011. Departamento. Merida

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-Y esté es mi departamento. -mencionó el castaño que iba detrás mío y cerrar la puerta al final.

-No está nada mal. -le sonreí y notar que un pequeño rubor se asomaba en sus mejillas.

-Claro que todavía no termino de desempacar, espero que no te importe.

Dijo para que respondiera con un gemido de negación y caminar por su departamento. Era grande para el precio que le habían dado a Hiccup, no estaba nada mal.

Hiccup y yo nos conocemos desde niños, somos amigos desde entonces. Claro que no lleva mucho tiempo en el que regrese a la ciudad, por cuestiones de mis padres, pero por fin estamos juntos de nuevo.

-¿Qué es ésto? -dije tomando una cámara vieja que se encontraba por encima de una caja.

-Es una cámara de rollo, me parece que es de los 60'.

-¿Y todavía funciona? -dije graciosa mientras comenzaba a jugar con ella.

-Si no fuera así, no la tendría.

Entonces, comencé a tomar fotos a toda la casa y entre ellas, salía Hiccup. Comenzamos a tomar fotos divertidas mientras el rollo de este se terminaba. Era como cuando éramos niños, todo entre risas y diversión.

Fue en eso, que me encontraba asomada por la ventana tomando fotografías al manzano de enfrente que comenzaba a retoñar. Era lindo. Fue en eso que sentí a Hiccup que me acompañaba en mi vista por la ventana a un lado mío.

-Te extrañé mucho. -soltó de repente.

-Yo igual. -baje la cámara para dirigir mi mirada hacia él con una sonrisa.

La luz que chocaba con su rostro era más que perfecta. Su cortina blanca que chocaba con nuestros cuerpos pareciera mágica, apareciendo y desapareciendo el rostro de Hiccup con cada baile que daba. Nunca había visto lo mucho que había crecido Hiccup.

Fue en eso, que nuestros cuerpos comenzaron a acercarse poco a poco sin entender que sucedía. Nosotros hemos sido amigos hasta ahora. Pero no entiendo porque deseaba tanto que pasará este momento.

El aliento de Hiccup con el mío se comenzaban a mezclar el uno con el otro. Y fue ahí donde termine nuestro poca distancia que quedaba, uniendo nuestros labios. Bailaban y jugaban a cada segundo que pasaba, al igual, nuestra lenguas comenzaron a jugar entre ellas.

Las manos de Hiccup comenzaron a bajar a mis caderas y acercarme a él. Mis manos comenzaron a deslizarse de su pecho a su pantalón y provocar masajes inconcientemente. Rápidamente, Hiccup tomó mis manos para separarse del beso entre jadeos y una conexión de saliva en nuestros labios.

-No lo hagas Merida. Si lo haces, no se a donde podré llegar. -me susurró.

-Bueno... Quiero descubrirlo.

El castaño me vio sorprendido a aquellas palabras. Nunca habíamos tenido ni siquiera un beso de curiosidad entre nosotros. Pero, tal vez, deseábamos esto tanto el uno como el otro.

Nuevamente, Hiccup comenzó acercarse a mi para depositar besos en mis labios. Entonces, nos apartamos de la ventana entre risas para que me sentará en un mueble atrás mío e Hiccup se colocará entre mis piernas. Tenía que hacerlo, necesitaba a Hiccup en mí.

Poco a poco, comenzó a deshacerse de su camisa y sus manos se perdían en mi piel. En ningún momento se comportó brusco en sus movimientos, eran dulces en cada uno de ellos.

Su cama, se encontraba subiendo unas escaleras. Así que entre risas en el beso, comenzamos a subirlas hasta toparnos con su ella. Al llegar, me recostó y se colocó entre mis piernas sin separar el beso en ningún momento. Entre risas le di la vuelta para quedar arriba de él y comenzar a mover mi cintura en su pantalón inconcientemente, provocando gruñidos de sus labios.

-Estas despertando algo que no podrás parar rojita -gruñó.

-Correre el riesgo -sonreí

Poco poco fuimos deshaciendonos de nuestras prendas para quedar al descubierto el uno con el otro. Nuestros cuerpos pedían a gritos este momento, deseaba tanto que Hiccup se encontrará dentro de mi y me tratará mal.

Inconcientemente me coloqué de espaldas de él con mi trasero al aire y mi espalda pegada a su cama, esperaba que él hiciera lo suyo y me rompiera en dos con su grande y gordo miembro en mi cuerpo, pero no fue lo que recibí con exactitud. Sentí como sus manos rodeaban mi abdomen y sus cálidos besos caían en mi piel.

-Estas tan rota Merida -me sorprendí a ello-. Yo solo quiero ayudarte, quiero que me dejes construirte pedazo a pedazo.

No sabía cómo debía reaccionar a ellos. ¿Acaso no puedes dejar de ser lindo hasta en los momentos dónde pido que me cojas?

-Pero antes de eso -me depósito un beso en mi espalda para subir su cuerpo y tomar mis glúteos y jugar con ellos- te construiré con leche.

Sin previo aviso se encontraba dentro de mi, era rápido en sus movimientos y yo no podía acomodarme a él. No gemia, gritaba. Tal vez todos sus vecinos nos escuchaban pero no podía evitarlo, sabrían la clase de chico callado y amable podía llegar a ser su joven vecino; pero parecía no importarle.

Tomó mi cabello para jalarno sin brusquedad y seguir dándome por detrás. Sacaba gruñidos mientras masajeaba mi trasero, en un movimiento su mano se vió impactando mi piel haciéndome gemir de lujuria.

Todo esto era el completo paraíso.

Sus manos se deslizaron a mi pechos y los comenzó a masajear, entonces una de sus manos bajo por mi abdomen para encontrarse con mi vagina y penetrarme en ella con sus dedos. Me sentía extasiada por como sus manos bailaban en mi cuerpo mientras se encargaba de darme duro por detrás. Podría venirme en este justo momento.

Mientras sus embestidas eran más duras yo lloraba de placer, jamás me había cogido de manera tan placentera que podría morir en este momento por sus embestidas.

-Espera Hicc -dije con la poca voz que me quedaba. Mis gemidos no podían dejarme hablar.

-Di que eres mía. -se detuvo dentro de mi mientras gruñía. ¿Cómo podía escucharse tan bien después de haberme cogido como una bestia salvaje?

-Soy toda tuya.

-Entonces pídeme que te folle otra vez. - saco la único conexión que teníamos de mi mientras apretaba mis nalgas.

-Follame de nuevo Hiccup, soy toda tuya, haz lo que quieras conmigo, soy tu perra si tú lo deseas -dije con mi poco aliento, no entendía como tenía fuerzas para aguantar otro orgasmo con él-. Por favor.

-Buena niña. -dijo acariciando mi cuerpo.

No podía comprender como un hombre podía aguantar tanto en la cama como él, se tiene bien sabido que los hombres son los primeros en llegar al orgasmo mientras que nosotras tardamos. Hiccup es un hombre de otro planeta que se encuentra a punto de romper su cama por la forma en la que se mueve.

Fue entonces, que sentí como su líquido comenzó a chocar en mis paredes y derramarse fuera de mi cuerpo. El había tomado mis glúteos y encurvado su espalda mientras gruñía. No quedé atrás, ambos habíamos llegado al clímax al mismo tiempo.

De un momento a otro, me encontraba con su grande miembro en mi boca mientras salía y entraba de ella. Está claro que está tarde y noche no dormiré en lo absoluto.

¿Lemonlandia Mericcup?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora