034. Masaje. Hiccup

101 10 0
                                    


Después de un día cansado, no podía creer en hacerle caso a mi amigo de venir a estas horas a este clase de lugar. Un lugar donde hacen masaje corporal, jamás me había visto en la necesidad de estar en un lugar como este y mucho menos de desnudarme por completo para que otra persona me toque el cuerpo con cremas y fomentos.

-No lo sé Jack, no creo que esto sea lo mío -dije a mi amigo que estaba a punto de pasar con la recepcionista.

-Oh vamos, hombre! Sabes que gane unos cupones para dos masajes gratis y hoy es el último día para usarlos. ¿Y que mejor que traer a mi mejor amigo conmigo?

Jack simplemente no sentía vergüenza alguna, así que él no tenía problema con nada de esto. Así que solo paso con la señora del mostrador para usar sus cupones. Yo me dediqué a observar las plantas con las que adornaban el vestíbulo.

Sentí una mirada entre las paredes. Pero dudaba que fuera verdad.

-Ya está, hermano. Sígueme -dijo para tomarme del brazo y pasar por aquella cortina hecha de leguminosas y palitos.

Me deshice de mi ropa y la puse en un casillero, me coloqué una toalla blanca limpia y cada uno se dirigió a una habitación diferente mientras la masajista llegaba. Únicamente estaba sentado en aquella mesa tapizada de tela.

Escuche la puerta abrir y cerrarse a mis espaldas. Cuando voltee, note a una chica pelirroja joven, tal vez de mi edad o un año menor. Con su uniforme de masajista y su cabello agarrado con una coleta, controlando sus hermosos y grandes rizos.

-Buenas noche, mi nombre es Merida y seré su masajista por hoy. -dejó una caja de madera en una mesa de al lado que al dejarlo se escuchó cosas de vidrio en ella.

-Ah buenas noches, mi nombre es Hiccup. -hable con nervios.

-¿Hiccup? Que curioso nombre tiene, si me permite decirlo.

-Todo el mundo me lo dice, no hay problema.

-Bueno, Hiccup, hágame el favor de desabrocharse la toalla y recostarse boca abajo. -mencionó para darse la vuelta y sacar ciertos frascos de la caja. Rápidamente hice lo que me dijo- Comenzaré bajando su toalla para poder dedicarme en su espalda primordialmente.

Pude sentir como esparcía un líquido en mi espalda con una olor demasiado rico. Fueron suficientes los minutos para darme cuenta que las manos de esta chica eran asombrosamente relajantes. Eran pequeñas a un lado de mi espalda.

-Se encuentra demasiado tenso, Sr. Hiccup -dijo al dedicarse en mi cuello.

-No me digas señor, ni siquiera tengo pareja -dije en voz baja.

-¿Y eso? Usted es muy guapo, ha de tener millones detrás suyo -pude sentir que al momento de tomar el otro lado de mi cuello, se había inclinado de más y apretar su busto con mi espalda.

-No exactamente -mis mejillas comenzaron a tornarse rojas.

-Si me permite decirlo. Usted es demasiado guapo, algo así como mi tipo, pero no sabría con exactitud si lo es en realidad -mencionó acariciando mi espalda.

-¿Y como sabes cuando alguien es tu tipo?

-Sin ofender, solo que primero suelo acostarme con primero para saberlo. -soltó una risa para seguir masajeándome.

-¿Y tú crees que no quiero acostarme contigo? -¿qué rayos intentaba hacer?

-No lo sé, eres el primero que al que llego a la habitación no me lo propone. No es como si les aceptara, decido cambiar de compañera y se que la mayoría acepta pero no suelo hacerlo yo, no mientras trabajo.

-Entonces no quieres acostarte ahora mismo? -dije acomodando mi cuerpo para sentarme.

-Con usted puedo hacer una excepción a todos -me dijo acomodándose entre mis piernas y acariciando mi barbilla.

No tenía planeado besarme con alguien hoy o siquiera tener sexo en un negocio de masajes con una desconocida. Pero supongo que son cosas que suelen pasar en la vida o eso creo pensar. Estoy besándome ardientemente con esta pelirroja mientras ella masajea mi Hiccup júnior.

