En espera de amor

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- ¿Qué?, los bailes del castillo en la actualidad son muy privados, ¿quién te invito?

- Dijo que su nombre era Abadie

- ¿Y no te pareció sospechoso que estuviera en el bosque?, nadie va por ahí, mucho menos en estas épocas de frío

- Pero el me dijo que era un explorador, fue muy amigable y realmente tengo muchas ganas de ver como esta el castillo, era mi hogar

- ¿Vez el pueblo?, - preguntó Eider enojada - ¡pues así como estamos en la miseria, así ha de estar el castillo!, Heddaiciar por favor no vayas. - pidió con tristeza - Este podría ser un plan malvado de la reina para lastimarte, piénsalo...

- Voy a ir, - contestó su receptora firmemente - estaré bien, solo ayúdame a conseguir un vestido y vamos juntas - la chica de ojos de color avellana miró a su amiga una última vez para estar segura de que eso era realmente lo que ella quería

- Esta bien, iremos - una encantadora sonrisa iluminó el rostro de la princesa.

A la mañana siguiente ambas doncellas se dedicaron a buscar los vestidos más elegantes en cada una de las calles del pueblo, y el peinado ideal que usarían la noche del baile, porque en este caso no había una hada madrina que las ayudara con todo.

Fue ese mismo día que Yoet en el salón principal del castillo conversaba con su reservado sirviente, Bilal - ¿Sabes?, quiero que todo para el baile tenga el color dorado, las paredes, las sillas, las mesas, a los de la cocina por favor diles que se apresuren a terminar con la comida porque debo de ser yo, quien la pruebe primero para dar mi opinión, además... - dijo la reina tomándose un momento para formular una pregunta de suma importancia - ¿dónde esta mi prometido?

- No lo sé su majestad, me es casi imposible estar en dos lugares al mismo tiempo

- No te hagas el gracioso querido, ¡pues quiero que los guardias lo busquen y lo aproximen al salón principal!, que aunque este no es su reino aún debe de apoyarme a que se vea magnifico para mañana - reclamó ella con enfado y sin pena alguna de lo que las personas alrededor pudieran decir sobre su desesperante tono de voz.

Esa noche Heddaiciar y Eider consiguieron todo lo que buscaban, ambas volvieron muy cansadas hasta su cabaña, pero emocionadas por su objetivo para el día siguiente - ¿En serio no estas nerviosa por ver a tu tía mañana? - la otra chica se encogió de hombros

- No tengo porque estarlo, es mi familia, ella no tuvo la culpa de lo que le pasó a mis padres; - respondió mirando el techo - solo quería el trono y ya lo tiene, yo voy a pedirle que me quite el hechizo para cambiar mi nombre sin la consecuencia de morir y llevar a cabo una vida normal - su compañera en la habitación negó con la cabeza

- Ninguna quiere ser una mujer normal, tu vivías en un castillo lujoso y llenó de sirvientes que te apoyaban en tus decisiones arriesgadas, dime, ¿por qué dejar todo eso?, ¿qué hay de especial aquí afuera?

- Amor

- No lo has encontrado

- Di mi primer beso, con alguien que no estaba dentro del castillo - recordó alegremente, tratando de contener la sonrisa y el cosquilleo en sus mejillas

- Ya es tiempo de que vuelvas, Cantuna se hunde y tu estas en una búsqueda con muchas esperanzas pero puede que el resultado no sea lo que esperas

- ¡Tienes razón, puede que sea más! - exclamó emocionada

- Olvídalo, mejor hay que dormir, aunque... hablando de amor, el nombre de Abadie me parece vagamente conocido - pensó Eider por un instante

- A mi no, de todas formas ten una buena noche, y... descansa.

El nombre de una princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora