24. La Tentación

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Capítulo XXIV

Apolo.

Necesito dormir.

Me tiro en la esquina de mi cama apenas entro a mi habitación, suelto un suspiro al ver que la ereccion sigue allí.

Kelly se ha vuelto en un gran peligro.

Aunque me siento un poco culpable, mientras ella bailaba para mí no pude evitar pensar que era Venus.

¿Por qué tuvo que volver justo ahora?

—Tanto tiempo...

Me apoyo en mis codos al escuchar su voz, a pesar de la oscuridad de mi habitación aún puedo distinguir su rostro.

Esto debe ser parte de mi imaginación.

—¿Eres real?

Su risa retumba en la habitación, contemplo en silencio como cierra la puerta tras suyo.

Mi corazón late a mil cuando la veo acercarse lenta y sexymente hacía mí, moviendo sus caderas a un lado a otro.

Trago saliva cuando ella toma mi mano y la coloca sobre su muslo desnudo, después deja la suya sobre mi pantalón.

Suelto un gemido cuando su mano hace contacto con mi ereccion sobre la tela de mi pantalón.

—¿Ahora crees que soy real?

Sí, mi cuerpo lo sabe. Es increíble lo que ella puede ocasionar en mí con tan solo un toque en el lugar correcto.

Su mano se sigue moviendo por unos instantes, no la detengo hasta que mi conciencia me reprime.

Ella tiene novio.

Sujeto su muñeca, ella me mira frunciendo el ceño.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta?

—Esta mal.

Otra sonrisa pícara se forma en su rostro. —Eso es lo de menos hasta estas alturas, Apolo.

Hormonas, tranquilicense.

—¿Y Vance?

Ella suelta un suspiro, alza una ceja y después se pone de pie para empezar a caminar de regreso hacía la puerta.

No, no puedo dejarla ir nuevamente.

Me pongo de pie a los segundos, la jalo del antebrazo hacía mí; su trasero cae sobre mi ereccion y la tensión es demasiada.

La oigo jadear cuando la agarro de las caderas para hacer la fricción más fuerte.

Esto se siente jodidamente bien.

Echa su cabeza para atrás, su colonia llega a mis fosas nasales y siento su mano acariciar mi rostro.

Entonces pasa.

Agarra mi mentón y junta nuestros labios ocasionando que un sin fin de emociones nazcan en mí.

A la mierda la conciencia, si esta es mi entrada al infierno; estoy dispuesto.

Ella se da la vuelta y me agarra de la nuca, profundizando el beso; la pelea entre nuestras lenguas parece no tener fin.

Sus manos exploran curiosas bajo mi camiseta, acariciando mi abdomen y bajando hasta mi pantalón.

A los segundos siento la frialdad de su mano sobre mi ereccion, suelto un gemido en sus labios y puedo notar como ríe.

Abro los ojos cuando de repente ya no siento nada, sus ojos me miran fijamente cuando me empuja a la cama y después se sienta sobre mí con sus piernas al rededor de mi cadera.

Pasa sus brazos por mi cuello, yo no puedo dejar de ver sus ojos. Como si hubiera hecho una especie de hechizo en mí.

Un gemido sale de mis labios al sentirla moverse sobre mi regazo, nuestros sexos tocandose siendo separados por las estúpidas telas de la ropa.

Es ella quién coloca mis manos sobre su cadera, permitiéndome tener el control ahora a mí. Apegandola todo lo que nos permite nuestras vestimentas.

No puedo creer cuanto me excita cuando ni siquiera estamos desnudos.

Subo su vestido hasta su cintura, dejándome ver su ropa interior negra, una de mis manos se despegan de su cadera y se posan sobre sus panties.

Ella gime y puedo notar lo mojada que está.

Muevo mis dedos por encima de la fina tela negra, de arriba hacía abajo, tira su cabeza para atrás y su espalda se arquea de la excitacion.

—Maldición, hazlo.

Sonrío complacido, me acerco a su oído y puedo escuchar su corazón latir con rapidez.

—Sabes lo que tienes que hacer.

Mi voz suena ronca, ella tiembla por un instante por la sensación que le provoca mi aliento en su cuello.

Su mano se mete nuevamente por abajo de mi ropa interior, está fría así que me sobresalto.

Siento su boca lamer el lóbulo de mi oreja, mi respiración se detiene por un momento.

Estoy tan duro que duele.

—Soy tuya, Apolo Hidalgo.

Eso es suficiente para agarrarla de la cintura nuevamente y tirarla sobre la cama, esta vez yo sobre ella.

En sus ojos puedo notar la lujuria pura.

Me deshago de mis pantalones rápidamente, al igual que mis boxers.

Bajo sus panties y sin siquiera pensarlo nuevamente, entro en ella.

Un gran gemido sale de mis labios al sentirla después de mucho tiempo.

Había olvidado lo bien que se siente.

Sus manos se agarran de las mantas de mi cama y cierra los ojos a los segundos.

Espero un momento antes de empezar a moverme.

Hago mis embestidas más fuertes cada minuto.

La habitación se vuelve a llenar de gemidos y ella pidiendo cada vez más.

—¡Ah, Apolo!

Me encanta cuando dice mi nombre, porque me recuerda que soy yo el que la hace sentir así.

Ningún Vance, ni Gregory, ni Marco, mucho menos Bruno. Solo yo, soy el único que la hará disfrutar de esta manera.

Lo sé porque siento lo mismo cuando hago el amor con ella.

Mi respiración continua igual de agitada, en un rápido movimiento es ella la que está arriba ahora.

Se detiene por un instante y yo contemplo como se quita el vestido, permitiendome ver su sujetador a juego con sus panties.

Una sonrisa nace en sus labios.

—¿Te gustan?

Siento la sangre subir por mis mejillas, debo parecer un tomate ahora mismo.

¿Qué si me gusta? Todo ella es jodidamente perfecto y sensual.

Se quita el brasier dejando al descubierto sus senos, luego empieza a dar saltitos sobre mi miembro.

Oh, joder.

Estoy a punto de llegar, lo sé.

La detengo justo a tiempo y salgo de ella para eyacular sobre mi cama.

La vergüenza me invade, no tenía condón así que había entrado en pánico.

Ella no dice nada, solo sonríe y se echa a mí lado aún desnuda.

Extrañaba esto.

Sin embargo la mañana siguiente todas mis esperanzas desaparecerían, al ver que no estaba en mi cama.

*

AAAAAAAAAAA. Okey, muchxs me pidieron otro capítulo, así que aquí esta.

¡Espero les guste! Yo ahora tengo que irme por la reunión por mis xv xd.

¡Besos de fresa! ¡Muak!

—Lxs ama, Mac <33

𝐏𝐈𝐍𝐊| Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora