"No..."

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Con una mano rodeando la delicada cintura de su amado y con otra guiándole en su lenta danza el joven rubio miraba con amor los fríos labios de aquella persona a la que tanto había extrañado...

Su querido prometido tenía los ojos cerrados y las manos frías; pero eso no le importaba, a sus ojos seguía luciendo tan hermoso como cuando estaba vivo. Sus pasos se fueron deteniendo poco a poco y cuando por fin termino recargo su cabeza en el hombro del fallecido muchacho.

No le importaba si no le hablaba, si no se movía, tampoco le importaba sentir lo frio de su piel y ver como su cabello brilloso ahora carecía de color... A pesar de todo: Su corazón seguía latiendo por ese cadáver que se rehusaba a dejar.

"¿Sera que es a esto lo que llaman el amor eterno?"

Una vez se separó de aquel abrazo cargo el cuerpo de su novio y le dejo delicadamente sobre la pequeña cama que le había construido.

Le miro atentamente. Sonrió al ver como en su dedo anular destacaba el brilloso anillo que le había conseguido. Está seguro que no tendrá que esperar más tiempo... Pronto aquel joven despertaría y volverían a ser felices, pero por el momento se conformaba con tenerle cerca.

El ex - auror haría hasta lo imposible por mantener aun fresco el cuerpo de su amado mientras espera que despierte. No fue capaz de dejarlo en ese horrible y solitario ataúd. Cuanto se arrepentía de haber dejado que eso pasase... recordaba las palabras de James en su primera conversación. "Siempre estoy solo aquí"

Fue durante la tormenta donde se dio cuenta de lo mal que hizo al querer vivir dejando a James de lado... o donde había perdido la cordura finalmente.

Ni la lluvia, ni el viento, ni los truenos, ni los rayos le hicieron cambiar de opinión. Ese día en lo único que pensaba su mente era en que sacaría a su prometido de aquella espantosa tumba y no le importaba lo que los demás pensaran de él.

¿Es que acaso estaba mal no querer dejar a James en el olvido? No dejaría que nadie lo olvidara... Todos tenían que recordarle.

Cuando lo tuvo otra vez entre sus brazos sintió que por fin su alma volvía a su cuerpo. Cuanto había extrañado ver ese delicado rostro, sentir sus manos entrelazarse con las de él, poder abrazar con fuerza ese pequeño cuerpo del cual nunca debió separarse.

No lo negaría; por un momento se desilusiono al sentir lo helado que su amado se encontraba, sin embargo no se desanimaría. Sabe que no será por mucho tiempo el que este así el cruzaría cielo y mar para encontrar la piedra de la resurrección y por fin; ver abrirse otra vez aquellos ojos de color miel que poseían un inigualable brillo y amor por su persona.

Sin dar vuelta atrás se alejó lo más que pudo de su antiguo hogar. No encontraba razón para quedarse ahí... No si James aún no ha despertado, porque ese lugar era suyo y de su prometido. Desde que conoció a ese joven de ojos cafés; su vida había dejado de pertenecerle. Ahora dependía totalmente de él.

Con cuidado de que nadie lo viera, dejo la tumba como nueva y se coló dentro de una casa abandonada en el bosque. Sabía que nadie entendería lo que estaba haciendo y prefería ser cuidadoso.

Amaba demasiado. Amaba tanto como para no dejar ir al muchacho que le cautivo con su sonrisa.

Con cada día que pasaba acerca de su búsqueda por la piedra de la resurrección se obsesionaba cada vez más con la idea de que James pronto volvería... Su mente le presionaba demasiado encontrarla cuanto antes, y no solo ella si no que el cuerpo de James también causaba el mismo efecto sobre el...

Evitar que este comenzara a quedar putrefacto era su meta principal. No tenía idea de cómo funcionaba esa reliquia de la muerta; pero cree fielmente de que si traía el alma de su prometido y lo reencontraba con su cuerpo, este podría unirse.

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