CAP III Despertando de un sueño

20 4 8
                                    


Las peores pesadillas son aquellas que cuentan la verdad

Cuando abrir mis ojos, me encontré atado a un poste en medio de mi pueblo, bañado en combustible y rodeado por leña. No importaba cuanto lo intentara, ni cuanta fuerza usara, no podía hacer nada para liberarme. Faltaban pocas horas para el amanecer, pero aun así estaba muy oscuro, la misma luna había decidido no aparecer esta noche.

Desde niño siempre he tenido muy buena vista. Puedo ver a la perfección en lugares con escasa iluminación, Pero en estos momentos hubiera deseado estar completamente ciego.

Era como si una tormenta llena de hojillas hubiese pasado por el pueblo dejando cadáveres, despedazados por todo el lugar. Una parte del pueblo aún estaba ardiendo, solo se podían observar aquellas grandes llamas rojas y naranjas, bailando y danzando una al son de la otra por toda la villa, destruyendo y dejando solo cenizas a su paso.

Era un espectáculo difícil de ver y digerir. Trate de cerrar mis ojos, pero al hacerlo, solo veía a Baltasar asesinando a mi familia, una y otra vez; era como estar encerrado en una cruel y brutal pesadilla, de la que salir de ella me era imposible...

Me ataron con gruesas cadenas de acero. Estas rodeaban mis brazos presionándolos contra mi pecho, mis piernas estaban igual no tenía ni un milímetro de libertad. Solo respirar era realmente muy difícil, las cadenas aplastaban mi pecho. Imagino que querían que alguien me encontrara vuelto solo un trozo de carbón y cenizas, pero no logro entender porque aún estoy vivo.

Sin darme cuenta, algunas lágrimas recorrieron mi rostro, sin ningún permiso, sin ninguna advertencia brotaron de mis pupilas. Era inevitable no sentirme responsable por todo lo ocurrido. El simple hecho de no haber logrado evitar este desastre era como estar entre las llamas, el dolor me consumía lentamente. Solo llegue a sentir mis pensamientos colisionando con mis emociones creando una enorme ráfaga de recuerdos ahora rotos... Eso es lo único que me queda. Recuerdos que por más felices que hayan sido, ahora son dolorosos.

No solo mi familia murió. No creo que alguien quede con vida en el pueblo. Por un breve instante olvide que me encontraba prisionero, ya me había resignado. Las cadenas eran muy gruesas y resistentes, estaría un buen tiempo contemplando la gran hoguera de Baltasar alimentarse de la villa. No sé en qué momento volví a quedar inconsciente o simplemente dormido... pero era igual o peor que quedarse despierto.

Mientras dormía solo tenía pesadillas. Tal vez nunca vuelva a tener un sueño agradable. Los recuerdos se arremolinaban en mi cabeza llenando hasta el tiempo de descanso con dolor. Las pesadillas nunca habían sido tan crueles. Y ahora sé que las que cuentan la verdad son las peores.

Luego de algunas horas me despertó el ruido de los cascos de algunos caballos recorrer las calles de mi pueblo, algunas voces que se escuchaban en todos lados. Había algunos soldados por todo el lugar, sus armaduras plateadas y pieles blancas podrían darle un poco de esperanza a cualquier persona, pero yo seguía viendo la sangre, y el fuego en mi mente aún no se apagaba. Pude verlos, recorrían el pueblo buscando sobrevivientes, incluso ellos creyeron que no encontrarían ninguno. Pero cuando un par de ellos me encontraron no ocultaron su sorpresa, acercándose rápidamente para liberarme lo más pronto posible.

- Tranquilo chico te bajaremos de allí -me dijo uno de los soldados mientras junto a su compañero intentaban liberarme, su tono de voz era fuerte pero su forma de dirigirse hacia mí era suave y tranquila, cuidando no asustarme.

- ¡solo aguanta un poco más! ¡Estarás bien! -decían mientras me desataban y el peso de las cadenas iba desapareciendo lentamente, dejando mi cuerpo adolorido al fin en libertad. Ya no eran solo ellos dos, otro soldado se había alertado de mi presencia mirando la escena con preocupación.

Voces Internas "la nueva leyenda"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora