28. La cita

3.8K 528 496
                                    

Capítulo XXVIII

Apolo. 

Estoy nervioso. 

Creo que la última vez que estuve así de nervioso fue cuando me declaré a Venus, ¿Por qué siempre ella tiene algo que ver con mis emociones más fuertes?

Miro el reloj que tengo en la muñeca; cinco minutos, eso es lo que falta para las ocho. El frío se está colando desde hace un rato por mi camiseta, es que hace media hora que me saque la chaqueta. 

Sé que Venus llegará tiritando del frío y no traerá un buen abrigo, la conozco. 

Agradezco que haya pedido Frapuccinos, porque se ha temperado en todo mi tiempo de espera; tal vez la lleve a comer a algún parque o caminando sin dirección alguna. 

Mis ojos se detienen en un auto que se está estacionando en la orilla del Starbucks, frunzo el ceño al reconocer al tipo de la fiesta. 

¡Santas papayas me está mirando!

Me hace una seña con las manos para acercarme, dudo unos segundos pero al final cedo, aún se me sigue haciendo conocido de alguna parte. 

—¿Tú eres el que limpia los carros, no? —¿qué demonios? —¿Tienes jabón o solo agua?

Hago mis manos puños, ¿Tengo cara de limpiador o qué? 

Cálmate, Apolo. 

—No soy el encargado de eso, creo que ya se fue. —digo lo más amable posible. 

—Ah. 

No dice nada más, ¿No me va a pedir disculpas? No es que sea ofensivo, pero si yo me hubiera equivocado habría pedido disculpas. 

Saca un cigarrillo de sus bolsillos y lo enciende, botando el humo en mi rostro din preocupación alguna. Yo me alejo tosiendo por el desagradable efecto. 

Me mira nuevamente. —Oye, niño, entra allí y si ves a la chica de cabello rosa, dile que su novio ya vino a recogerla. 

Inmediatamente frunzo el ceño, pero no me muevo. 

—¡Hey! Lo siento por hacerte esperar. —oigo la voz de Venus a mis espaldas, a penas ve al tipo su sonrisa desaparece. —¿Qué carajos haces acá, Vance?

—Pues vine a recoger a mi chica. —su maldita sonrisa no desaparece. —¿Por qué no te alegra verme, cariño?

—Deja de fingir, que no hace falta. —¿fingir? —Te dije que dejaras de venir a mis trabajos, eres como un jodido insecto que se mete en donde no lo llaman. 

Sé que no tengo mucha experiencia en relaciones amorosas, pero estoy seguro que cuando nosotros éramos novios no nos tratábamos de esa manera. 

—¿Qué pasa, guapa? ¿Interrumpí tu cita?

—Pues sí, la verdad es que sí. 

Al parecer el tipo lo dijo en modo de broma, porque apenas Venus suelta esas palabras su rostro se endurece y me mira con la ira reflejada en sus ojos. 

¡Ja!

—¿Con este niñato? No me jodas, Venus. —suelta una risa. —Venga, déjate de bromas.

—Que no es una broma, ya puedes irte regresando, Vance. 

Siento la piel de gallina cuando su mirada se fija en ella, sin embargo Venus no se tuerce; ninguno de los dos pestañea. 

Esto es muy incomodo. 

—Venus, sube al auto. —su voz se ha endurecido demasiado. 

—No tengo porque-

𝐏𝐈𝐍𝐊| Apolo HidalgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora