⚠️ Continuación del capítulo 11.⚠️
Hiccup había sido mi amigo toda mi infancia. No recuerdo haberlo visto de otra manera que no fue como aquel niño sin uno de sus dientes frontales cuando sonreía al otro lado de la calle.Y ahora cuando alzaba la mirada podía ver en lo que se había convertido. Su cabeza echada hacia atrás cubierta por sudor con un gruñido que surgía desde su garganta dejándome ver su enorme cuerpo trabajado desde abajo. Su mano no se habia apartado de mi coleta que el mismo había improviso minutos antes de haber introducido su miembro en mi boca.
No mentiría, tal vez había hecho sexo oral en ciertos antros en alguno de los baños en los que brotaba un olor raro. Pero esto era distinto. Hiccup era distinto. Aquellos hombres solo se preocuparon por su placer.
Pero desde el momento que decidí meter su miembro en mi boca, jamás fue brusco conmigo. Primero lo acaricie y ver su tamaño. Me aterró por un instante tener que meterme todo aquello en la boca. No sabía si cabría de alguna manera, pero aquí estaba. Sintiendo como mi garganta se irritaba más cada que introducía más de él en mi pero nunca podía hacerlo por completo y eso me frustraba. Mi garganta comenzó a tener un cierto dolor en ella ya que cada vez intentaba adentrar más y más de él en ella pero no lograba hacerlo todo; mis ojos comenzaron a lagrimear mientras se la chupaba.
Pero sucedió. Se corrió en mi boca y casi me atragantó con la gran cantidad que había expulsado en mi que salió despampanante por todos lados que cubrió mis pechos con él y todo mi rostro. Era dulce, posiblemente Hiccup había comido piña los últimos días para esta tarde. Escuché un gruñido de parte suyo cuando se libero de esa enorme carga en mi, cubriendome completamente de él.
Gruño al verme y en sus ojos simplemente ví un brillo.
De un momento a otro, Hiccup me había llevado a una de las paredes de su habitación, colocándose detrás mío mientras besaba mi cuello.
—Sigues haciéndolo —dijo en medio de sus besos—. No creas que no me di cuenta. Intentaste meter todo mi pene en tu boca. Sigues frustrandote cuando no logras algo.
En ocasiones como estás no lograba comprender los comentarios de este castaño que se encontraba detrás mío. ¿Cómo podía decirme esto después de tratar a mi cuerpo como a un cajón que no cierra? Hiccup es un hombre que jamás lograre comprender en su totalidad.
Fue entonces que con una mano quitó lo que se encontraba en su mesa para dormir para sentarme sobre él mientras él se acomodaba entre mis piernas. Sus besos cada vez se volvían más lujuriosos sobre mi piel mientras pasaban los minutos. Mis jadeos pedían de manera desesperada que Hiccup me penetrara de alguna forma, pero que fuera ahora mismo.
Mis manos fueron recorriendo su abdomen marcado, tocando con las puntas de mis yemas sus pechos y cuadros mientras bajaban. Y cuando por fin había encontrado un camino con algo de bello cúbico, había encontrado a su amigo. Mis manos lo rodearon para comenzar a jugar con él de arriba a abajo. Los jadeos de Hiccup se mezclaban con mi piel mientras con sus manos acercaban mis caderas a las suyas.
—Dime lo que quieres —gruño por lo bajo mientras seguía masturbandolo.
Detuve mis manos inclinando con cuidado su miembro entre mis piernas que lentamente fui abriendo.
—Quiero que me folles otra vez —lo voltee a ver. Su semblante seguía siendo el mismo serio con una pizca de lujuria—. Por favor.
No sé inmutó.
Se adentro en mi lo más violento y rápido que pudo, colocando sus manos en mis caderas para acercarlo había él. Solté un gemido hundiendo mi rostro en él.
—Buena niña —susurro en mi oído sin separar la unión que él mismo había provocado en nuestros cuerpos en medio de jadeos—. Pero te sugiero que no hagas ruido. Del otro lado de la pared vive una familia con un niño pequeño y no quisiera despertarlo.
Antes de poder reclamarle que lo hiciéramos en la cama para no tener problemas con sus vecinos —suficiente tenía con la idea de pensar que mis primeros gritos fueron escuchados por todo el edificio— el se introdujo en mi nuevamente con la misma fuerza que hace unos segundos. Antes de soltar un grito, lleve mis manos a mi boca para ahogarlo. Pude sentir la expresión de Hiccup viéndome con una sonrisa mientras sentía como sus manos se resbalaban a mi trasero para masajearlo y cada que quería penetrarme lo acercara a él con fuerza como si su vida dependiera de ello.
Había momentos en los que no podía evitar no soltar gemidos. Fueron más difíciles de contener después de que me paro de la mesa de noche y me puso frente a ella para comenzar a bombear mi trasero. La mesa comenzaba a golpear contra la pared, esperaba con todas mis fuerzas que la familia tuviera el sueño pesado.
•••
—¡Buenos días, Hiccup! —Hablo una voz fuera del departamento.
Abrí mis ojos. Me encontraba en la cama de Hiccup. Ahora que había luz podía ver perfectamente su departamento con cajas sin desempaquetar en ella. Únicamente tenía que asomarme de la cama y podía ver a la perfección todo el departamento por arriba. Hiccup se encontraba en la puerta de entrada arreglado mientras tomaba el periódico.
—¡Buenos días vecino!
—Sé que esto puede ser algo incómodo para nosotros y espero no tener problemas en el futuro. Es solo que anoche tú y ¿tú pareja? Hicieron algo de ruido, con, ya sabes... Anoche mi esposa e hijo fueron a casa de mi suegra y fui yo el que se quedó. Solo quería pedirte que para la próxima vez que sucedan estas cosas seas un poco más precavido.
—Claro. No se disculpe, fue culpa mía. No se volverá a repetir la próxima vez.
La próxima vez
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