¿Estará bien?

398 33 12
                                    

No podía dormir. Me levanté de la cama en silencio y fui al baño. Tenía muchas náuseas pero no podía vomitar. Bajé a la cocina esperando encontrar algún medicamento o algo, pero tuve que sentarme rápidamente pues un gran mareo me vino seguido de un leve dolor de cabeza. Me quedé unos segundos sentada hasta que se me pasó.

—¿Te encuentras bien?

Di un salto y me volteé, Paul estaba parado tras de mi.

—¡Demonios, Paul! Serás...—llevé una mano a mi corazón exaltado — Me he llevado un gran susto, tonto.

—Adoro tu malhumor de desvelo por la madrugada —besó mi frente.

Reí sin ganas por el mareo.

—En mi defensa diré que cualquiera reaccionaría así si te apareces de la nada.

—No estabas a mi lado, me hacías falta... —me abrazó.

—Eres empalagosamente cursi, pero eres adorable —besé su mejilla.

—Admitelo, Caroline, me amas —dijo arrogante.

—No, no te amo —mentí intentando contener la risa y mantener la vista quieta.

—Mientes —me señaló —, cuando mientes no puedes dejar de mover tus ojos y además te ríes. Te conozco muy bien, cariño, a mí no me engañas.

Solté una carcajada y lo besé.

—Tengo hambre...—dijo él abriendo la nevera —¿quieres algo?

Yo negué con la cabeza y él volteó. Las náuseas fueron más intensas y me mareé demasiado. Sentí un pinchazo en mi cabeza, seguido de un fuerte dolor en el vientre. Solté un gemido de dolor, Paul me miró.

—Caroline...

Pude sentir que algo humedeció mi pelvis. Otro fuerte dolor y un mal recuerdo de mi pasado.

—Paul...—dije con pocas fuerzas intentando aguantar el dolor.

Él corrió a mi lado, me tomó por los hombros y me miraba sin saber que hacer. Vi sus ojos humedecerse y su rostro desesperado. Corrió al teléfono y marcó rápidamente.

—¡Rápido! ¡Contesten! ¡Contesten!

Miré casi sin fuerzas mi pantalón de pijama. Tenía mucha sangre. Rodó una lágrima por mi mejilla al recordar y comprender lo que ocurría.
Paul habló con alguien por teléfono, mi vista se nubló y antes de desplomarme escuché su voz diciendo mi nombre con desesperación.

Narra Paul.

La ambulancia no tardaría en llegar, ya que el Dr. Johnson había pedido una ambulancia especial debido a la situación de Caroline. Corrí a la casa de nuestra vecina y le rogué que cuidara de Michelle. Telefoneé rápidamente a John mientras la enfermera, que residía —por órdenes del Dr. Johnson— a unas casas de la nuestra cuidaba de Caroline.

—¿Si?

—¿Cyn? Habla Paul...

—¿Paul? ¿Que ocurre? Te noto...

—Cyn, necesito que cuiden de Michelle, estará en casa con nuestra vecina. Debo ir con Caroline al hospital, por favor ¿puedes?

—Estoy allá en unos minutos.

Colgué rápidamente. Michelle aún dormía. La ambulancia llegó. Subieron a Caroline en una camilla, corrí tras ellos.

—No puede subir, señor —indicó uno de los  tipos.

—Por favor —supliqué.

—Déjenle subir —dijo una voz conocida desde el interior. Me tendió la mano y me ayudó a subir. —Tranquilo, McCartney —dijo el Dr. Johnson junto a Caroline.

I will. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora