Un hechizo inquebrantable

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Durante varios días, Heddaiciar estuvo en su castillo, caminando de un lado a otro todo el tiempo, aburrida, miraba los retratos de sus familiares en las paredes, y buscaba el parecido con alguno de ellos, pero solo veía algunos rasgos físicos iguales, no una historia increíble en sus miradas, que era lo que ella estaba buscando; por momentos se encerraba en su habitación y lloraba amargamente mientras que utilizaba algo filoso para escribir un cuento en sus paredes acerca de como era la vida perfecta que ella se imaginaba antes de los 19 años. 

Por otra parte el rey quiso ver a su hermana, para preguntarle cuáles fueron los hechizos que creo para su hija. Yoet pidió que fuese con su esposa juntos para explicarles en que consistía cada uno de los trucos y cuales serían las consecuencias de tratar de burlar alguno — Arthur, — dijo Yoet sonriendo una vez que terminaron de cenar en casa de la dama — me pediste algo para que tú hija no volviera a negar su increíble nombre, ¿cierto?, — él asintió — pues a partir de ahora, si ella vuelve a hacerlo, partes de su cuerpo se deterioraran hasta que ella muera, y créeme, si lo hace le va a doler mucho — la reina se sorprendió al oír esto

— Me parece bien, es algo justo — pronunció el Rey con la cabeza en alto

— No, — suplico la madre cubriendo sus finos labios con ambas manos — por favor no le hagas eso, cámbialo, por algo que sea menos mortal y dañino para su salud, cámbialo, ¡es de tu familia no puedes hacerle eso!

— Y esa, no es la mejor parte, — añadió Yoet riendo mientras negaba con la cabeza — también me pediste algo que le enseñara a adquirir lecciones de la vida, ¿y qué mejor que los años? — pregunto caminando por el comedor de manera presumida por su buen trabajo; el rey y la reina la observaban preocupados — a partir de ahora hay solo dos maneras de que tú hija abandone este mundo, va a ver a todos a su alrededor morirse, pero ella, ella va a vivir con ese dolor para siempre... — agregó sonriendo

— Eres un monstruo Yoet, — la reina se levanto de su asiento con enfado — ¡y tú Arthur, no puedo creerlo, tú deberías de tener todos esos castigos que a nuestra pobre hija le has puesto encima! — diciendo esto último ella se marcho, pero nunca llego al castillo, y la buscaron durante varios años, pero nadie en el reino supo que lo que realmente sucedió con ella.

El rey de otra manera si regreso hasta donde estaba Heddaiciar y le contó todo lo que había pasado, le dijo que estaba bajo dos hechizos que habían sido culpa suya, y que realmente lo lamentaba — ¿No hay manera de liberarme de ellos? — preguntó la joven con pena y lástima por si misma

— No lo sé hija, pero sin duda tu tía no va a darnos la respuesta, ella espera tú muerte junto con la obtención de este reino

— ¿Cómo pudiste hacerme esto?, — dijo ella sorprendida — todos a nuestro alrededor nos decían que Yoet siempre jugaba sucio, ¿y no te pareció suficiente despedir a los empleados del castillo?, ellos eran mis únicos amigos, ¿ahora también me hiciste esto?

— Heddaiciar lo lamento, no quería que fueras por un mal camino

— Ya estaba en el, y por lo que veo, tú estabas conmigo — la princesa corrió fuera de su habitación y su padre la siguió hasta las escaleras llorando

— Hija, por favor, vuelve ¡Heddaiciar perdóname!

El nombre de una princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora