El nombre de una princesa.

Llegando a Ayfied

- He venido por Heddaiciar, Heddaiciar Isai, - dijo el príncipe Apollon a uno de los guardias bajando de su caballo

- Vaya, eso es tener mucha valentía príncipe Apollon, porque la reina Yoet dijo que si venías a buscarla que los matáramos a ambos - al oír esto el príncipe enseguida sacó su espada

- Entonces, que empiece el duelo por mi vida.

- ¿Escuchaste eso? - preguntó Abadie a Heddaiciar después de un rato

- ¿Qué ocurre? - preguntó ella interesada en su comentario

- Suenan como espadas. ¡alguien esta peleando! - ambos se miraron asombrados - Quédate aquí, iré a ver

- ¿A dónde más podría ir? - minutos después volvió Abadie volando muy emocionado

- ¡Apollon, ha venido a rescatarte!

- ¿Lo dices enserio? - cuestionó Heddaiciar emocionada; pero de pronto uno de los guardias llegó a abrir su celda

- Vamos

- ¿El príncipe Apollon ha ganado la justa?

- Tú y el ya están muertos, - ante la respuesta Heddaiciar camino hasta la entrada de su celda, sujetándose de las maltratadas paredes para después atacar en contra del guardia empujándolo fuertemente, pero este al ser mucho más hábil en las peleas la tomo del cabello y la arrojo contra uno de los muros de la prisión. Abadie al otro lado de la ventana con barrotes observaba la escena preocupado - ¡Dejala! - exclamo el valiente explorador con todas sus fuerzas entrando por la ventana directo a los ojos del guardia

- ¡Largo de aquí mugrosa ave! - en ese momento Apollon llegó corriendo y apunto la espalda del guardia con su espada, quien sin parecer tan asustado se dio la vuelta para mirarlo directo a los ojos

- Te daré el mismo trato que a tu compañero de la entrada, déjanos ir, y tu vida será perdonada

- ¡Mátalo Apollon!, ¡las personas como el nunca cambian! - gruñó Abadie volando justo al lado de Heddaiciar

- Decide pronto, - dijo el príncipe sin bajar su espada

- Tengo una hermosa familia; así que váyanse. Pero más vale que no le digan nada de esto a la reina

- Hecho - Apollon camino hasta donde estaba Heddaiciar, y cargándola entre sus brazos la llevó fuera de la prisión abrazada

- Me dijeron que pronto ibas a casarte, ¿qué estas haciendo aquí?

- Vine a buscar a la única persona con la que podría casarme - dijo Apollon esbozando una sonrisa, lo cual hizo a la joven ruborizar

- Hay algo que debo decirte; realmente soy Heddaiciar, estaba destinada a no morir a menos que negara mi nombre, y la otra noche en el baile, cuando dije que mi nombre era Leanne una de mis piernas desapareció de mi cuerpo, - narró con lágrimas en los ojos - y no sé si tu quieres casarte conmigo, aún sabiendo los defectos que tengo, soy irresponsable, torpe, me falta tolerancia y además, - el príncipe la miro por un instante secando sus lágrimas, y después su voz interrumpió la de la chica

- Quiero quedarme contigo a pesar de todo eso - contestó sonriendo y beso ambas manos de la princesa, Abadie bajó la mirada, conmovido y al mismo tiempo apenado por la escena.

Durante el resto de la noche, Heddaiciar, Apollon y el amigable dacnis se encaminaron hasta el otro lado del pueblo mientras pensaban en que hacer para recuperar el lugar de la princesa dentro del reino - Ya llegamos - dijo el príncipe mirando el paisaje con orgullo

- ¿El campo Ayfied?,

- ¿Qué pasa?, ¿estuvo mal traerte aquí? - ella esbozó una sonrisa

- Para nada, a mis padres les encantaba este lugar, ellos siempre me decían lo divertido que era estar aquí, incluso si solo estaban mirando el cielo cuando eran jóvenes, y yo... solo un par de veces cuando me escapaba del castillo venía aquí, luego de su muerte yo no quería deprimirme o extrañarlos, así que me mantuve lejos de este lugar

- Entendemos, - dijo Abadie - pero es maravilloso dejar el pasado atrás y seguir mirando adelante, así que lo mejor será ir a disfrutar de este campo

- Lo que el explorador diga

- Me asegurare de que todo este en orden - anunció Abadie tomando vuelo con sus alas

- Apollon, - dijo Heddaiciar mirándolo a la cara - muchas gracias por la ayuda de hoy, y por todo

- No es nada, las mujeres que son valientes y humildes como tú hasta el cielo se merecen - agregó guiñándole un ojo