-Vamos, entra aquíEstaba en una reunión de reencuentro de la secundaria. Ya habían pasado un poco menos de 10 años de haber terminado y todos querían volverse a ver.
-Tenemos que ser rápidos -dije agachandome al pantalón al ex capitan del equipo de americano.
En realidad no quería hacerlo, no quería volver a ver a las personas. Pero entonces ví como Hiccup entraba por esa puerta tomado de la mano de la ex capitana de animadoras. Recuerdo haber tenido un enorme crush a Hiccup. Pero por obvias razones, nunca se fijó en mi en la escuela.
Pero ahora me encontraba agachada frente suyo, bajando su cremayera con los dientes.
Habla escuchado a varios de mis amigos por la velada diciendo que esa pareja se encontraba al borde del divorcio. Tal vez no era buena idea casarte con tu amor de la secundaria porque tiempo después puedes estar dentro de un salón de tu ex escuela con una chica que rara vez le dirijio la palabra apunto de chuparsela.
Me lo metí a la boca.
Hiccup me hizo una coleta improvisada con mi cabello y me ayudaba a meter y sacar su pene de mi boca. Aunque claramente, solo me cabía la cabeza y un poco del cuerpo. Maldición, su esposa si había sacado el pez gordo de la escuela.
-Joder -gruño.
Después de unos minutos, jalo mi coleta de cabello afuera mientras esté se corría en mi cara. Agradecía que no había ocupado tanto maquillaje.
-Mierda, perdón -comenzo a buscar en sus bolsillos-. Creo que tengo un pañuelo por aquí.
Encontró lo que buscaba, me comenzó a limpiar la cara preocupado de haberme ensuciado mucho.
-Esta bien, no te preocupes -le susurré tomándole la mano.
Me acerque a él y lo besé.
Me sentía sucia al estar haciendo esto con un hombre casado. Bueno, creo que eran comprometidos, la verdad no tengo idea. Ni siquiera sé cómo termine aquí con él. Solo sabía que Hiccup acababa de subirme al escritorio mientras besa mi cuello y se pierden sus manos en mi busto.
Eche mi cabeza para atrás. Su esposa, Astrid creo que se llama, no se merece esto. Pero no puedo detenerlo, no quiero detenerlo.
Sus manos comenzaron a subir mi vestido y a bajar mis bragas.
-Dime si quieres hacerlo -¿Cómo podía decirle que no a esos ojos verdes?
Lo besé de nuevo, con firmeza asentí.
Por su camisa, no había visto sus músculos. Pero rápidamente volteo mi cuerpo dejando mi pecho recostado sobre la mesa.
-No tengo condones, linda. Espero que no te moleste -me dijo.
-¿Puedes solo meterla? Pronto comenzarán a preguntar dónde estamos.
Alzo mi vestido y comenzó a masajear mi trasero.
-¿Sabes? Eres una perrita muy sucia -pero entonces metió su enorme polla en mi-. Pero no sabes cómo amo a las perras sucias como tú.
Mi cuerpo chocaba una y otra vez con el suyo. Estaba gimiendo lo más fuerte que he gemido toda mi vida. Cómo si estuviera muriendo por la necesidad, se hundía más profundo y más rápido dentro de mi. No paraba de gemir ni de jadear ni un solo segundo.
-Hiccup... -la lujuria me comía viva.
No tenía idea, pero Hiccup se dió cuenta que al chocar con una parte dentro mía, me hacía gemir más fuerte. Entonces cada estoncada que hacía lo hacía en esa misma zona. Mis gemidos se habían vuelto gritos.
-¿Con que te gusta así, eh?
Podía sentir como varias lágrimas caían por mi rostro. En realidad lo estaba disfrutando.
Sentí como todo su líquido se desparramaba dentro de mi. Se había adentrado todo dentro de mi y estaba dejando todo su semen que incluso se encontraba desparramandose de mi entrada.
Pensé que terminaríamos con eso. Pero de repente Hiccup se encontraba recargado en el escritorio de nuestro antiguo profesor mientras me cargaba a mi sosteniendome de mis glúteos cogiendo una y otra vez.
-Eres una mala niña, te tengo que castigar.
