Un cambio.

560 49 3
                                    

—¿Me vas a decir algún día por qué llorabas?  —insistió Paul.

—Ya ha pasado una semana ¿Sabes? Ya ni recuerdo porqué lloraba.

—No puedes mentirme, Caroline.

—Paul, en serio, NO TIENE IMPORTANCIA —dije recalcando las palabras.

Paul me miró no muy convencido.

—De verdad, no te preocupes. —Le sonreí o eso intenté.

—No me gusta verte mal. —Acarició mi rostro.

—Estoy bien —aseguré. Me acerqué y lo besé.

No había visto a John desde lo ocurrido, me molestó bastante lo que me había dicho. No sabía si se vio con aquella japonesa o no.  Paul estuvo toda la semana preguntándome el porqué de mi llanto de aquel día. Yo me inventaba siempre una excusa barata, pero él me conocía y sabía que mentía. Si le contaba lo que había hecho John, Paul se enfadaría y haría una escena. No quería que eso pasara, ya tenían bastante con lo demás.

—Espera aquí, te tengo un regalo —dijo con emoción.

Paul salió de la habitación y se escuchó que bajó las escaleras. Luego sentí que subía.

—¡Cierra los ojos! —dijo desde las escaleras.

—Está bien.

Lo hice.

—¿Ya los cerraste?

—Sí.

Sentí los pasos de Paul acercándose. Pude sentir su aroma frente a mí.

—Abre los ojos —susurró.

Los abrí despacio. Paul me miraba con una sonrisa y con una pequeña caja en la mano.

—¿Qué es? —pregunté sonriente.

—Ábrelo. —Me la tendió.

La tomé. Retiré la tapa y pude ver una llave. La tomé con cuidado y la observé.

—¿Ahora me vas a decir que es la llave de tu corazón? —bromeé.

—No —rió él—. Esa siempre fue tuya así que no tuve la necesidad de dártela.

Reí ligeramente y lo besé.

—¿Entonces de qué es? —pregunté curiosa sin quitar la vista de la llave.

—De nuestro nuevo hogar —espetó.

—¿Qué? —dije sorprendida— ¿Nuevo hogar?

—Así es —sonrió.

Con Paul habíamos estado hablando de cambiarnos de casa. Incluso, habíamos visitado algunas. Pero no creía que él fuera a decidirse tan pronto.

—Amor...Creí que esperaríamos más...

—Es que pensé que cuanto antes sería mejor. Además, esta casa nos quedará pequeña para nuestros futuros hijos —dijo él, alcé una ceja—. Michelle quiere muchos hermanitos y hermanitas.

Solté una gran carcajada y lo abracé.

—Y los tendrá, más adelante —le sonreí.

—Además vi lo mucho que te gustó aquella casa. Quiero que nos mudemos cuanto antes.

—¿Por qué tanto apuro?

—Quiero que la inaguremos en la cena de navidad.

—¡Es una excelente idea!

I will. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora