Un gran susto.

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Con Paul acostumbramos a ir a Liverpool y Birmingham después de navidad. La navidad la pasamos en casa. Fue la primera navidad con la pequeña Michelle, quien recibió muchísimos regalos. Hoy viajamos a Liverpool a visitar a la familia de Paul.

—¿Fue muy agotador el viaje? —preguntó Mike  que nos fue a recibir al aeropuerto.

—Un poco más que antes...—suspiré.

—¡No digas mentiras! Michelle se comportó como una señorita. ¿Verdad mi niña? —Paul la llevaba en brazos, ella le dedicó algo como una sonrisa.

Paul tenía un don para los niños. Michelle era muy apegada a él.

Subimos al auto. Con Paul nos fuimos atrás con la niña. Él le canturreaba canciones y ella agitaba sus brazos felizmente.

Al llegar a la casa de los McCartney, nos recibieron muy bien. El Sr. Jim estaba fascinado con su nieta.

Llevé a Michelle a dormir, el viaje fue muy cansador. Angie me enseñó la habitación en que dormiríamos.

—Michelle no pasará frío aquí. —Me entregó unas mantas.

—Gracias —sonreí—. ¿Puedes tenerla mientras?

Sus ojos brillaron y asintió.

—Es muy linda...—La apegó en su pecho abrazándola.

Yo le sonreí y arreglé la cama. Me volteé y ella observaba a la pequeña.

—Caroline, quizás yo no sea nada de esta niña —dijo aún mirándola—, y tampoco de Paul ni de Mike...—levantó la vista— pero la cuidaré y querré como si fuera mi nieta.

—Me alegra muchísimo saber que a Michelle nunca le faltará cariño. —Le sonreí—. Y debes saber que, quizás de sangre no tengan ningún parentesco familiar, pero lo que realmente importa es el amor. Michelle es tu nieta, aunque no lleve tu sangre.

Dejó delicadamente a la niña en la cama y volteó para abrazarme.

—Estoy segura de que Mary McCartney hubiese estado orgullosa de la mujer con la que se casó su hijo, y de la hermosa nieta que le han dado —su voz sonaba algo quebrada por la emoción.

—Gracias, Angie.

Bajamos donde estaban los demás. Paul jugaba con Ruth. Me quedé hablando un buen rato con Mike hasta que Paul llegó a nuestro lado.

—Oye amor, estuve pensando que podríamos salir a dar una vuelta en las motocicletas —dijo tras depositar un beso en mi mejilla.

—Pero...¿y Michelle?

—Nosotros nos encargamos —dijo Angie.

—Sí, vayan —animó Mike.

—Salgan un rato, paseen... No se preocupen de Michelle, quedará en buenas manos —agregó Jim McCartney.

Dudé un momento, aunque era una buena idea, necesitábamos tomar un poco el aire y desestresarnos.

—Está bien —acepté con una sonrisa.

Paul me besó y se fue corriendo a preparar las motocicletas. Yo me quedé dándole las instrucciones a Angie y Mike por si Michelle despertaba.

—Caroline ¿acaso olvidas que soy madre? —bromeó ella.

—Lo siento, es la costumbre —reí—, si no lo hago no estoy tranquila.

—Sal y disfruta, nosotros nos encargamos —Mike sonó muy sincero.

—Amor, ya están listas —anunció Paul.

—Bien, nos vemos luego. —Moví mi mano y corrí donde Paul.

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