Amor.

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Necesitaba caminar, salir, tomar el aire, dar un paseo. Juliette me acompañaría. Ella había comenzado sus estudios en Londres y residía con nosotros mientras encontraba una buen lugar en el que habitar. Además nos ayudaba bastante con Michelle y las tareas de la casa. Necesitaríamos urgentemente a alguien pero Paul se negaba a meter otra persona en casa a menos que fuera María Teresa, quien —para nuestra desgracia— había regresado a México.

Julie insistía en ir al centro y aprovechar de hacer las compras navideñas pero yo quería caminar tranquila y allá sería imposible. Además era tarde y no quería estar tanto tiempo fuera.

—Saqué la licencia de conducir sin problemas, no tienes que preocuparte por ello —se cruzó de brazos haciendo un pequeño berrinche como cuando era pequeña.

—No es eso lo que me preocupa —bueno, si me preocupaba un poco—, es que... Necesito tranquilidad, es todo.

Ella bufó, se puso sus guantes y tomó a Michelle de la mano.

No pensé que hiciera tanto frío. Llevábamos a penas cinco minutos caminando y ya quería volver. Debí abrigarme más. Estaba recién comenzando diciembre y hacía muchísimo frío. Sentí que este invierno sería uno de los más fríos.

Caminar había calmado bastante a Arthur que toda la mañana había estado inquieto.

Dimos un largo paseo y retornamos a casa. Paul había llegado y estaba junto a Martha frente a la chimenea.

Él nos saludó y se quedó en el sillón con Michelle en su regazo hasta que ella se durmió y la subió a su habitación.

Yo no podía dejar de caminar. Arthur estaba tranquilo pero yo sentía la necesidad de moverme y eso empezó a inquietar a Paul.

—¿Está todo bien? ¿Necesitas algo? ¿Qué hago? —preguntaba.

—No, tranquilo —sonreí y decidí sentarme para calmarlo.

—¿Vamos a dormir? —preguntó torpemente con una sonrisa. —No creo que quieras dormir, claro —se corrigió al recordar que hace sólo unos segundos yo no paraba de moverme. —Eeh, yo...

—Ve a dormir, cariño. Yo no tengo sueño, subiré en un rato, no te preocupes.

Era bastante tarde y no me había percatado. Julie ya dormía y Paul estaba conmigo porque no quería dejarme sola.

Él me besó y subió no muy seguro.

Me serví un vaso de agua. Miré nuevamente la hora. Ni una pizca de sueño tenía. Decidí subir y así tranquilizar a Paul. Me acosté a leer. Poco a poco me entró el sueño hasta que plácidamente caí en los brazos de Morfeo.

La tranquilidad no duró mucho. Me desperté debido a una fuerte contracción. Decidí cambiarme de posición e intentar seguir durmiendo.
No me alarmé ya que mis últimas contracciones de práctica —o falso parto— habían sido bastante fuertes. Lo cual es normal en los meses finales de embarazo. Había una serie de diferencias entre las contracciones de práctica y las de verdadero parto que aprendí en el embarazo de Michelle y durante este gracias a libros informativos. Sobretodo,por ejemplo, se diferencian en la frecuencia y la intensidad -que aumentan cada vez más- y que las de verdadero parto no cesan aunque cambies de posición.

Habían pasado unos 20 minutos cuando sentí nuevamente otra más fuerte.

Me senté en la cama y bebí un poco de agua. Caminé un poco pero vino otra, más fuerte, en menos tiempo y más duradera.

Me levanté y encendí la luz. Paul se despertó.

—¿Qué pasa? —preguntó medio dormido.

—Tengo contracciones...

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