-Creo que debo ayudarte acá abajo -dijo separándose de nuestro beso para quitar la toalla que cubría mis partes íntimas.

Ya casi me encontraba en el punto máximo para poder dar inicio, pero de alguna forma ella sabía que tal vez faltaba algo, así que solo sentía como sus labios jugaban conmigo ahí abajo.

Succionaba como si una de una paleta se tratase mi erección. Tenía cuidado con sus dientes, en ocasiones rozaban que me daba de cierta manera cosquillas. Pero sin duda, ese sentimiento era olvidado y remplazado por lo que hacía esta chica. Cree una coleta drástica con algo de su cabello, pero lo suficiente para poder controlar a aquella chica en lo que hacía.

Gruñi. Eso significa que estaba a punto de correrme así que jale de la coleta e hice que se ensuciara toda su ropa y rostro.

-Oh mierda -exclamé en jadeos. Mérida se dedicó a lamer al rededor de lo que escurría sin importar como había quedado.

-Soy todo un desastre, ¿no crees? -dijo en forma burletona mientras ponía a mi Hicc junior a un lado de su rostro y me veía.

-Algo, preciosa -dije limpiando con mi mano el poco líquido blanco que deje en su rostro.

Se levantó y comenzó a reiterarse el vestido que traía junto con la camisa de su trabajo, poco a poco quito sus prendas y quedó totalmente desnuda. Yo solo quede como idiota observándola.

-Cogeme, tal vez así dure un poco más que la foto de memoria -rio para subirse arriba mío de la mesa.

-Espera, yo no tengo condones -dije.

-Tu tranquilo -empezó a abrirlos- ¿te lo han puesto con la boca?

No respondí tan rápido. Ella ya se encontraba otra vez en mi entrepierna colocando el preservativo como lo había dicho. Iba a responderle que no. Pero ahora sí, ya me han puesto un condón con la boca.

Volvió a sentarse en mis piernas para hacer mi espalda hacia atrás, acostandome mientras tomaba sus muslos y los apretaba.

-Tranquilo, se moverme yo solita arriba.

Tome mi miembro y su cintura, para comenzar a guiar lo que estábamos a punto de hacer. Y ella de un solo movimiento se metió todo mi paquete, pude ver cómo encurvo su espalda y comenzó a jadear.

-No pensé que fuera tan grande -me sonrió para recargarse en mi pecho.

-No me preguntaste -le dije.

Comenzó a moverse lentamente arriba mío. Sus manos las coloco en su pecho y comenzó a dar brincos sobre mi. Movía sus caderas a la vez, movía su cintura y me hacía sentir diferente. Mérida jadeaba suavemente mientras era penetrada por mi a su ritmo.

Tome su cintura y de alguna forma la obligue a hacerlos más profundos. Sabía que ya estaba a punto de llegar a mi límite y quería que ella llegara junto conmigo. Sintió como sus brincos eran ahora más rápidos y más profundos sobre mi, que ahora no solos jadeaba.

-Ay Hicc- Hiccy así -gimio en mi pecho.

Su cuerpo cayó conmigo y desesperada busco mis labios mientras mis manos seguían entretenidos en sus glúteos. Me beso ferozmente mientras que entre sus labios gemía y decía mi nombre, yo solo respondía con gruñidos mientras apretaba su trasero.

Pude sentir cuando ambos llegamos al mismo tiempo al climax. Mérida encurvo su espalda con un casi grito acompañado, yo tomé sus caderas clavando mis dedos en su piel y profundizar su cintura en mi cuerpo. Agradecido de que contábamos con condones, hubiera terminado sin duda alguna, dentro de ella.

Sin salir de Mérida, ambos nos quedamos viendo con una sonrisa y jadeos de por medio. Alcance su rostro con mi mano y acaricie su rostro, para atraerla a mi y poder besarla.

—¿Y soy tu tipo?

—Mas que eso —jadeaba 

La tenía sobrepuesta en la pared junto a la puerta, no podía dejar de penetrarla sin piedad mientras daba todo dentro suyo.

¿Lemonlandia Mericcup?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora