón donde poder sentarse a leer y otro donde escribir. En este momento, yo estaba en el sitio de escribir y Michelle, me hablaba mientras jugaba con sus muñecas desde el lugar para leer.

Escribí las primeras palabras. No me convencieron. Normalmente, siempre me es difícil comenzar un libro debido a que siento la necesidad de que su inicio debe enganchar al lector. Probé con otras palabras. Llamaron a la puerta. Me levanté no sin antes arrancar la hoja que no había logrado convencerme. Hice una bola y la lancé al papelero.

- Quédate aquí cariño -dije dulcemente a medida que me acercaba a la puerta.

Bajé las escaleras. Volvieron a llamar a la puerta. Me apresuré a bajar. Abrí la puerta. Su mirada estaba perdida en otra dirección.

- ¿Cynthia?

Ella volteó su cabeza en mí dirección, meciendo su rubia cabellera. Posó su vista en mí. Su mirada parecía preocupada.

- Hola, Caroline -apenas logró pronunciar.

Me hice a un lado, invitándola a pasar con un gesto de manos. Ella entró. Cerré la puerta, ella estaba parada tras de mi. La observé. Soltó un suspiro y apretó fuertemente con sus manos los tirantes de su bolso café.

- ¿Qué sucede? - Me acerqué a ella con incertidumbre e inquietud.

Los ojos de Cynthia se tornaron llorosos, su labio tembló y soltó un pequeño sollozo. Rápidamente tomó un suspiro, limpió sus ojos e intentó calmarse.

- Pasemos al salón -indiqué.

Me apresuré a caminar y ella me siguió. Tomó asiento y yo fui por un vaso de agua.

- Ten.

Moduló un “gracias”, no le salía la voz.

- Vengo en seguida -aclaré-. Iré a ver a Michelle.

Ella asintió. Me marché intranquila. Subí las escaleras lo más rápido que pude, Michelle aún jugaba con sus muñecas.

-¿Quién es? - preguntó ella al verme llegar.

- Es...la tía Cynthia, cariño.

Ella se levantó de golpe, tomó mi mano. Bajé con ella. Saludó felizmente a Cyn, quien le intentó dedicar una sonrisa.

- Michelle ¿Por qué no juegas afuera con Martha ? -Arreglé su vestido.

-Está bien -la pequeña nos dedicó una sonrisa y se marchó.

Cyn se aclaró la garganta. Pasó una mano por su pelo.

-Caroline, yo...- dijo y desvío su mirada por un momento. Tomó una bocanada de aire.- Quizás debí haber avisado pero...realmente no sabía a quien más recurrir.

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