CAP VIII "BOSQUE OSCURO"

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– ¿¡Sabias que te ves muy lindo mientras duermes!? -eso me despertó- Siempre disfruto verte dormir –Dijo una voz en la habitación que reconocería en cualquier parte; al escucharla inmediatamente se vio interrumpido mi sueño; aunque no sabría si en realidad llamarlo sueño ya que cuando duermo solo escucho voces extrañas que muy pocas veces logro entender. La mire sorprendido y apenado, aun no podía entender como sabía que estaba en la casa del Sr. Juan, se supone que nadie debería saberlo.

– ¡Luccia ¿qué haces aquí?! ¿Y qué es lo que estás diciendo? –Pregunte mientras me incorporaba incómodamente en la cama mientras ella se acercaba más a mí- ¿Solías hacerlo antes? -me encontraba desconcertado, pero ella sonrió tranquilamente, quitándole importancia ante sus ojos.

– ¡Solo cuando estabas tan agotado que ni siquiera lo notabas! –Me dijo dándole un poco de picardía a su sonrisa mientras se encogía de hombros- ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que estás haciendo Gabriel?

– ¿No es obvio? Decidí retirarme del ejercito de la Luz Divina, no puedo quedarme en la iglesia ¡lo lamento! Si quieres ve y díselo a todos -me preocupaba bastante como ella pudiese tomarlo, pero no podía volver.

– ¿No lo sabes verdad? ¿Es que aún no entiendes la gravedad de lo que has hecho? ¡No tienes opción Gabriel! Tienes que volver a la Iglesia o te convertirás en desertor, comenzaran a darte caza. Al cumplir el servicio militar si no quieres continuar siendo soldado puedes retirarte, o en tal caso si eres herido y no puedes continuar con tu labor eres dado de baja y quedas libre, pero no puedes escaparte así sin más.

– ¡No estoy escapando, Luccia! –la interrumpí con un fuerte tono de voz, me incomodo el hecho de que piensen que me escabullo como un animal escondiéndome. A ella pareció sorprenderle mi actitud, pero luego suspiro y continuo:

– ¿Entonces, como le llamas a todo esto? –Preguntó ella.

– Solo estoy tomando un atajo. No puedo esperar en la iglesia la llegada de una orden para actuar... una orden que a mi parecer siempre llegara tarde. Estando aquí afuera puedo ayudar a las personas de verdad y a tiempo, sé que la iglesia hace lo que puede, pero... -me quedé sin palabras brevemente, pensando encontrar la forma de que pudiera entenderme- tan solo observa a tu alrededor Luccia, mira lo que estaba ocurriendo en este pueblo aun estando tan cerca de la sede principal de la iglesia y la luz divina, piénsalo, ¿cuantas aldeas más estarán en iguales o en peores situaciones que esta? – le dije sin evitar conmoverme.

– ¿acaso crees que eso no había pasado por mi cabeza alguna vez? Te entiendo a la perfección Gabriel –decía en un tono de voz calmado y sereno, mientras trataba de calmarme con su mirada- y creo que es una noble causa, yo también pienso de la misma manera que tú, pero no puedes irte así sin más, no puedes dejarnos –me miró, con esos grandes y profundos ojos marrones- Vuelve con nosotros, ¡yo no quiero que te vayas! -admitió y sus mejillas se sonrojaron lentamente- ¡Vuelve conmigo!

– Lo siento Luccia, pero no lo hare -no sabía cómo decirlo- Ya tomé una decisión. –le dije de manera terminante, mientras trataba de alejarme un poco de ella.

– ¡No puedes escapar…Titania está aquí! –Me dijo mientras una sonrisa se asomaba a su rostro al darse cuenta de mi sorpresa ante la noticia. Estoy en problemas, ¿Scarlet también está aquí? si me tropiezo con ella me va a ser muy difícil escapar; puedo hacerlo, estoy seguro, pero sé que no será fácil. Eso me manda por andar confiando en las personas a la primera pensé.

– Recuerda que soy tan rápido como Anthony, ella nunca me alcanzara, eso te lo aseguro.

– ¡No, claro que no! -su tono sarcástico fue una burla- Ella tiene la lanza, su arma... y sabes muy bien que tú no eres rival para ella –Dijo mi excompañera.

Voces Internas "la nueva leyenda"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora